Pedro de Jesús López quisiera ser eternamente joven en lo que escribe. Autor: Giselle Morales Rodríguez Publicado: 21/09/2017 | 05:46 pm
FOMENTO, Sancti Spíritus.— Todos lo conocen, no porque rompa con el estilo de vida de esa comunidad rural, sino porque saben que es uno de sus mejores escritores: Pedro de Jesús López, el que llegó hace tiempo desde la capital, pero que no se quedó dormido en el paraje natural y ha sabido, desde esa localidad montañosa, enorgullecerlos.
«Soy una criatura irreverente e irónica, porque la vida me ha llevado a serlo. Uno es el resultado de muchas cosas que vive y que ve, y de muchas personas que conoce. No solo lo soy cuando escribo, sino cuando hablo, cuando vivo».
—¿No te preocupa que muchos críticos hayan catalogado tus textos de irreverentes, cáusticos…?
—Para nada. Peor sería que me encasillaran como alguien conservador, muy tradicional o aburrido. Es preferible que te digan irreverente. Yo siempre lo seré.
—¿Qué precisas para escribir?
—Tranquilidad y silencio. Me siento con la historia en mi mente, porque le tengo pánico a la página en blanco. Aunque todo puede cambiar al final. Pero eso me da seguridad para empezar.
—¿Cómo lograste despojarte de la vida bohemia de la capital y te adaptaste a Fomento, un pueblo enraizado en el vientre del Escambray?
—Fue un proceso lento, paulatino. Realmente las diferencias son muy fuertes. He aprendido a valorar cosas que en la capital no tenía. Me volví a encontrar con mi madre, lo cual ha sido un hecho fabuloso para mí. Me reencontré con la naturaleza que rodea mi casa, con el silencio. Lugares como Fomento te permiten deshacerte de influencias, modas, de estereotipos que circulan en los ambientes literarios. Uno se encuentra a sí mismo.
—A pesar de que eres uno de los escritores más importantes de Sancti Spíritus y del país, se te ve poco en el panorama cultural de la provincia y de la Isla...
—Detesto moverme. El transporte está muy malo. Además, cuando asisto a los encuentros a que me invitan, sobre todo a los de Sancti Spíritus, no advierto una motivación; siento que no se ventilan temas interesantes... Prefiero entonces quedarme aquí.
—Para muchos, aunque vivimos en pleno siglo XXI, resulta alarmante una temática recurrente en tu obra: el homoerotismo. ¿Qué piensas sobre ello?
—No es algo que me haya propuesto. Simplemente, mi propia biografía, mi propia preferencia sexual ha hecho que ese tema sea para mí muy importante; es uno de los tópicos que me define como ser humano y, luego entonces, me ha definido en cierta etapa de mi vida como escritor.
Pedro de Jesús López no imaginó, quizá, que la avidez por el mundo de las letras a partir de que a los diez años tuviera su primera máquina de escribir Underwood le llevaría a obtener importantes lauros como dos Alejo Carpentier con La sobrevida (2006) e Imagen y libertad vigiladas. Ejercicios de retórica sobre Severo Sarduy (2014); la primera mención en el 2012 en el Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar con Ida y, en el recién año concluido el XIX Premio de Cuento La Gaceta de Cuba con Engracia también quiere ser máster.
Solo ha necesitado sacar a la luz cuatro libros y numerosos ensayos en revistas y publicaciones periódicas para que sus creaciones hayan recorrido gran parte del orbe, a través de prestigiosas editoriales, y ser invitado a distinguidos eventos internacionales como la Feria de Frankfurt, Alemania, y el coloquio Cultura y sociedad, en Estados Unidos.
—¿Cuál consideras que haya sido el secreto de tantos premios?
—El secreto de un creador es dejar que las cosas lleguen a uno. No se pueden inventar las historias; tienen que tocar en tu imaginación. Y los concursos, bueno, garantizan una promoción dentro de Cuba y le dan cierta prestancia a tu currículo, al tiempo que se convierten en un reto.
—El último premio, el Alejo Carpentier (2014), fue con un ensayo sobre la obra de Severo Sarduy. ¿No resultó arriesgado escribir y concursar, inspirado en un cubano poco conocido?
—La idea sobre Sarduy nació cuando estudiaba Letras en la Universidad de La Habana; de allí surgió mi tesis. Después de 18 años, me invitaron a participar en un panel sobre su obra y el hecho de prepararme propició emprender, otra vez, un análisis de su obra.
«Uno como investigador debe tratar de encontrar temas novedosos e interesantes y, justamente que Severo Sarduy sea un escritor apenas conocido en Cuba, me aseguró la novedad. Mi obra viene a ser un aporte a esa inmensa bibliografíasarduyana».
—¿Cuánto hay de Severo Sarduy en Pedro de Jesús?
—Desde que lo descubrí ha formado parte de mi narrativa. He incorporado muchos elementos de su lingüística y estilo. Conocer su obra fue fascinante y no he podido permanecer ajeno a eso. Pienso que él y Alejo Carpentier son dos de las grandes figuras de las letras cubanas que han tocado cimas de la lengua nunca antes vistas, me imagino que solo por José Martí.
—Desde hace un tiempo eres el asesor dramático de Agón teatro, un grupo de jóvenes fomentenses. ¿Por qué dedicar parte de tu tiempo a esa acción?
—El teatro es una de mis grandes pasiones. He podido aportarles conocimientos que ellos no tienen, como de gramática, lingüística, de enunciación de un texto determinado. Disfruto entregar lo que sé; impartir clases. Me pareció fascinante llevar al teatro uno de mis textos. Estoy pensando en escribir para esa manifestación.
—¿Cómo evalúas el movimiento literario hecho por los jóvenes?
—Cada día se incorporan más narradores, más poetas, más ensayistas; pero pienso que no todos poseen rigor estilístico. Quizá mi generación fue igual y solo sea una visión generacional. También considero que son más reacios a la crítica. Están como que más atrincherados en sus ideas y que les resulta un poco difícil dialogar con las generaciones que les anteceden.
—¿Cómo te gustaría que te recordaran?
—Como soy: irónico e irreverente. Quisiera ser eternamente joven en lo que escribo, que los temas me lleguen naturalmente. No puedo ni imaginar estar sentado detrás de un escritorio pensando qué escribo hoy.