Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

Estupideces y genialidades

Lo realmente cierto es que para lograr decir o hacer una estupidez o algo genial debes tener quórum o publicarlo. Por eso, la estupidez puede ser relativa

Autor:

JAPE

«Dos cosas son seguras: el universo y la estupidez humana; y no estoy seguro de la primera», expresó Albert Einstein en una de sus tantas consideraciones sobre el hombre y su singular manera de afrontar la vida.

Concuerdo con Albert, hasta cierto punto. No sé si él concordaría conmigo, pero a mi entender la estupidez es relativa, y él debería saberlo. Lo que para algunos puede parecer inocuo, intrascendente, pueril, para otros resulta sublime, único, eminente… y no hablo de nuestra pareja, que puede transitar por ambas condiciones indistintamente. Solo depende de si hayas sacado o no la basura esa noche.

Lo realmente cierto es que para lograr decir o hacer una estupidez o algo genial debes tener quórum o publicarlo, ya sea en un libro, periódico o audiovisual. Lo de hacer un libro es complicado. Las editoras se convierten en auténticos archivos clasificados que revelan tus textos años después de entregados haciéndote pasar tremenda pena: ¡¿Y eso lo escribí yo?!

Quizá Fred Allen tenga razón al expresar: «No puedo entender por qué una persona pasaría un año escribiendo una novela cuando puede fácilmente comprar una por unos pesos».

Publicarlo en la prensa no es confiable porque, como dice Jerry Seinfeld, «es increíble que todas las noticias que ocurren en el mundo a diario siempre caben en el periódico». Corres el riesgo de que tu estupidez o genialidad se pierda entre tantos artículos, informes y reseñas que se repiten todos los días. Tampoco cuentes con el audiovisual, porque tiene una dependencia directamente proporcional a la energía eléctrica. Ya saben lo que apuntó George Gobal: «Si no fuese por la electricidad, todos estaríamos viendo la televisión con velas».

Solo las mujeres tienen fama (mal ganada, pues los hombres son peores) de contarlo todo. O sea, la mejor opción de que mucha gente se entere es decirlo a una mujer. Si eres casado, ya sabes que tu esposa no te prestará atención alguna. No obstante, te queda la variante que propone el gran sicoanalista Sigmund Freud: «Si quieres que tu mujer te escuche, habla a otra mujer; y la tuya será todo oídos».

Es importante que cuando expreses tu estupidez o genialidad seas lo más modesto posible. No muestres autosuficiencia ni seas prepotente. Recuerda que «la gente que piensa que saben todo son una gran molestia para las que sí lo sabemos todo», según Isaac Asimov. Tampoco debes vacilar ni mostrar incertidumbre, porque es letal. Te lo digo por experiencia propia. Yo antes era muy indeciso y ahora… no estoy seguro.

Una vez realizada la acción o dicha la sentencia (sea una estupidez o una genialidad) estarás a muy poca distancia de ser famoso, de ser una estrella, más en estos tiempos en que cualquiera es una celebridad, aún sin talento alguno. No olvides que «una celebridad es una persona que trabaja toda su vida para ser conocida, y una vez que lo logra se pone gafas oscuras para evitar ser reconocida», al decir de Fred Allen.

Y usted, querido lector, no trate de sacar conclusiones, aunque se lo pida Taladrid. Ya lo dijo Arthur McBride Bloch: «Una conclusión es el lugar donde llegas cansado de pensar». ¿Para qué pensar?, si lo importante no es saber, sino tener el teléfono del que sabe.

Comparte esta noticia

Enviar por E-mail

  • Los comentarios deben basarse en el respeto a los criterios.
  • No se admitirán ofensas, frases vulgares, ni palabras obscenas.
  • Nos reservamos el derecho de no publicar los que incumplan con las normas de este sitio.