Los instructores de arte se miran a sí mismos, y piensan en el futuro. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 06:25 pm
CIENFUEGOS.— ¿Cómo competir en un mundo tecnológico con propuestas culturales atractivas? ¿Cómo podemos construir «efectos especiales» sin recursos? ¿Tienen claro los instructores de arte (IA) su verdadera misión en los tiempos actuales? ¿Son artistas, maestros, o ambas cosas?
Entre tales interrogantes se debatieron los miembros de la Brigada José Martí (BJM) en la provincia, quienes, preocupados por su labor a más de una década de la primera graduación, apuestan por una creación artística superior.
«Vivimos en un mundo de tabletas, computadoras, celulares, Internet, “paquetes”, y es un reto llamar la atención de niños, adolescentes, jóvenes y adultos con nuestros productos culturales», identificó Dustin Polo, al frente del grupo infantil Abracadabra.
«Pero se puede hacer si creamos con calidad. En el caso nuestro hemos sido capaces de llenar el teatro Tomás Terry en varias ocasiones, y mantener por una hora y media al público interesado. Es difícil, pero no imposible.
«Incluso, estos proyectos comunitarios están sustentados por el apoyo de la familia de los pequeños, de sus padres, y si estos no ven que sus hijos participan en un buen proyecto, ponemos en peligro nuestro trabajo.
«Hay que mostrar un buen producto con “efectos especiales”, ya sea en vestuario, guión, escenografía. Cada cual lo hace de acuerdo con sus posibilidades, recursos, creatividad e iniciativa».
Reconoció que aunque existen instructores de arte que demeritan la labor de otros, a aquellos no se les puede separar sino más bien unirlos, y continuar su formación, al igual que con quienes dejaron el trabajo propiamente de la instrucción, pero permanecen vinculados al arte.
En tal sentido, Frank Pérez Aguayo, presidente de la Asociación Hermanos Saíz en la provincia, comentó que «es preciso unir el trabajo de ambos movimientos culturales, los cuales tienen objetos sociales muy parecidos en cuanto al trabajo comunitario. Muchos de los integrantes de la BJM son miembros de la asociación por su talento, pero ¿quién dice que entre uno y otro no nos podemos unir y hacer más actividades en las montañas, en comunidades apartadas y de difícil acceso?»
El lomerío no se le puede dejar solo al teatro Los Elementos, por tal razón a ellos se suman varios instructores de arte, afirmó para considerar que la presencia de un instructor en estos lugares es vital para mejorar la calidad de vida y evitar el éxodo de campesinos a la ciudad.
Sándor Martínez Fuentes, vicepresidente nacional de la BJM, señaló que cultura no puede confundirse con recreación. «A veces pensamos que somos responsables de esta última, y nuestro objetivo debe ser dejar una huella que perdure en esos pobladores, proponerles un programa creativo que les dé herramientas para su vida y la formación de una opinión crítica que les permita discernir entre productos culturales; e identificar líderes que puedan continuar con nuestro trabajo cuando ya no estemos», destacó.