«Escribe, escribe, escribe; pero lee», aconseja Ronel González a los jóvenes poetas. Autor: Cortesía del entrevistado Publicado: 15/02/2025 | 07:42 pm
Ronel González Sánchez fue un escritor precoz. Desde que era un niño, hilvanar palabras y dotarlas de un sentido literario ocupaba buena parte de su tiempo, para sorpresa de algunos que no entendían aquella pasión inusual en la infancia.
«Comencé a escribir poesía en 1980, cuando estaba por cumplir nueve años», rememora este holguinero, natural del municipio de Cacocum, que mereció el Premio Nacional de Poesía Nicolás Guillén en este 2025, con el libro Central Patria.
Sus inicios estuvieron marcados por el contexto social, como reflejo de uno de los más genuinos valores de los creadores. Según confirma, el patriotismo imperante en la época caló en su percepción de la realidad, pero la dinámica del hogar también fue decisiva.
Un lector desorientado
«En mi casa, mi mamá leía muchísimo y siempre había incontables libros sobre una mesa, pues no teníamos librero. Crecí rodeado de ese ambiente y, al no contar con una guía de lectura, consumía ejemplares para adultos.
«Eso sorprendía a mi maestra en la escuela. Confieso que estaba muy desorientado y leía lo que aparecía. Recuerdo, por ejemplo, estar en el aula explicando cómo se producían los eclipses y decir una frase que no se me ha olvidado nunca: el espectrograma del Sol es rojo.
«En esos casos, la profe me exhibía como el niño genio del grupo, aunque yo no era consciente de lo que estaba diciendo».
Influencias para crear
«A los 15 años, cuando entré a la Vocacional, yo sabía que quería ser escritor y mis lecturas fueron variando y complejizándose también. Por suerte, me acerqué a autores muy populares en esa etapa, como Emilio Salgari, Mark Twain, Julio Verne, entre otros.
«En la biblioteca y la librería de Cacocum era muy conocido, porque iba mucho y salía como el mejor lector. Incluso, me daban la llave para que leyera los fines de semana o me guardaban los ejemplares más raros y novedosos que recibían.
«En aquel momento, los libros llegaban a todas partes de Cuba y eran muy baratos. Debido a mi interés, mi mamá me llevó al taller literario del que fui fundador en la casa de la cultura municipal, pues ella trabajaba allí.
«En Cacocum me relacionaba con autores como Delfín Prats, Lourdes González, Alejandro Fonseca, entre otros, que se convirtieron en patrones para mí. En todas las etapas de mi vida, me he vinculado con los movimientos culturales del territorio.
«Me mudé para Holguín, la cabecera provincial, en 1992. Estaba a punto de terminar la carrera de Historia del Arte, en Santiago de Cuba. Yo quería estudiar Filología, pero en mi año no abrió, por lo que pedí Periodismo en primer lugar y en segundo la opción que finalmente me llegó.
«Después me gustó la carrera y decidí no cambiar. Nunca me he dedicado al mundo de las artes plásticas, la curaduría o la crítica de arte, pero lo aprendido influyó notablemente en mis andares como escritor. Por ejemplo, el cuento con el que obtuve mención en el premio Julio Cortázar de 2023, tiene mucho que ver con la plástica.
«Además, la formación universitaria en materia de investigación amplió mi universo en el panorama de las letras. Empecé a investigar sobre literatura holguinera y otros temas, a raíz de mi trabajo en la Casa de Iberoamérica.
Los retos del escritor
«Hace 35 años que publico libros y ha sido una etapa de constante evolución entre cada uno de ellos. Si tuviera que escoger alguno que haya significado un punto de inflexión en mi obra, me viene a la mente Desterrados de Asombro, un libro de poesías que evidenciaba la madurez adquirida.
«En cuanto a la décima, ocurrió similar con Atormentado de sentido. Para una hermenéutica de la metadécima, un libro con título de ensayo debido a las búsquedas en las que me encontraba. Me había aventurado en rumbos más profundos dentro de la creación.
«Los escritores cubanos somos desconocidos olímpicamente en Europa, creo que pocos autores han logrado posicionarse allá. En ocasiones, nos excluyen de concursos importantes, por el simple hecho de nuestra nacionalidad. Esos efectos inciden en el desarrollo de la poesía y la narrativa nacional.
«Por suerte, nuestra participación en eventos a nivel de país se ha flexibilizado, pues los involucrados se han percatado de que en el oriente del país también existe un
movimiento literario sólido.
«En materia editorial, una buena parte de las obras se están publicando en formato digital y nos vemos en la misión de mandar a los concursos, en los que se garantiza la publicación en papel. El encanto del libro físico es insuperable, lo puedes ver, oler y tocar. Mi generación se adaptó a los libros en físico.
«La situación socioeconómica ha afectado mucho a la literatura y, con ella, a la poesía. Se ha perdido la posibilidad de seguirles el rastro a determinados autores, pues sus obras no siempre llegan a todas partes.
«Sin embargo, la poesía cubana sigue siendo grandiosa. Tenemos grandes exponentes, aunque a veces no sean demasiado conocidos.
Central patria
«Al Guillén había mandado unas cuantas veces, ya ni sé cuántas, y en algún momento llegué a desistir. Los concursos no necesariamente le dan un valor extraliterario a la obra, pero sí permiten medir la temperatura de lo que se está creando y su calidad.
«Formar parte de esa colección es muy importante, porque te garantiza tener un número de lectores y mayor visibilidad. Además, permite que se cree una expectativa con el libro y llegue a más personas. En este sentido, tenemos que reconocer que también se hacen buenas obras que no ganan premios.
«En ese libro va mi vida, le he leído textos a varias personas y resultan muy conmovedores. Es la historia de la producción de azúcar en Cuba, vista desde la poesía.
«Ahí se evidencia la vinculación de mi familia con los centrales, como macheteros, la vinculación profunda con las artes plásticas cubanas, entre otros aspectos.
«Se encuentran poemas muy personales, pues yo crecí muy cerca de un centro de acopio de azúcar y eso está en mi información vital, además de las investigaciones que estudié. Todo coincidió para que naciera este libro que quiero muchísimo y espero que las personas también quieran».
Como eternos aprendices
«A los jóvenes poetas les diría lo mismo que me dijeron a mí cuando tenía 20 años: escribe, escribe, escribe; pero lee. Hay que leer de todo, no solamente poesía. Deben tener presente que uno siempre está empezando y no ha llegado a parte alguna.
«Cada libro es un nuevo reto y somos eternos aprendices. Hay que insistir, persistir, trabajar y sufrir muchísimo también. De ese sacrifico eterno nace la creación.
«Si tuviera que definir a la poesía en una frase, me remitiría a José Lezama Lima cuando dijo: Solo lo difícil es estimulante».