La Casa de las Américas exhibe algunos fragmentos de las series de León Ferrari, pertenecientes a la colección de arte de la institución. Autor: Abel Carmenate Publicado: 24/01/2022 | 09:34 pm
Como Benjamin Button, León Ferrari experimentó rejuvenecimiento mientras avanzaba el calendario. Este ingeniero Industrial se descubrió artista a tiempo completo casi a los 40 años, obtuvo el León de Oro en la Bienal de Venecia 2007 entrado los 87 y produjo una continua e irreverente creación hasta el fin de sus días, a los 92.
Crítico frontal, provocador, contestatario contra la violencia, el poder y la iglesia. Sus creaciones generaron admiración o rechazo, aprobación o censura, consiguiendo aplausos y destrozos de los espectadores por igual.
«La eficacia del arte debe ajustarse a un solo objetivo: perturbar», decía el genio innovador mientras buscaba nuevos lenguajes estéticos para zarandear a los públicos y hacerlos cuestionar los grupos de poder que afianzan los valores del arte, la política y las creencias de los seres humanos.
León Ferrari (Buenos Aires, 1920-2013) fue uno de los artistas conceptuales latinoamericanos más importantes de todos los tiempos; por ello la Casa de las Américas honró su centenario con un año temático. Se trata de una síntesis —no cronológica— de su trayectoria, que inauguró la institución el 28 de abril de 2021 y pretende concluir este año.
«Su obra es expresión de otra belleza, diferente, con un matiz lúdico, una mordacidad crítica, un carácter inquieto y a la vez esperanzador. Su producción —una sólida representación de piezas bidimensionales, instalativa y escultórica y de libros objetos—, ha sido donada en varias ocasiones a Casa, integrándose a la colección Arte de Nuestra América Haydée Santamaría», explicó a JR Silvia Llanes, directora de Artes Plásticas de la Casa de las Américas.
León Ferrari conversa con jóvenes artistas y críticos en la Galería Latinoamericana durante su visita a Cuba en 1983. Foto: Cortesía de la Casa de las Américas.
El Año León Ferrari fue preparado con minuciosidad por el equipo curatorial de la Dirección de Artes Plásticas de la Casa, quien ubicó, seleccionó y catalogó la creación heterogénea del artista, ilimitada en cuanto a la experimentación con nuevas técnicas y materiales que van desde esculturas de cemento, yeso, alambre y madera hasta elaboraciones con fotocopias, heliografía, microficha, collages en papel y videotextos.
«La gradual apertura de las entidades, y la incorporación de trabajadores, visitantes y estudiantes a estas, ha servido de contexto para insertar las exposiciones León Ferrari: Un arte vigente, estrenada el 10 de diciembre de 2021 en el vestíbulo de la institución, y Ferozmente suyo, León Ferrari, que se inauguró en la Galería Latinoamericana este 24 de enero, como parte del programa del Premio literario Casa de las Américas. Esta muestra concluirá las acciones del año temático y estará abierta hasta el mes de marzo del presente año», enunció Silvia Llanes.
Según la especialista las obras mostradas se enmarcaron en cuatro zonas: esculturas (con piezas abstractas como Niña y Opus 142, Escultura vibrante, Mimetismo y Planeta); libros de artista (se destaca la pieza Cuadro escrito y un proyecto singular, Escrito en el aire, que reúne nueve poemas visuales de Rafael Alberti complementados con nueve dibujos de Ferrari); obra gráfica (comprende heliografías, reprografías, fotocopias y litografías), y las series que «logran develar la actualidad de su creación, la esencia política de esta y el compromiso social que manifiesta».
Asimismo, este año temático permite un recorrido virtual a partir del sitio web creado para la ocasión (http://casadelasamericas.org/plastica/leonferrari/index.html).
La relación de Ferrari con la Casa de las Américas posee lazos antiguos y sólidos que se extienden hasta el Encuentro de Plástica Latinoamericana de 1973 y luego al Primer Encuentro de Intelectuales por la Soberanía de Nuestros Pueblos, celebrado en el Palacio de Convenciones de La Habana en 1981.
«En septiembre de 1983, Ferrari realiza su primera exposición personal en la Galería Latinoamericana. La muestra Planos, heliografías y fotocopias —en la que también incluyó esculturas de alambre— asombró por su irreverente discurso y reveló a un artista irónico, crítico y perturbado. Otros de los múltiples regresos del arte de Ferrari a la Casa de las Américas fueron en 2009, durante el Año Cinético, en 2018, como parte de la muestra colectiva Pioneros del Arte Digital, y en 2019 en la exposición Rostros del Arte Argentino, organizada por Casa y el Centro Hispanoamericano de la Cultura».
El año temático dedicado a León Ferrari deviene excelente oportunidad para disfrutar de una producción que no se agota, sino que crece y muta en cada persona que la observa, la elogia o sataniza. «Lo único que le pido al arte es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible, a inventar los signos plásticos y críticos que me permitan con la mayor eficiencia condenar la barbarie de Occidente», dijo el artista en una ocasión.
La denuncia en sí es la base de su obra. La guerra, la violencia, el sexo, la religión o las distintas formas de intolerancia, todo, para Ferrari, es cuestionable y debe ser parte fundamental de las luchas de la época.
«El arte no sirve hoy para enriquecer la vida humana: solo se usa para complacer a unos pocos y para que estos lo usen como un arma más para poner la vida humana a su servicio, al servicio de las minorías cultas o seudocultas», declaró el argentino.
La civilización occidental y cristiana (1965) inmortalizó a León Ferrari, aunque nunca llegó a ser expuesta al público en el Premio Di Tella y su existencia solo quedó registrada en el catálogo.
Se trata de una escultura que muestra a un Cristo crucificado en un cazabombardero norteamericano, como ícono de repudio a la guerra de Vietnam y que mantiene su significado a través del tiempo.
Según el artista, «por primera vez en la historia se reúnen todas estas condiciones de barbarie: el país más rico y poderoso invade a uno de los menos desarrollados; tortura a sus habitantes; fotografía al torturado; publica las fotografías en sus diarios y nadie dice nada. Hitler tenía todavía el pudor de esconder sus torturas; Johnson ha ido más lejos: las muestra. La diferencia entre ambos refleja las diferencias en las responsabilidades de los pueblos: los alemanes pudieron decir que ellos no sabían lo que pasaba en los campos de concentración de Hitler. Pero nosotros, los civilizados cristianos, no lo podemos decir».
Junto a la serie Nosotros no sabíamos —una crítica contra las instituciones de arte, sistema político y moral que apoyó la dictadura argentina (1976-1983), causante de la desaparición de miles de personas, incluyendo uno de los tres hijos de Ferrari—, La civilización occidental y cristiana es pieza central del conceptualismo latinoamericano.
La obra fue codiciada por el Museum of Modern Art (MoMA) y el Tate Gallery de Londres, quienes ofrecieron hasta un millón de dólares por el emblemático ready made. Sin embargo, siempre perteneció al artista y con su fallecimiento a su fundación.
De acuerdo con Silvia Llanes, los lenguajes de León Ferrari trascienden los géneros tradicionales de una forma bien particular. «Sorprenden su riqueza experimental, la profusión de soluciones plásticas, la capacidad de ofrecer múltiples medios de expresión, a veces absolutamente inusitados, pero sobre todo por su arte, que se resiste al paso del tiempo, como toda obra resultado de la experimentación y alusiva a los temas esenciales de la existencia humana».