Eduardo Rosillo, el destacado locutor, presentador y animador de la Discoteca Popular de Alegrías de Sobremesa, y de la radiodifusión y la televisión cubanas, cumpliría este jueves 90 años, pues nació en La Maya, Santiago de Cuba, Oriente, el 20 de febrero de 1930.
Asistió a la escuela primaria pública en su barrio natal; más tarde recibió la segunda enseñanza en el Instituto Comercial América y en el Instituto de Santiago de Cuba, y en los años 1940 estudió durante casi tres cursos y medio en la carrera de Derecho de la Universidad de La Habana.
Sus pininos en el ámbito de la locución los hizo los sábados y domingos en una incipiente estación de radio que un hombre de negocios de la localidad, Andrés Marcial Arias Salazar, puso en el centro de La Maya, que con tiempo devino en Radio Circuito CMKT, según nos contara el propio Rosillo en la cabina de Radio Progreso mientras alternaba con su trabajo en julio de 1973.
Nos reveló que en actividades artístico-musicales que improvisaban en el Instituto de Segunda Enseñanza de Santiago cuando faltaba un profesor, y en espectáculos en los que actuaban y asistían compositores como Enrique Bonne (autor de números como Yo no quiero piedra en mi camino, Dame la mano y A cualquiera se le muere un tío), así como Tony Bravo, del grupo Los Hermanos Bravo.
El padre de Rosillo, también llamado Eduardo, era el médico del pueblo y fue Presidente del Instituto Cubano de Estabilización del Café; Alcalde Municipal de Songo y jefe local de Sanidad del municipio, hasta que murió, el 3 de enero de 1949.
El gran profesional de la radio que evocamos empezó en la emisora CMKC de Santiago de Cuba como locutor suplente, y pasó a ser fijo en una plaza en la madrugada del 26 de julio de 1953, porque cuando estaba en la calle Victoriano Garzón y Carretera Central, escuchó los disparos del histórico asalto revolucionario fidelista (sin saber lo que ocurría) pensó que sería oportuna y útil su presencia ante el micrófono.
En efecto, los dueños de la emisora, Soularí y Berenguer, reconocieron su iniciativa y lo pusieron en la plantilla. Más tarde pasó a la Dirección Provincial de Radio, rival de la CMKC, hasta 1957.
Nos contó igualmente Rosillo hace 47 años, que tras el asalto al Moncada, tuvo lugar un gran contrabando de tejidos en la aduana de Santiago de Cuba y que designaron al Capitán Alejandro García Olayón (Nito), jefe de la Policía Marítima santiaguera como investigador del sonado suceso, no por moral ni honradez precisamente, sino porque lo habían dejado «fuera del negocio» y protestó en tal sentido. (Hay que recordar que aquel esbirro de la tiranía fue uno de los asesinos de la dictadura que con sus propias manos mató a numerosos jóvenes revolucionarios en Santiago).
Aclaró también Rosillo que el cabo del SIM (Servicio de Inteligencia Militar) Marcial de Jesús Larrea, tenía un programa llamado La Entrevista Policíaca y —en contubernio con el mentado capitán a modo de chantaje— dijo los nombres de los implicados en el citado contrabando en el jocoso Noticiero El Machete Reformado, (sección fija de la CMKC), que comentaba la actualidad nacional.
«Cuando tal programa —aseguró Rosillo en aquella entrevista de 1973— afectó personalmente a otro esbirro, Alberto del Río Chaviano, jefe del cuartel Moncada, este mandó a detener a los locutores. Primero les hicieron amenazadores llamados y en diciembre de ese año 1953, se llevaron a Agustín Lavastida y le dieron doce horas para abandonar el país. Poco después fueron a la emisora y al ver salir de ella al empleado Argelio Vistel y a Ruperto Pérez López, los pelaron al rape y los obligaron a ingerir “palmacristi”, el purgante de moda.
Eduardo Rosillo a través de los micrófonos sacó al aire como desagravio un número de la orquesta Almendra que decía: « ¡Oh, Cuba hermosa, primorosa, quién diría que tu cielo nublara el llanto» y a los dos compañeros ultrajados dedicó otro número musical que se llamaba Haz justicia, Señor, sobre el patriota puertorriqueño Albizu Campos, que en síntesis contaba el triste viaje por el mundo de un hombre en cuya patria no había libertad.
Por último Rosillo nos confesó que antes de convertirse en un locutor conocido, luego de 1959, fue Policía de Tránsito y por un micrófono de la institución armada orientaba a la población a velar por el cumplimiento del Código de la conducción de vehículos con el propósito de evitar accidentes fatales en la vía.