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Zombis en La Habana

Luego de un satisfactorio recorrido por festivales internacionales, el realizador Alejandro Brugués, comparte con JR su pasión por el cine de género y acerca de Juan de los muertos, su más reciente fruto fílmico

Autor:

Jaisy Izquierdo

Un viejo almendrón que ha largado sus ruedas arde en llamas. En el medio de La Rampa un tanque de guerra permanece volcado. Y un helicóptero que rompe sus aspas contra el mismísimo Capitolio, nos advierte a todas luces de una caótica Habana destruida por una camada de seres de ultratumba contra los cuales ha de luchar del fime Juan de los muertos, remo en mano y, con los pies bien puestos en la tierra que lo viera nacer en imágenes cinematográficas.

Luego de un satisfactorio recorrido por festivales internacionales, su realizador Alejandro Brugués (Personal Belongings) comparte con nuestro diario su pasión por el cine de género y, por supuesto, acerca de su más reciente fruto fílmico recogido en esa parcela que tan poca labranza ha encontrado en nuestra cinematografía.

Cuenta Brugués que un día caminando por la calle con Inti Herrera, le comentó en clave de humor negro: «Mira a esa persona, Inti, parece un zombi; con más gente así podemos hacer una película y no vamos a necesitar ni maquillaje». El chiste actuó como una especie de chispa interior que prendió el deseo en el Brugués guionista (Bailando chachachá; Lila, de Tres veces dos; y Frutas en el café) de escribir la historia para su segunda película como director.

—¿Por cuáles rumbos enfilaste el proceso de escritura para aterrizar los zombis en el contexto cubano?

—Con estas películas sucede algo muy interesante: casi siempre hay un subtexto social, así fue como surgieron en los años 60 con George A. Romero. Aproveché esta característica para intentar ver la realidad que nos rodea e imaginármela a través del prisma de una película de zombis. Fue un proceso de escritura de lo más divertido, pero de un humor negro terrible.

—Otra vez a reírnos de nuestros problemas, ¿no?

—En la película hago eso también, aunque en verdad eso se ha hecho en todas las comedias cubanas, que de una manera u otra comentan sobre nuestra realidad. Pero el tema va por otro lado y es mucho más serio, y no te voy a decir más porque es el tipo de cosas que resulta interesante ir al cine y descubrirlas. Lo que pasa es que está todo rodeado de mucho humor, pero detrás hay una idea más grande y la película tiene mucho corazón.

«Es una historia que te hace reír todo el tiempo pero a la vez te llevas algo de ella, no es de esas obras que ves y olvidas, lo cual hemos podido comprobar durante su recorrido por los festivales internacionales».

—No obstante, apuestas más por el entretenimiento. ¿Crees que este es un ingrediente que está faltando en el cine latinoamericano?

—Siempre escucho a los cineastas latinoamericanos quejarse del cine de Hollywood, y muchas veces tratar de hacer lo opuesto a esa cinematografía. Personalmente no lo puedo hacer, porque crecí viendo ese cine y uno no puede ir en contra de sus influencias. Soy de una generación que nació viendo Tiburón, La guerra de las galaxias, Indiana Jones, Los goonies... Pero pienso a la vez que sí se puede realizar un cine de género que cargue con un contenido, y hacia ese vórtice creo que se inclinará en un futuro bastante cercano el cine de nuestro continente.

«En los festivales he podido conocer a muchos directores de Latinoamérica que están realizando suspensos o películas de acción, de una factura muy buena. Tenemos en común tratar de tener una calidad que atraiga al público al cine y al mismo tiempo el deseo de hablar de nuestra gente, de nuestros países, y de los problemas que tenemos. No se trata de hacer el antihollywood, sino al revés: crear un caballo de Troya donde se mezcle lo mejor de la forma de ellos con lo mejor del contenido nuestro. La esencia es buscar el equilibrio».

—Realizar una película como esta, en términos de producción suponía todo un reto...

—Por lo general las películas de este género tienden a ser reducidas, es decir, se construyen a partir de un grupo de sobrevivientes que ante la estampida de zombis se atrincheran en algún lugar, como una instalación militar o un centro comercial; lo que implica que una buena parte de la película transcurra en estas mismas locaciones y con ese mismo grupo.

«Con Juan… quería hacer lo contrario: lograr una película que se viera grande, épica, donde se pudiera mirar ampliamente La Habana, llena de zombis y destruida por ellos. Ese fue el desafío más grande, porque la película era muy ambiciosa en el sentido del tamaño que queríamos transmitir. Fue todo cuestión de planificarse bien y usar muchos truquitos».

—Muchos efectos especiales...

—Uff, ni te imaginas… Al final eran 250 planos de efectos especiales y eso era una pesadilla logística. Creo que hasta el día antes de terminar el rodaje no estábamos ciento por ciento seguros de que todo fuera a salir como deseábamos, porque muchas de las cosas que hicimos nunca se habían intentado aquí. De alguna manera íbamos aprendiendo sobre la marcha y no solo nosotros, pues los especialistas españoles tampoco habían realizado nunca algo así.

—¿Siempre tuviste en mente a Alexis Díaz de Villegas y Jorge Molina para los personajes principales?

—Pensé en Alexis desde el primer momento, porque Juan es un tipo que tiene los pies sobre la tierra, y yo quería transmitir esa especie de nostalgia de su generación. Alexis es un actor espectacular que podía expresar muy bien esa añoranza y a la vez combinarla con esa comedia física que iba a funcionar en la película.

«En todos los filmes de zombis aparecen armas distintivas y yo quería que fueran objetos que pudieran encontrarse en una casa cubana. Entonces se me ocurrió la idea del remo. Cuando imaginé la imagen de Alexis con un remo en la mano lo asocié enseguida con el Quijote y me dije: No lo puedo dejar sin su Sancho Panza. Rápidamente pensé en Molina para que fuera su acompañante».

—¿Quiénes completan el staff?

—Jazz Vilá, con quien ya había trabajado en Personal…; Andros Perugorría, a quien desde que lo vi en otro casting me dije: Este es Vlady California; y Eliecer Ramírez, que no es actor sino fisiculturista. Lo descubrí manejando por la calle, es una mole, y resultó ser un hallazgo genial. De España, que interviene como coproductora bajo la factoría de La Zanfoña, tenemos a Andrea Duro, conocida aquí por la serie Física o Química. Además aparecen Blanca Rosa Blanco, Elsa Camps, Eslinda Núñez, Luis Alberto García y René de la Cruz.

—¿Qué esperas que suceda en el Festival de La Habana?

—El público cubano es para el que hice esta película y es el que más expectativas me genera. Los cubanos son quienes van a reconocer todos los lugares y a reír con chistes internos que pasan inadvertidos para otros. Se enfrentarán a un tipo de película cubana a la cual no están acostumbrados, con el nivel de acción, destrucción, sangre y escenas de multitudes como las que tiene Juan..., y en este sentido creo puede resultar novedoso. Por mi parte, prefiero no imaginar lo que podría suceder. Es mejor entrar, poner la película y que pase lo que tenga que pasar.

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