Eugenia Eiriz. Autor: Yander Zamora Publicado: 21/09/2017 | 05:14 pm
Tras dejar clausurado con Bodas de sangre y Suite flamenca el 14 Festival Internacional de Teatro de La Habana, en el Gran Teatro de La Habana, la Compañía Antonio Gades se presentará esta noche en el coliseo más importante de Santiago de Cuba. Antes de partir a la tierra que guarda las cenizas del extraordinario bailaor, su viuda, Eugenia Eiriz, directora del joven colectivo y de la Fundación que lleva el nombre de quien revolucionara la danza española, conversó con Juventud Rebelde.
Esa mañana Eugenia Eiriz nos contó que trabajaba en el Teatro Real, casa de la ópera en Madrid, cuando conoció que Gades llegaría para poner en escena Fuenteovejuna, en esa temporada del año 2002. «Yo esperaba con ansias ese encuentro, como admiradora que soy de una figura que ha supuesto tanto en el mundo del flamenco y de la danza española. Lo que no esperaba era que además de ser una personalidad tan importante para la cultura universal, fuera un ser humano de tan alta categoría, además del atractivo físico que todos sabemos que poseía. Que era un hombre bueno, valiente, generoso, muy simpático, extraordinario... Allí inició una hermosa relación que luego nos unió en la vida».
—¿Por qué una Fundación?
—La Fundación constituyó la última obra de Gades. Él estaba muy preocupado con lo que podría suceder con todo su patrimonio artístico. No solo con el legado tangible: los documentos, escritos, fotografías..., que hacen mención a su obra, sino también con el intangible, con eso que él le había dejado a la danza española y al flamenco. A él le preocupaba, sobre todo, que se siguiera construyendo sobre esa base tan fuerte que había dejado. Y la forma que encontró fue crear esta Fundación que mantuviera unido todo este impresionante legado, que posibilitara que se pudiera seguir creando a partir de él.
«La sede está en la ciudad de Getafe. Hay un espacio físico, un archivo que protege todo este legado, y en el cual, además, trabaja la compañía. Allí a veces organizamos exposiciones y otra serie de actividades didácticas para abrir este mundo a nuevos públicos. Nos gustaría hacer mucho más, pero no somos una gran institución, desde el punto de vista de recursos económicos, pues no contamos con grandes medios ni presupuestos. Eso sí, atesoramos una obra extraordinaria y unos postulados muy firmes, que son una luz muy clara. Y en momentos que no son fáciles, pues esta luz nos ilumina».
—¿Qué ha pasado con la compañía en estos siete años de creada?
—Gades en los últimos años de su vida, no mantenía una compañía, sino que se dedicaba a supervisar la puesta en escena que de sus obras se hacía en otras agrupaciones. Al poco tiempo de él fallecer, nosotros pensamos que lo ideal era constituir esta agrupación danzaria que fuera capaz de mantener esta forma danzística determinada de Gades que no está presente en otras compañías. Tenemos la enorme suerte de que nos acompañan reconocidos profesionales que trabajaron durante muchos años con Gades y quienes traspasan esta manera muy específica de hacer a las nuevas generaciones. La compañía está dirigida artísticamente ahora mismo por Stella Arauzo, quien bailó Carmen junto a Gades durante muchísimo tiempo y que posee una capacidad pedagógica extraordinaria y una gran generosidad para transmitir todo lo que Antonio Gades le dejó a ella.
«Hasta la fecha hemos montado obras como Bodas de sangre, Fuenteovejuna, Carmen y Suite flamenca, y nos resta Fuego, que presentaremos en 2012. La complejidad mayor en estos montajes radica en la responsabilidad que implica hacerlo. Aunque Gades siempre fue muy claro. Solo hemos tenido que caminar sobre esas piedras que nos dejó».
—¿Cómo ha reaccionado el público con las presentaciones de la compañía?
—Llevamos casi siete años en gira con la compañía presentando obras algunas de las cuales tienen ya 37 años. Sin embargo, el público sigue reaccionando y respondiendo con la misma pasión que en la época en que se concibieron. Gades no está físicamente, y eso es irrecuperable, porque era un bailarín extraordinario. Salía al escenario, se paraba, y ya se caía el teatro, pero su obra sigue ahí. Y no seríamos justos con él si no reconociéramos que esa obra era igual de genial como él como bailarín, o más.
—Ha dicho que están considerando muy seriamente crear una escuela para bailarines...
—Es un paso natural que debemos dar. Otras de las enseñanzas que nos dejó es que no nos saltáramos en el compás. Vamos poco a poco sentando los cimientos, aprendiendo nosotros mismos, y llenándonos de más fuerzas para tener más capacidad de transmisión, y todo llegará. Pero desde luego, la creación de la escuela es el objetivo principal. Y si fuera posible también fuera de nuestras fronteras, porque Gades veía la danza española como un lenguaje universal, que podía ser dominado por todos. La muestra está en Bodas de sangre, por ejemplo, que permanece en el repertorio del Ballet de la Ópera de Nancy (Francia), de la Compañía Andaluza de Danza y del Ballet Nacional de Cuba.
—¿Los sorprendió el hecho de que Gades hubiese decidido que sus cenizas permanecieran en Cuba?
—Yo creo que era el resultado natural de su vida. La cadencia natural. Quedó claro desde que expresara: Cuba no es una aventura, es el puerto de mi vida. Con ello ya lo había dicho todo.
—¿La pérdida física de Gades para usted?
—En los primeros años muy duro, y eso es irrecuperable y reemplazable. Lo que ocurre es que soy consciente de la gran suerte de haber permanecido a su lado el tiempo que he estado, de todo lo que él me ha dado, y eso lo tengo que agradecer. Y él sabe que lo agradeceré siempre, a pesar de que ha sido mucho el tiempo que me ha dejado sin él. Soy afortunada por cada uno de esos días que estuve a su lado.