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¡Otro premio para Ariel Fonseca Rivero!

Juventud Rebelde dialogó con el joven escritor espirituano Ariel Fonseca Rivero, merecedor del Premio Calendario en Narrativa 

 

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— Los grandes ojos del voyeur se acomodan detrás de cada letra. Siguen todos los movimientos de pasillos, habitaciones del viejo motel, donde de noche cada personaje saca su alma fuera y la muestra desenfadada. Una acción que se repite, una y otra vez, donde se grita con cada sílaba Do not disturb.

Así pudiera presentarse ese texto, nacido tras horas y horas frente a la computadora, con los planes de clase a un lado, de Ariel Fonseca Rivero, joven escritor espirituano merecedor del Premio Calendario en Narrativa, en la 29na. Feria Internacional del Libro Cuba 2020.

«Fue una sorpresa. Había mandado al certamen en otras ocasiones, porque sé del rigor con que evalúan las obras. Años tras año compro los libros de la Casa Editora Abril premiados con el Calendario, por lo que considero que he logrado una meta profesional», confesó Ariel al saberse ganador del premio más importante entregado en nuestro país a escritores de hasta 35 años de edad, sean o no miembros de la Asociación Hermanos Saíz (AHS).

Es un merecido reconocimiento a este escritor que apenas tiene 33 años y ya acumula varios lauros, y quien es fiel a sus palabras escritas, minucioso en todas las historias que redacta, a fin de transgredir los límites posibles de la realidad.

«Al crear en cada texto un mundo interior, las palabras escritas me ayudan a escapar. Aún no creo que tenga todas las habilidades para considerarme un buen escritor, pero desde hace tiempo sentí la necesidad de expresarme de esa manera. Escribo por acumulación. Mientras camino veo todo lo que me rodea. Observo cualquier detalle, por mínimo que sea, ya que me puede dar pie a una historia. Cuando me siento a escribir es porque ya me está martillando la cabeza», explica, quien se ha bebido sediento las páginas de Charles Bukowski, Walt Whitman, Anton Chéjov y Raymond Carver.

—¿Cómo logras el equilibrio entre la profesión (ciencias técnicas) y la pasión (literatura)?

—Pensar que para poder escribir hay que ser graduado en alguna carrera de letras es un cliché. Aposté por el técnico medio en Computación y luego me licencié, aunque hubiese preferido algo relacionado con la Veterinaria. Disfruto mucho mi labor en el Instituto Preuniversitario Vocacional de Ciencias Exactas Eusebio Olivera, sobre todo cuando encuentro alumnos que me saludan agradecidos.

Justo en ese plantel, hace un buen tiempo, se acercó a Ángela Agramonte, profesora de Español, y le mostró uno de sus textos. Ella no dudó en elogiarle: «Tienes madera de escritor», le dijo, y él no necesitó de mayor impulso para iniciar una carrera.

Tanto así que … aquí Dios no está (2010), El circo invisible (2015), Hierbas (2016), Ventana al mar (2017) y Unes los puntos y verás (2019), lo desnudan en esa contradicción por ser o no ser de los personajes de cada lectura.

Vale decir que Unes los puntos y verás también resultó noticia en esta Feria, al acaparar la atención en los anaqueles, portando aún el olor a tinta fresca de la Editorial Oriente.

«Ese está pensado, fundamentalmente, para el público infantil, de ocho a diez años, aunque puede disfrutarlo toda la familia. Es la historia de un niño que no tiene amigos y se inventa uno para hacerse la vida más agradable», nos adelantó.

—¿Qué recursos utilizas cuando escribes para el público infantil?

—He tratado que exista algo de imaginación, magia y contemporaneidad que es, en definitiva, lo que caracteriza mi literatura. Ubico siempre al lector en el espacio, en la Cuba actual, para que se sienta más identificado.

Es ese un sello muy personal que le ha dado, además del Calendario, otros alegrones como la beca de creación La Noche 2012, conferida por la AHS; Premio Herminio Almendros 2014, otorgado por la Editorial Oriente; Premio Celestino de Cuento 2014, entregado por Ediciones La Luz y la AHS, de Holguín, y la beca Dador 2016, también auspiciada por la organización que agrupa a la joven vanguardia artística del país.

—Con tantos premios, ¿te consideras un hombre con suerte?

—Para nada, aunque sí cuestan trabajo. Los premios te los dan o no. Tampoco son sinónimos de calidad. Si en algún momento me he entristecido porque no he recibido alguno, me ha servido para seguir esforzándome y alcanzar otros.

—¿Concursante nato o por obligación?

—Mando a los concursos porque es la manera más efectiva de que te publiquen si ganas. Hay muchas personas con talento que escriben y la competencia en las editoriales es fuerte. Los premios muchas veces te dan derecho a ir directo al plan editorial.

A pesar de ser ya un escritor reconocido en las lides literarias de Sancti Spíritus y un poco más allá, aún a Ariel Fonseca Rivero se le ve a menudo muy cerca de sus inicios. Talleres literarios, intercambios con estudiantes ávidos de acercarse a las páginas, lecturas, peñas… una constancia que distingue su labor como jefe de la Sección de Literatura en la filial espirituana de la AHS.

«No es solo para que ganen conocimientos, sino para mejorar su ortografía, además de que aprendan a interpretar sus contextos y eso los convierte en seres humanos más integrales, capaces de hacer volar su imaginación».

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