Portada del disco Catedral, la más reciente producción de Jay Kalo. Autor: Portada del Disco Publicado: 14/10/2025 | 09:09 pm
Dentro de la música cubana, siempre en ebullición y fértil en talentos que trascienden fronteras, emerge con fuerza propia la figura de José Carlos Sánchez, conocido en los escenarios como Jay Kalo. Con una trayectoria que comenzó a los diez años y que se forjó en las aulas de la prestigiosa Escuela Nacional de Arte (ENA), Jay Kalo no es un recién llegado. Es, más bien, un joven maestro que ha ido decantando su arte hasta alcanzar una madurez compositiva e interpretativa que hoy cristaliza en su más reciente y deslumbrante proyecto: el fonograma Catedral, bajo el sello de su agrupación, el Jay Kalo Cuban Quintet.
Desde las primeras notas, Catedral se presenta no simplemente como un disco de jazz, sino como una declaración de principios. Es un proyecto conceptual que erige su grandeza no en la solemnidad quieta de un templo, sino en el dinamismo y la vitalidad de una plaza pública donde convergen los ritmos esenciales cubanos. Jay Kalo, desde su batería, no se limita a marcar el compás; es el arquitecto de un viaje sonoro donde el lenguaje universal del jazz se funde de manera orgánica e indisoluble con las raíces afrocubanas. La timba, la rumba y el son no son aquí meros adornos folclóricos; son los cimientos mismos sobre los que se construye esta catedral rítmica.
El álbum, compuesto por seis temas, es una muestra de economía y precisión. No necesita más para desplegar un universo de sensaciones. La grabación se abre con Calle 8, un tema que actúa como una potente bienvenida. Desde el primer instante, la trompeta de Yuri Hernández irrumpe con una claridad y una energía que capturan inmediatamente la atención del oyente, mientras que el propio Jay Kalo se lanza a un impresionante solo de batería. Es una declaración de intenciones: virtuosismo, fuego y una clara vocación de diálogo entre los metales y la percusión.
El recorrido continúa por el Callejón de Hamel, donde el Quintet coquetea con el guaguancó. Aquí, la esencia de la rumba habanera se filtra a través del formato de jazz, y es el piano de Miguel Ángel García «Wiwi» el que toma la palabra con un solo que destaca por su feeling y su profundidad, demostrando que la sofisticación armónica del jazz puede abrazar la cadencia terrenal de lo cubano sin perder un ápice de su esencia.
El viaje rítmico se diversifica con Carnaval, una pieza que se identifica con el mozambique, un ritmo cubano con una carga festiva y una cadencia irresistible. Es un recordatorio de que la fiesta, la celebración colectiva, es también parte fundamental de nuestra identidad sonora. Llegamos entonces al tema que da nombre al fonograma: Catedral. Esta pieza es descrita como un «jazz latino de ensueño», y la descripción no podría ser más precisa. Es aquí donde la fusión alcanza su punto más lírico y onírico, una composición que evoca imágenes y emociones, construyendo bóvedas de sonido con los instrumentos, donde el equilibrio entre la melodía y el ritmo es simplemente perfecto.
Para cerrar con broche de oro, Catalina emerge como un número «timbeado». La fuerza contagiosa de la timba, con su compleja estructura de percusión y su vitalidad arrolladora, toma el control. Es la prueba final de que el Jay Kalo Cuban Quintet no le huye a ningún género; al contrario, los domina todos y los teje en un discurso coherente y poderoso.
En definitiva, Catedral es más que un excelente disco de jazz cubano. Es una obra redonda, un mapa sonoro que Jay Kalo nos ofrece para reconectarnos con la esencia más auténtica de nuestra música, pero desde una perspectiva contemporánea y global. Es la obra de un músico completo que, con su juventud, ya ha compartido escenario con leyendas como Wynton Marsalis y ha colaborado con pesos pesados de la música como Alain Pérez y Omara Portuondo. Toda esa experiencia se condensa en este proyecto.
El Jay Kalo Cuban Quintet, con Catedral, no solo nos invita a escuchar; nos invita a sentir, a recordar y a celebrar. Es una catedral construida para el disfrute del público, tal y como aspiraba su creador, y cada una de sus seis piezas es un vitral que, al atravesarlo con la mirada del oído, nos revela un color distinto del riquísimo espectro de la música cubana. Sin duda, una de las propuestas discográficas más sólidas, frescas y significativas del año, que anuncia a Jay Kalo como una de las figuras claves para entender el presente y el futuro del jazz hecho en Cuba.