Premios y novedades. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 06:50 pm
El 1ro. de enero de 1977, cuando la Revolución cumplía 18 años, nació una importante institución de la cultura nuestra: la Editorial Letras Cubanas, con el fin de dar a conocer lo más valioso del arte y la literatura nacionales. Con alrededor de 20 colecciones y más de 3 000 libros publicados, este sello vuelve a la Feria con títulos que no deberían estar ausentes en ninguna biblioteca familiar que de verdad se precie.
Así lo ve Anet Rodríguez Ojeda, subdirectora editorial, quien considera una joya literaria la antología Costumbristas cubanos del siglo XIX. Tomo I, que acompañó este jueves al panel por el centenario del ensayista, catedrático, antólogo e investigador Salvador Bueno, uno de los tres organizados por Letras Cubanas en este evento, si se cuentan el dedicado a su cumpleaños 40 y el consagrado al aniversario 80 de Severo Sarduy.
«Costumbristas cubanos del siglo XIX recopila textos y artículos de importantes voces y figuras representativas de ese movimiento literario en la Cuba de 1800 en lo adelante, destacando algunos como Gaspar Betancourt Cisneros, José María de Cárdenas y Julián del Casal», explica a JR Anet, quien además informa que entre los tesoros del stand C3 está también Chicle (ahora es cuando), de la ganadora del Premio Casa de las Américas 2016 (Teatro), Legna Rodríguez Iglesias.
«Aquí, en Chicle (ahora es cuando), la reconocida poeta sigue la línea de excentricismo que habita en sus obras, además de que con él inaugura la colección Lengua Bífida de la casa editora, con la cual los lectores podrán disfrutar de la obras de escritores cubanos traducidas al inglés», señaló Anet.
Pero Letras Cubanas entrega mucho más, como una edición del libro que nuestro Apóstol dedicara a su hijo, Ismaelillo, pero por vez primera ilustrado, responsabilidad que asumió el artista de la plástica José Luis Fariñas. Por otra parte, nos comenta Anet acerca de la propuesta del multifacético y galardonado con el Premio Nacional de Artes Plásticas 2015, Pedro de Oraá, titulada Prontuario impropio, cuyos textos constatan la realidad cotidiana nuestra con algunos toques de humor, asombro, conformidad y extrañeza.
A Teresa Medina, sin embargo, con La maldición de Otelo. Relatos cubanos sobre los celos le dio por presentar la visión que tienen algunos autores sobre este sentimiento que provoca el amor. Figuran en esta antología escritores como Enrique Pérez Díaz, Marilyn Bobes y Daniel Chavarría, de quien se puede encontrar Yo soy el Rufo y no me rindo. Y también entre amores perdidos e historias condenadas al fracaso transita el poemario de Katia Gutiérrez, Libro sobre la piedra y el silencio, cuyos textos revelan por sí solos el constante batallar del ser humano por conseguir lo que quiere cuando de amor se trata.
SIEMPRE ESPERADOS
Como nos recuerda Rodríguez Ojeda, ya es habitual que el catálogo de Letras Cubanas, en el que sobresalen textos que son ya clásicos como Biografía de un cimarrón, de Miguel Barnet, o Cimarrón de palabras (Descargas), de Rogelio Martínez Furé; o que han sido distinguidos por la crítica, al estilo de Ante la pérdida del safari a la jungla, de Lina de Feria, también se enriquezca con aquellos libros que han sido reconocidos con importantes premios, como el Pinos Nuevos, pensado para jóvenes escritores.
Este año los congratulados en ese certamen convocado por la misma casa editora son: Rubiel G. Labarta, en la categoría de poesía, con Los hijos de Caín, un libro que —al decir de Luis Yuseff— «está sostenido por un arsenal de referencias culturales que exigen al lector complicidad y apego, pero a la vez lo premiarán con un libro desgarrador en su más íntima remembranza».
Martha Acosta no encontró en narrativa nadie que superara a su Pájaros azules, que indaga en la búsqueda emocional dentro de los contextos en que se halla el ser humano, y nos transporta por un mundo de miedos, desencantos, nostalgia, pérdida y enfermedad.
Y hablando de premios, esta tarde (4:00 p.m.) será la entrega en la fortaleza Morro Cabaña del Nicolás Guillén de Poesía a José Rolando Rivero; y de los Alejo Carpentier de Novela a Alberto Garrandés, y de Cuento a Emerio Medina (Ensayo quedó desierto).
De Demonios, Garrandés adelantó que se trata de una novela llena «de acontecimientos insólitos, de lo erótico a lo espectral, del cuerpo y el sexo al sueño lúcido, que ansía ser una construcción a medio camino entre el laberinto clásico y el laberinto barroco, un aviso en forma de juego acerca de las correlaciones de la lectura con la escritura y de esta con la vida».
Una vez más Emerio Medina volvió a convencer al jurado con La línea en la mitad del vaso. Es este un cuaderno, explicó Anet, cuyos cinco relatos se desarrollan en diversos escenarios: Gibara colonial, París imaginario y romántico, las riberas del Río de la Plata, las calles de Miramar y la sala de un escritor.
Aquí se presentan historias centradas en personajes que viven, aman, sufren, sueñan, para así reafirmar el interés del autor por reflexionar sobre la condición humana.
Por su parte, el avileño José Rolando Rivero Moreno con un quehacer creativo intenso como ensayista, dramaturgo, artista de la plástica y poeta, se agenció el Nicolás Guillén (como antes el Roque Dalton y La Gaceta de Cuba), con Bosques fractales, un cuaderno que viene a redondear una obra en verdad muy estimable, en la que aparecen títulos como Alabanzas en el cerco de luz, Odio el mar, Lamentaciones y Santa palabra.
Otros títulos
•Los hijos soñolientos del abismo, Geovannys Manso
•Los aprendices, Rebeca Murga
•El fuego de Ruán llueve sobre La Habana, Roberto Méndez
•Insomnio-the fight club-, Ahmel Echevarría
•La libertad infinita, Edel Morales
•Mañana el cisne, Lourdes González
•La fragmentada memoria, Yanira Marimón
•Memorial de postguerra, Pepe Sánchez
•Morir con otras armas, Ricardo Riverón
•Peregrinaje de Borges por los laberintos de Dante, Arassay Carralero
•La otra realidad, Esther Díaz Llanillo