Cansada de recibir llamadas de una empresa que vende toda clase de artículos por teléfono, una señora alemana de 61 años sonó un silbato a través de la línea telefónica y le dañó el oído a su interlocutor, un empleado de dicha compañía.
La mujer declaró a un juez que estaba tan molesta y cansada de los insistentes llamados, que ese día perdió la paciencia y tocó el silbato hasta provocarle al pobre trabajador un grave problema auditivo. La justicia la encontró culpable de daños corporales, y le impuso una multa de 800 euros… por escandalosa.