El querido Pocho, un cocodrilo costarricense que saltó a la fama en todo el mundo por juguetear en el agua con su domador sin atacarle, apareció muerto por causas desconocidas. Chito, su entrenador, declaró a la prensa con lágrimas en los ojos que halló muerto inesperadamente al reptil de cinco metros de largo y 450 kilos de peso. La «amistad» entre Chito y Pocho comenzó hace 20 años, cuando el hombre lo halló malherido en un río y lo llevó a su casa para curarlo. Al tiempo —dijo— «nos hicimos amigos inseparables». Como parte del espectáculo de los «compinches», Chito introducía la cabeza en la enorme boca del cocodrilo y otras veces, el animal subía sobre su espalda, o viceversa. En algunos momentos, el entrenador besaba al reptil. Fraternal amistad, ¿cierto?