La enseñanza artística formó parte del debate. Autor: Roberto Suárez Publicado: 21/09/2017 | 05:25 pm
En tiempos de la Revolución Cubana, la música ha sido objeto de profunda preocupación por parte de quienes desean para nuestro pueblo una vida espiritual amplia, culta, con los valores éticos que le son inherentes, y digna de las tradiciones que han conformado nuestra identidad nacional.
De esa manera, y en presencia de Esteban Lazo Hernández, vicepresidente del Consejo de Estado, el director de la orquesta de cámara Música Eterna, Guido López Gavilán, al frente de la Asociación de Músicos de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac), inició este miércoles, en el Multicine Infanta, la presentación del informe que convidó a la reflexión en el último Consejo Nacional correspondiente a este 2012 de la organización de vanguardia de la intelectualidad del patio.
Porque «la música ha estado profundamente vinculada a la vida de los cubanos y está presente —directa o indirectamente— en gran parte de las expresiones del arte», es que se llamó la atención sobre esa que se escucha continuamente en espacios públicos, centros gastronómicos y nocturnos, festividades, escuelas, ómnibus..., carente de valores y que deriva en una amplia gama de vulgaridades. De ahí que sea imperiosa una efectiva supervisión colectiva.
Por ello la Doctora Graziella Pogolotti recomendó que se sometiera al reguetón, que con insistencia nos invade, a estudio multidisciplinario, para así determinar los factores sociales y cuáles son los elementos existentes en la sensibilidad y en la conciencia de sus escuchantes, y en base al diagnóstico incidir de una manera más efectiva sobre el todavía alarmante fenómeno.
«Hay mucho más que vulgaridad en el reguetón. Hay una profunda falta de respeto a la dignidad de la mujer. Con su carácter extremadamente machista coloca a la mujer como un objeto social y en una situación de violencia», enfatizó la notable intelectual, quien manifestó su convicción de que los gustos se fabrican y de que, al mismo tiempo, poco se logra con las prohibiciones.
Cuando se habló del polémico tema introducido por la Pogolloti, el investigador Desiderio Navarro prefirió hacer una distinción entre la música y el texto. Si la primera es pobre, reiterativa, lo que se expresa por medio del segundo es realmente preocupante. La cuestión no es solo de vulgaridad y mal gusto, sino, sobre todo, de divulgación y la predicación de elementos que van en contra de nuestra ideología, afirmó.
Que tengan su público no es el problema, sino que con los medios del Estado se empiecen a imponer al resto de la sociedad de manera masiva, y con ello se estén naturalizando las ideas del capitalismo.
De ahí la gran significación de los medios de difusión, un asunto en el que el músico Ángel Bonne insistió: son decisivos pero no siempre encuentran espacio en ellos los grandes de la música del país, sino, y con marcada frecuencia, aquellos que quieren ser famosos pero con una obra desatendible. En nuestros medios, donde deberían estar claras las estrategias de promoción, se promueven propuestas banales, o se realizan programas que olvidan las jerarquías artísticas.
Todo lo anterior incide en la principal preocupación del destacado pianista Frank Fernández: «Me inquieta que hay dos o tres generaciones a las que costará salvar del mal gusto, al estar constantemente bombardeadas con textos divorciados de la literatura y con música de escasos valores estéticos. Mientras mayor vaya siendo el embrutecimiento, superior será la brecha que le dejaremos al enemigo para que nos penetre.
Ello explica que Fernández se cuestione cómo estos seudoartistas consiguen posicionarse, si no han sido categorizados ni evaluados por el Ministerio de Cultura. «Está imperando un sentido “mercantiflero” por encima de la seria mirada económica que exigen las condiciones actuales del país».
En medio de esta situación, en el informe presentado se recomendaba, por ejemplo, buscar fórmulas para disminuir los costos de producción y lograr que el disco cubano llegue al mercado a precios a los que pueda acceder la mayoría de la población y que le permita competir con la comercialización de discos con valores ajenos y no deseables que han proliferado en los últimos tiempos.
De cualquier manera, el artista de la plástica y crítico de arte Manuel López Oliva consideró que, en general, los problemas de la música no se manifiestan en lo profesional, sino en lo social. Por eso es tan esencial expandir valores culturales y éticos, porque lo que está en juego es el hombre, la cultura nacional y el futuro.
En medio del Consejo, el director de la orquesta de guitarras Sonantas Habaneras, Jesús Ortega, reconoció el notable esfuerzo realizado por el Ministerio de Cultura y el Estado en la remodelación de teatros, como La Caridad, de Santa Clara; y el Eddy Suñol, de Holguín (se criticó duramente la eterna inercia que impera en la sala José White, de Matanzas, y en la sede de la Orquesta Sinfónica de Camagüey). «Sin embargo, a pesar de que el movimiento de la música de concierto está más fuerte que nunca, las orquestas sinfónicas y de cámara, y los grandes jóvenes instrumentista con que contamos, apenas encuentran espacios donde presentarse.
«Hallamos provincias donde ni siquiera existe un piano de concierto. Conocemos que esto requiere de una inversión significativa, pero sin estas condiciones es imposible desarrollar la cultura de la nación».
La enseñanza artística, y especialmente de la música, también fue analizada, a pesar de la probada calidad mostrada por sus graduados en los últimos 50 años. Trascendió que los principales problemas se concentran en la actual insuficiente formación pedagógica de los egresados que se destinan a la docencia y su ubicación profesional, la superación de los claustros existentes y en la falta de estímulo para las investigaciones.
Como el resto de los participantes en el Consejo, Esteban Lazo está convencido de que en una Isla como la nuestra, la música que se hace y difunde debe ser cuidada a toda costa. Por eso es primordial que nuestros creadores lleven la cultura no solo en el estómago —señaló refiriéndose al interés económico que puede suscitar— sino, sobre todo, en el corazón, en la conciencia, en las ideas que se defienden.