Araceli confía en la utilidad del libro para compartir el conocimiento y confía en que el soporte físico nunca desaparecerá, pese a los avances tecnológicos. Foto: Maykel Espinosa Rodríguez Autor: Maykel Espinosa Rodríguez Publicado: 11/02/2023 | 10:29 pm
A sus 85 años, Araceli García-Carranza Bassetti no olvida el día que entró por primera vez a trabajar a la Biblioteca Nacional. Era el 1ro. de febrero de 1962, y una joven de 25 años recién egresada de la carrera de Filosofía y Letras accedía a la institución, movida por la curiosidad que suscitan los templos del saber a quienes gozan del dulce privilegio de la lectura, la reflexión crítica y la investigación.
Lo que no sabía aquella joven era que seis décadas después sería reconocida como una de las más encumbradas intelectuales cubanas, con una notable obra como bibliotecaria, investigadora y bibliógrafa, pero, sobre todo, por una vida entera dedicada al mundo de las letras que estamos celebrando juntos en la 31ra. Feria Internacional del Libro de La Habana.
Araceli vive estos días con el ajetreo propio que acompaña los preparativos de una fiesta que apenas comienza y donde ella será una de las homenajeadas, junto al escritor y premio nacional de Literatura 2021 Julio Travieso. En medio de entrevistas, actos protocolares, preparación de conferencias, actividades que se suman a sus responsabilidades al frente del Departamento de Investigaciones de la Biblioteca Nacional José Martí (BNJM), García-Carranza dedica un espacio para conversar con Juventud Rebelde y abordar elementos de interés sobre sus seis décadas de admirable labor.
«El trabajo es todo para mí en este momento», asegura la reconocida bibliógrafa, quien a pesar de su avanzada edad y a algunos problemas de movilidad, acude a su oficina en la BNJM, al menos una vez por semana, para continuar desempeñando sus funciones de gestión y llevar adelante empeños investigativos que la apasionan.
«Cuando entré en la institución, empecé haciendo índices analíticos, pero pronto me enamoré de la bibliografía, debido a que leía la Revista de la BNJM, una publicación donde se cultiva la biobibliografía y eso me llamó la atención. Al paso de los años, la institución desarrolló una sección de biobibliografía de intelectuales fallecidos y me resultó interesante desarrollar esa línea de trabajo», comenta la investigadora, quien entre sus primeras labores estuvo trabajar con la bibliografía martiana, empeño que mantiene en la actualidad.
Haciendo gala de su sencillez, Araceli cuenta con orgullo que Cintio Vitier, compañero suyo en el departamento de Colección Cubana, realizaba el anuario martiano y un día le pidió que desarrollara la bibliografía de la publicación. «Empecé a hacer la bibliografía martiana en la Biblioteca hasta el número 7. En 1977 el doctor Armando Hart Dávalos funda el Centro de Estudios Martianos y ellos asumieron el anuario, aunque seguí trabajando la bibliografía martiana hasta hoy y ya tenemos en proceso de edición el anuario 45», advierte quien ha sido merecedora de disímiles condecoraciones como el Premio de Investigación Cultural 2003.
Martí fue parte del inicio de un trabajo biobibliográfico enfocado sobre todo a personalidades cumbre de las letras cubanas, que García-Carranza realiza
con mimo, dedicación, paciencia y actitud célibe como, asegura, debe ser un buen bibliógrafo. Por sus manos han pasado las obras de figuras cimeras de nuestra cultura como Alejo Carpentier, Eusebio Leal, Emilio Roig, Lezama Lima, cuyas revisiones Araceli nos ha devuelto en forma de libros, ensayos críticos u observaciones precisas desde su campo profesional.
Pero, el inicio de este interés se debe a su aproximación a la obra de Don Fernando Ortiz. «Ante la muerte de don Fernando Ortiz, la Biblioteca Nacional tenía que ir a buscar su biblioteca. Como yo era la cabeza del departamento de Colección cubana, la jefa de selección, María Lastayo, me invitó a participar del traslado. Cuando trajimos los textos y empecé a colocarlos en las estanterías se me ocurrió hacer la biobibliografía de don Fernando Ortiz y ese fue mi estreno en esa materia», cuenta la estudiosa que ha producido varios textos con sus resultados bibliográficos.
Que el lector salga satisfecho
Otro hecho especial alrededor de su producción tiene que ver con Alejo Carpentier, a quien conoció y con quien entabló una amistad duradera a partir de su interés por biobibliografiar la obra del notable escritor. «A través de María Lastayo, nuevamente, le escribí a Carpentier, durante los años 70, mientras
se desempeñaba como ministro consejero de la Embajada de Cuba en Francia para proponerle la biobibligografía y él me contestó enseguida su aprobación.
«A partir de ese momento, cada vez que venía a Cuba, él iba a la Biblioteca a llevarme libros, recortes de prensa, manuscritos de todas sus grandes novelas y ahí empecé a hacer toda la biobibliografía, trabajé toda la parte de manuscritos y mecanoscritos, secciones inéditas de su catálogo. Lo publicó Letras Cubanas en 1984», relata la bibliógrafa, quien ha publicado varios textos sobre la obra del autor de El siglo de las luces, a quien sigue investigando, e incluso durante esta edición de la Feria publicará un nuevo material al respecto.
Un camino hacia Carpentier: Ensayos bibliográficos-críticos sobre Alejo Carpentier, será uno de los títulos de la autora que junto a Bibliografía de Cintio Vitier, se sumarán a Un saber como pasión, de Rafael Acosta de Arriba, quien realizó una compilación de textos escogidos de su compañera de labores al frente de la Revista de la BNJM.
Serán estos algunos de los agasajos que estará recibiendo Araceli durante estos días de fiesta en que, en su nombre, también estará recibiendo un homenaje todo el sector bibliotecario cubano. «Hay que tener cierta curiosidad para trabajar en una biblioteca y, sobre todo, interés en todo lo que hagas. Es un trabajo difícil porque el bibliotecario, aunque no quiera, se enfrenta a todas las ramas del conocimiento. A mí me encanta que el lector salga satisfecho de la biblioteca. Nosotros debemos dar servicio, tenemos que atraer al pueblo cubano hacia las bibliotecas, porque si no, no tendremos un pueblo culto», explica García-Carranza.
Araceli domina su propia certeza: «Yo tengo que seguir en lo que estoy hasta que la vida me lo permita». Le queda mucho trabajo por delante y ella asume el reto con la entereza de la vocación que ama. Actualmente trabaja en completar la publicación de tres volúmenes —solo uno ha sido publicado— de la biobibliografía de Armando Hart, con ayuda de su viuda; pero sigue teniendo tiempo para Martí, Carpentier, Lezama y, más recientemente, trabaja con la bibliografía de Graziella Pogolotti.
Atrás quedan las clases que le impartieran figuras como Jorge Mañach y Roberto Fernández Retamar en la universidad, la fascinación por comprobar que trabajaría con Cintio Vitier, de quien meses antes había leído con admiración Ese sol del mundo moral; el gusto por perderse en ese paraíso que llama biblioteca y sacar composiciones bibliográficas admirables como las dedicadas a las guerras de independencia o sus aproximaciones a la obra de joyas de la cultura como Antonio Bachiller y Morales, el primer bibliógrafo cubano.
Araceli García-Carranza es, como asegura Rafael Acosta de Arriba, una institución dentro de la institución. «Para mí ha sido un privilegio estar en la Biblioteca Nacional durante 60 años. Ese lugar es un paraíso y me siento plena allí. Siempre habrá problemas y dificultades rondando, pero con decencia, buenas maneras, educación y con la fuerza que te da la vocación, tú puedes salir adelante».