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Trinidad y su eterno afán de no envejecer

Camino a los 511 años de la urbe y con los pies aterrizados en el complejo escenario económico del país, la Oficina del Conservador de la ciudad y el Valle de los Ingenios no detiene las labores de restauración

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

TRINIDAD, Sancti Spíritus.— Desde La Popa, uno de los puntos más elevados de la tercera villa de Cuba, el resto de esta urbe queda a los pies. El mar, un tanto más atrás, como firme centinela, abraza las montañas que a un lado sostienen el entramado urbano, crecido de forma acelerada. Calles empedradas, casas antiguas y el ir y venir de pregoneros le dan vida a una de las áreas más pintorescas de la ciudad.

Allí también se resguardan fragmentos de la historia: la erguida fachada de la ermita —a pesar del deterioro, cómplice del paso del tiempo—, y como franca evidencia de que la modernidad no se detiene, el hotel Mystique Trinidad La Popa, de la cadena Royalton, clasificado entre los 25 mejores del mundo y visita obligada de nacionales y foráneos.

Son demasiados los encantos en esa calle La Popa que no pasan inadvertidos para la Oficina del Conservador de la ciudad y el Valle de los Ingenios, sobre todo de cara al aniversario 511 de la villa, a celebrarse en enero venidero, según cuenta Yamilka Álvarez Martínez, directora técnica de la referida entidad.

«Trabajamos de conjunto con un proyecto de hábitat de la Universidad Central de Las Villas y la sede universitaria de Trinidad —añade—. Eso incluye labores de mantenimiento y reparación en cinco viviendas en la calle Rafael Trejo y su entorno, y una intervención en el área desde la calle Santa Ana —una de las vías de acceso al centro histórico— hasta el parquecito infantil que se une a las escalinatas hacia el hotel La Popa».

Al unísono, la seductora Plaza Mayor, sede histórica de la asamblea solemne por el aniversario de la ciudad, sitio de una belleza seductora, también será objeto de mantenimiento con pintura y la reparación del empedrado que le rodea.

Son obras que avanzan, a pesar de que la situación del país es compleja y, por tanto, la entrada de recursos ha sido escasa, apunta Álvarez Martínez.

También se ha logrado trabajar en otras calles y alrededor de diez inmuebles, en especial aquellos que pertenecen a familias vulnerables, sobre todo en sus cubiertas.

«Para nosotros ha sido muy importante el proyecto de la calle Independencia, con fecha de culminación este 31 de octubre», acota la directiva.

Dicha arteria se encuentra en el barrio Las Tres Cruces —donde además se mejoran una treintena de viviendas—, zona de profundas tradiciones religiosas, que hoy muestra una imagen totalmente ajena a la que por mucho tiempo tuvo.

«Se logró erigir un parque en un lugar que cuando llovía todo se llenaba de barro y entorpecía el paso peatonal y de algunos medios de transporte», refiere Lisa Robaina Acosta, especialista de Cooperación Internacional de la Oficina del Conservador, quien describe la nueva caballeriza para los jinetes que prestan servicios de montas a caballo rumbo al Valle.

«En estos momentos se labora en los cuartos, donde se ubicarán contenedores para la recogida de desechos sólidos», puntualiza.

Todas estas acciones han sido posibles gracias a proyectos de colaboración internacional, cuyos benefactores mantienen estrechas alianzas con la Oficina. Una reciente publicación de Facebook confirmó que a esta ciudad, conocida como Museo del Caribe, llegaría un contendor de materiales de higienización que, de conjunto con un camión recolector de desechos importado con anterioridad, mejorarán la calidad de vida de los vecinos.

Dichos donativos fueron previstos en el proyecto de cooperación para la mejora de la habitabilidad básica en el barrio Las Tres Cruces, coordinado por Arquitectura sin fronteras, de la demarcación de Andalucía, en España, y financiado por la Agencia Andaluza de Cooperación Internacional para el Desarrollo.

En el barrio de Las Tres Cruces se erigió un parque en un terreno baldío. Foto: Tomada de Escambray

«Estas vías para gestionar recursos han sido muy importantes porque nos permiten materializar muchos sueños que, por el costo y el tipo de materiales necesarios en la conservación de una villa tan antigua, resulta imposible garantizar con nuestros presupuestos», acotó la joven especialista.

En estos momentos, de conjunto con las transformaciones materiales se educa a los vecinos en temáticas medioambientales y de reciclajes, para que la ayuda recibida tenga un verdadero efecto.

«También por esos vínculos con la cooperación internacional queremos devolver a la vida la antigua enfermería de esclavos, ubicada en un gran edificio a la entrada de Manaca Iznaga», apunta Robaina Acosta, y reconoce que «de otra forma sería imposible, porque los presupuestos de varios años no cubrirían las necesidades reales del inmueble. Y no solo será rescatar la parte constructiva, sino equiparlo, a fin de habilitar un lugar donde se potencien los oficios tradicionales del Valle.

«De esa forma se generarán empleos, sobre todo para jóvenes, quienes hoy deciden emigrar del área rural para la ciudad por falta de oportunidades para engrosar sus economías. Además, utilizaríamos energía renovable… Esperamos con ansias que nos aprueben esa nueva idea», concluyó.

Si bien nunca es suficiente lo que se hace para salvaguardar el patrimonio —esencia de la cultura de una nación—, en Trinidad no se deponen las armas en ese sentido. Así, la añeja villa sigue seductora y en constante coqueteo con la modernidad, a pesar de contar con casi 511 años de vida.

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