Estudiantes pertenecientes a la Orquesta Harvard-Radcliffe. Autor: Roberto Ruiz Espinosa Publicado: 21/09/2017 | 05:10 pm
Fue la inclusión de las voces en el último movimiento de la Sinfonía No. 9, muy inusual en la época, uno de los elementos que más sorprendió a quienes esperaban las composiciones del alemán Ludwig van Beethoven (Bonn, 1770- Viena, 1827).
Y la pieza, que data de 1824, volvió a emocionar la noche del martes al público reunido en el Gran Teatro de La Habana. Esta vez la obra fue ejecutada por un centenar de estudiantes pertenecientes a la Orquesta Harvard-Radcliffe (HRO, por sus siglas en inglés), que decidió interpretar completamente este monumento a la fraternidad.
Para dar más quilates al momento, la HRO compartió escenario con los coros Nacional de Cuba y el de Ópera de la Calle. Para los solos, la agrupación norteamericana escogió a la soprano Bárbara Llanes, la contralto María Lucía Méndez, el tenor Emanuel Méndez y Roberto García (bajo).
Los cantos incluidos por Beethoven hacia el final de la pieza y que constituyen una adaptación no literal hecha por el músico alemán sobre el poema Oda a la alegría, de Friedrich Schiller, recobró una fuerza única en las interpretaciones de los cubanos.
Ello tuvo como antecedente la maestría del director de la HRO, Federico Cortese, y de la propia orquesta al mostrar una secuencia sonora perfecta en los tres primeros movimientos. Para lograr luego, en el desenlace, un acople vocal e instrumental que conectó a los presentes con la intención del creador sobre el valor de la amistad.
Cortese alegó que deseaban «tocar en La Habana algo verdaderamente importante, con un significado y una comunicación especial». A la escala capitalina de la agrupación le antecedieron sus presentaciones en los teatros Tomás Terry de la Perla del Sur y La Caridad de Santa Clara. En ambas veladas la HRO se hizo acompañar por artistas locales, como la orquesta de cámara Concierto Sur de Cienfuegos, y la Sinfónica de Villa Clara.
Tal experiencia hizo que Federico Cortese afirmara que la calidad de los músicos cubanos «es muy alta. La integración junto a ellos en los conciertos fue perfecta». Piensa que son esenciales los intercambios culturales entre ambos países. «Por eso la orquesta llegó aquí, porque queremos una comprensión mejor entre Estados Unidos y Cuba. Creo que es importante», aseguró.
Desde 2009, Cortese guía la Orquesta Harvard-Radcliffe. Su amplia carrera lo ha llevado a ocupar los puestos de director adjunto de la Sinfónica de Boston y de la Filarmónica de Brooklyn. Igualmente el músico, graduado del Conservatorio Santa Cecilia de Roma y la Hochschule für Musik de Viena, es el coordinador musical del Festival de Spoleto de Italia.
Considera que Harvard es una de las «más fuertes instituciones culturales universitarias de EE.UU. Cada vez que la agrupación tiene una experiencia internacional, hay siempre un mensaje. (Porque) es una representación bastante importante de lo que los intelectuales norteamericanos piensan».
Fundada en marzo de 1808, la HRO tiene la particularidad de que no todos sus integrantes estudian música como especialidad principal y sí carreras de las ciencias sociales, matemáticas y económicas, u otras. Presenta cuatro conciertos por temporada cada año, y participa en el festival anual Primeras Artes de Harvard. Entre los países que ha visitado se encuentran México (1962), la Unión Soviética (1984), Italia (1996), Brasil (2000) y Corea del Sur (2008).