Obra Las bebidas son por Pearl. Autor: Diosmel Galano Oliver Publicado: 27/11/2018 | 08:28 pm
Desde otras provincias, de países cercanos y lejanos, llegaron a la capital muchos titiriteros respondiendo a la convocatoria de ese evento donde figuras y marionetas manipuladas por actores, a veces confundidos, recuerdan que no es solo para los pequeños esta entrañable manifestación escénica.
La 4ta. Bacanal de títeres para adultos no conoció, sin embargo, un nivel semejante a anteriores encuentros, si bien hubo más de un momento o grupo encomiables; técnicas novedosas o al menos renovadas junto a lo tradicional arrojaron funciones que oscilaron entre lo incompleto y lo sugerente.
En más de un caso se echó de menos, ante todo, una mejor cohesión dramatúrgica lastrando espectáculos que, sin embargo, evidenciaron aspectos loables. Digamos, en Las bebidas son por Pearl, de Teatro sobre el Camino (Villa Clara), el homenaje a la imprescindible rockera Janis Joplin conoció una notable actuación de su protagonista Elizabeth Aguilera Fariñas (también responsable de la puesta), secundada por sus colegas de reparto.
En Las bebidas son por Pearl habría que resaltar además la fineza y el cuidado en la plasmación de la escena erótica y otros instantes conseguidos, mas el montaje requiere de mayor organicidad, pues se recibe como cuadros aislados, sin verdadero engarce.
Algo semejante ocurrió con la compañía BBLQ de objetos y movimientos (Argentina) en la obra Un instante leve; apreciable su labor con la miniatura aumentada y proyectada en audiovisual, en una curiosa fusión de lenguajes, pero los cuadros carecían de ilación y coherencia.
Entre las mayores decepciones estuvo Butoh Chilango (México) con piezas que extraviaban el pretendido lirismo y la poesía por obra y (des)gracia de la reiteración y la cacofonía coreográfica.
También hubo oportunidad para el aplauso cerrado: los integrantes de Fantoches Baj (Galicia, España) elaboran en Agua que no has de beber, leyendas, mitos, refranes populares, muchos heredados por nosotros, en una combinación de figuras y actuaciones en vivo llena de gracia y simpatía, donde la música y la animación lograron valiosos resultados, para lo cual se apoyaron también en nuestro excelente coro Vocal Leo, bajo la dirección de la maestra Corina Campos.
Restando algunos instantes de sobreactuación, sobre todo en el actor que encarnaba al viudo, Teatro Papalote, dirigido por el maestro René Fernández, sacó notable partido al esperpento y la máscara para fustigar la chismografía y apego al dinero en ambientes provincianos mediante El runrún.
Otra puesta destacada fue El encuentro, de La Salamandra, donde Ederlys Rodríguez es coautora y correalizadora de un homenaje a la mítica tienda por departamentos El Encanto, como se recordará incendiada por la contra a principios de la Revolución.
«Teatro de papel», resulta admirable la manera en que el mundo representado en tal soporte cobra vida echando mano al lenguaje publicitario, el audiovisual, la radio y otros mínimos pero bien proyectados recursos en perfecta integración, apoyados en el diseño de vestuario de otra gloria en la especialidad (Edurdo Arrocha); mezcla sutil de humor y seriedad, eludiendo el morbo y el sensacionalismo de la tragedia para erigirse en un relato sensible y divertido a la vez, sobresale también la actuación matizada y dúctil de Ederlys.
Aunque también irregular en cuanto a elencos y alcance de los programas, el Cabaret titiritero en el Café Bertolt Brecht deparó ratos no solo agradables sino de calidad intrínseca, con un destaque para la noche del sábado, que de veras fue un broche dorado.
Habrá que esmerarse en la curaduría y ciertos ajustes de la próxima edición, mas siempre se agradecen estos encuentros en el retablo de los títeres crecidos.