Albertico Lescay (trompetista) y su proyecto Formas, el pasado domingo en la Sala Dolores. Autor: Miguel Rubiera Jústiz/ACN Publicado: 21/09/2017 | 05:40 pm
SANTIAGO DE CUBA.— La escena no debió diferir de alguna de las desarrolladas en los clubes jazzísticos de New Orleans, considerada por no pocos como la meca del género: Christine Jones desgajó su Baby please don’t go, acompañada al piano por su esposo Klaus-Peter Schammel. La cantante austríaca hizo gala de su voz en ese excelente blues y sedujo a un público conocedor del estilo, que encontró en el Iris Jazz Club el sitio exacto para disfrutar de la música.
Convocada por el segundo encuentro Amigos del jazz, la Jones vino acompañada de su banda Jones Mobile para confraternizar y actuar en otros dos espacios: la Sala Dolores y el Patio de la Jutía Conga de la Uneac. Allí, entre acordes, excelente dominio de nuestro idioma y buen sentido del humor, la europea propuso su visión de un género que gana un lugar importante en la urbe oriental.
«El jazz lo es todo y este Festival de Santiago resulta un vehículo para la comunicación entre todas las artes», confesó la autora de My cat, quien no solo trajo sus composiciones, también una «ínfima» muestra de sus pinturas o soundpainting, como suele llamarle.
A Christine se unió un grupo ya numeroso de colegas. Todos tuvieron el mismo objetivo: intercambiar ideas melódicas acerca de un género que se nutre constantemente de la creatividad de latinos, europeos, africanos y estadounidenses.
En tres noches, y con la siempre certera visión del compositor Rodulfo Vaillant, presidente del Comité Provincial de la Uneac —quien enamoró a los artistas con el evento—, Amigos del jazz exhibió un atractivo cartel. No se dejó fuera la diversidad musical presente en la Isla, y esta vez actuaron el maestro Bobby Carcassés, premio nacional de Música en 2012; el trompetista Yasek Manzano y el saxofonista Alfred Thompson. Todos participantes en la edición pasada del encuentro.
Junto a ellos estuvieron en cartelera, entre el 27 y el 29 de septiembre último, los santiagueros Iván Acosta (flautista) y su grupo, el cuarteto de saxofones Magic Sax, Albertico Lescay y su proyecto Formas, la agrupación vocal Vidas, Camilo Bess y Conmoción, Influencia, y la cantante Zulema Iglesias.
Para el destacado artista de la plástica Alberto Lescay, cuyo aporte artístico al diseño del Iris Jazz Club ha sido sustancial, es este certamen un «incentivo tremendo para los jóvenes y para el público, a quienes se les va creando un hábito, pues solo conocían de ese estilo esporádicamente».
Lescay, quien confiesa llevar «un musiquito por dentro», ve con buenos ojos que en la ciudad camine, de modo natural, este hálito de improvisaciones y de blues con el son y el canto coral. Precisamente su hijo, Albertico Lescay, líder del proyecto Formas, piensa que Amigos del jazz ha sido un punto de encuentro y de partida.
Trompetista y pianista, Albertico retomó hace seis meses aquella iniciativa que a finales de los años 90 inició con algunos amigos. Y este fin de semana vimos en los escenarios santiagueros a Formas apropiarse de nuestras raíces melódicas y fusionarlas con nuevas tendencias musicales como la electrónica, o con recursos de la armonía más tradicional de Norteamérica.
Iván Acosta, director de De Cuba somos, aseguró a JR que el jazz siempre ha tenido cabida en la escena sonora de su ciudad. «En la Uneac mantenemos nuestra peña, y en estos momentos contamos con una institución como el Iris Jazz Club, que es una de las mejores del país», opinó.
El artista reconoció el movimiento jazzístico que puja en la ciudad y que se palpa no solo en el repertorio de las agrupaciones profesionales, sino entre los estudiantes del conservatorio Esteban Salas.
«Se está creando todo un fenómeno artístico en Santiago de Cuba que cambia una visión musical, pues ya en estos momentos no solo estamos atados al son», apuntó Iván, cuyo grupo establece un puente con la tradición cultural de la urbe.
Camilo Bess, Zulema Iglesias, el cuarteto de saxofones Magic Sax, la agrupación vocal Vidas y el grupo Influencia también corroboraron con sus actuaciones esa máxima de los organizadores del evento jazzístico de consolidar a Santiago de Cuba como una plaza importante para los cultores y amantes del género.
Y a ello contribuyó con sus presentaciones el showman Bobby Carcassés. Desde la mirada afrocubana del jazz hasta la más clásica mostrada por Carcassés se ratificó su asiduidad al evento, el cual describió como hechizante y creador de una «magia artística que condicionó el éxito del primer encuentro y de ahí que nuestra presencia aquí esta vez reafirma que estamos siempre dispuestos a venir a Santiago».
Otros como el trompetista Yasek Manzano sintieron que este fue un momento para «recibir y dar buenas energías» desde el arte. Manzano, acompañado de Omar González (bajo), Julio César Gisberth (batería), Miguel de Armas (piano) y Héctor Quintana (guitarra), propuso en Santiago su concepto sonoro, lleno de virtuosas improvisaciones suyas y de sus músicos, algo que nos condujo por una de las rutas más contemporáneas del jazz nacional.
Entonces puede afirmarse que lo que en años anteriores hubiera sido una utopía, ahora deviene un hecho en la Ciudad Heroína: el jazz también pervive y colorea el ambiente citadino. Solo necesita, a mi entender y el de muchos entrevistados, que se continúe integrando a la vorágine cotidiana esta genial iniciativa de que el género sea palpable en los espacios culturales.