COVID-19 Autor: Adán Iglesias Publicado: 30/05/2020 | 11:03 pm
No soy amigo de exageraciones y, por lo general, siempre soy víctima de alguna de ellas. Tampoco soporto el exceso de advertencia o reiterados llamados al cuidado, porque pienso que eso es ave de mal agüero, es llamar al infortunio. Lo digo por experiencia propia.
Conozco a muchas personas, de la tercera edad en su mayoría, que se pasan todo el día advirtiendo que no hagas esto o aquello porque alguien dijo alguna vez que era malo y se ha convertido en una sentencia, sin que esté apoyado por ninguna investigación científica.
Está también quien asiduamente te recuerda todas las enfermedades de las que has sido víctima para justificar sus predicciones fatales. Mi madre es una de ellas, con tan buena memoria que, como diría mi abuelita: «¡Que Dios se la bendiga!».
Esta podría ser una despedida normal entre ella y yo, cualquier día en la mañana, en la puerta de mi casa: «¡Cuídate, Jorgito! ¡No te mojes que tú siempre has padecido de la garganta, tienes el metatarso caído, problemas de la circulación, te dio paperas en marzo de 1968, la china en octubre de 1970, gastroenteritis en mayo de 1972, dengue en febrero de 1998!». Se lo agradezco porque es mi madre y sé que todas las madres son así, aunque no todas lleven al pie de la letra tu expediente de salud.
Otra variante de advertencia es la que se suma a la bola cotidiana y la exagera para darle un nivel de barbarie al asunto: «Ten cuidado que por ahí hay un brote de dengue que ya tiene 150 muertos en dos días», o quizá esta: «¡Mira a ver por dónde caminas que según me dijeron, con las aguas de la semana pasada, ya suman más de 200 derrumbes parciales de balcones y fachadas en toda La Habana!». Ante estas exageraciones y desatinos siempre asevero: «¡No hay que exagerar!».
Por estos días, en que muchos piensan que ya la pandemia del coronavirus en Cuba es historia y andan por las calles como en tiempos de carnaval, sonrisa batiente, con un nailon de pollo en una mano y una caja de cerveza en la otra, me da la impresión de que no basta con todo lo que constantemente se dice en los medios de comunicación y tendremos que ser más grandilocuentes.
Hay que recordar que tuvimos días de hasta más de 70 casos positivos en menos de 24 horas, y que se continúan produciendo eventos desfavorables de contagio, sobre todo en la capital del país. Entonces, no me queda otra opción que pensar que se debe velar por el estricto cumplimiento de las medidas, ser implacables con quienes no la acaten, aunque a algunos no les guste y otros no lo entiendan. Por el bien del país y la mayoría de su población: ¡sí hay que exagerar!