La Fiesta del Fuego. Autor: Daniel Houdayer Publicado: 08/07/2022 | 12:15 am
Santiago de Cuba.— Con la alegría del rencuentro, tras dos años de batalla tenaz contra la COVID-19, y fiel a ese espíritu de resistencia que le es intrínseco, desde el pasado día 3 y hasta este 9 de julio esta ciudad caribeña retoma el abrazo entre hermanos, el convite de los tambores, la fuerza de las esencias.
Como potente reverencia a la vida, ha vuelto a las calles santiagueras el vigor de las culturas populares, el ir y venir de académicos, portadores y artistas para legitimar, en gesto de soberana audacia, que la 41na. edición del Festival del Caribe es un hecho.
La Fiesta del Fuego va a completar a nivel social y cultural el efecto de nuestras vacunas, expresaba a la prensa horas antes de la apertura de la cita, Orlando Vergés, director de la Casa del Caribe, aludiendo a la reactivación de la circulación cultural entre las naciones caribeñas, al júbilo compartido que devuelve el encuentro presencial.
Justo por eso, a pesar de la coyuntura difícil en los órdenes económico y energético que vive el país, los organizadores, con el apoyo del Partido y el Gobierno en el oriental territorio, apostaron por reanudar el abrazo, que esta vez reverencia los 40 años de su institución auspiciadora: la Casa del Caribe, y del Septeto Turquino; las tres décadas del Estudio Teatral Macubá y el cumpleaños 160 de la Tumba Francesa La Caridad de Oriente.
Representantes de una veintena de naciones, con una fuerte presencia de grupos de solidaridad; y agrupaciones portadoras de la cultura popular tradicional del país, dan vida al intenso programa, que incluye el coloquio El Caribe que nos une, talleres y encuentros paralelos, entre ellos:
Religiosidad; Danza y Percusión; Teatro Popular, Cine, Arqueología, Estudios Literarios, Educación, Tatuajes, Industrias Culturales y el Encuentro de Poetas Jesús Cos Causse.
En un verdadero canto a la vida devino la entrega del Premio Internacional Casa del Caribe al Doctor Eduardo Martínez, director de BioCubaFarma, como reconocimiento a los héroes de nuestras vacunas contra la COVID-19, también presentes, durante el tradicional Desfile de la Serpiente.
El parque Céspedes fue otra vez epicentro de los colores, ardores y el ritmo de una región. Hasta allí llegaron Los Ripiaos, Íreme, La Caridad, Monte Oscuro, Pilón del Cauto, Barrancas, en abrazo apretado con amigos de México y Venezuela; Mecongó, Obakosó, de Cienfuegos; Locosí, de Guantánamo; Los Hombres Carrozas, Las estatuas vivientes, San Agustín, Paso Franco, y muchos otros; y el pueblo ávido que pobló las aceras y burló la lluvia se lo agradeció con creces.
También lo retribuyó la representación de hermanos de una decena de naciones antillanas reunidos aquí en la 9na. Asamblea de los Pueblos del Caribe, que alzaron sus voces por un Caribe diverso, pero unido en sus luchas, soberano y antimperialista, y hablaron de articular los esfuerzos solidarios, condenaron bloqueos y reafirmaron que para ellos Cuba sigue siendo ejemplo.
Lo suscribieron los puertorriqueños enrolados en la 31na. edición de la Brigada de
Solidaridad Juan Rius Rivera, con la incansable Milagros Rivera al frente, que multiplicaron otra vez el mensaje de un Puerto Rico libre, demostrando que cultura, identidad y fraternidad son inextinguibles.
Cuando en la tarde noche de este 9 de julio, las llamas junto a la bahía consuman al diablo y sus malas influencias, la 41na. edición del Festival del Caribe se convertirá en memoria del rencuentro y la osadía, de esa resistencia que define la identidad de una región en la que es ardor y esencia.