Cuando de fanatismos se trata, no existen las barreras. Y si no, que le pregunten a Jason Leon Bastrom, quien terminó en la cárcel por entrar a una casa ajena sin consentimiento de los dueños, solamente para sentarse a ver en la TV su programa favorito. La atemorizada propietaria de la vivienda llamó a la policía cuando, al escuchar la televisión, se acercó extrañada y vio al intruso, cómodamente en un sillón, y muy divertido con su programa. Al ser interrogado, Bastrom argumentó que se le hizo tarde para disfrutar de su show preferido y que al ver la puerta entreabierta no pensó que a los dueños les molestaría «prestarle» su TV.