Factor Rhesus o más comúnmente: Rh —así, sin punto— recibe ese nombre porque la primera vez que se encontró fue en los glóbulos rojos de unos monos del género Rhesus. El 85 por ciento de los humanos lo tenemos, y se dice que somos Rh positivos; los otros son Rh negativos. Cuando la sangre de un positivo se transfunde a un negativo, se forman anticuerpos en el suero de estos últimos. En sucesivas transfusiones, aglutinan los eritrocitos del donante positivo, y causan daño al receptor. Un feto de Rh positivo, en una madre de Rh negativo, provoca en la criatura la eritroblastosis fetal.
El origen de la expresión: «Estar en Babia», resulta curioso: Babia, un lugar cercano a Asturias, era el sitio en el cual pasaban las vacaciones los Reyes de León, por allá por la Baja Edad Media. En ocasiones, ocurrían hechos graves, pero el Rey estaba en Babia y no se enteraba de nada. Por eso se emplea la frase si nos encontramos como ausentes, pensando en las musarañas.
Los niños cubanos, y los chilenos tengo entendido que también, dicen: «yaya» al golpe, al dolor. Es una voz onomatopéyica del «¡Ya!, ¡ya!», con el que los adultos pretendemos restarle importancia al asunto, para ayudarlos a olvidar el susto o el miedo. Los de habla francesa le llaman: «beau, beau», que se pronuncia aproximadamente: «bo, bo», porque en casos semejantes y con igual propósito, los mayores emplean: «C’est beau!, c’est beau!», que significa: «¡Es bonito!, ¡es bonito!». No me he explicado nunca dónde le ven la belleza al trastazo, pero en fin, es así.
«Hablar a tontas y a locas» quiere decir hacerlo sin reflexionar. La historia de la expresión es la siguiente: Un sacerdote tenía que pronunciar su sermón en un convento, pero fue avisado sin tiempo para prepararlo convenientemente. Al comenzar sus palabras dijo, con doble sentido, a las monjas culpables de la tardía invitación: «He venido a hablarles a tontas y a locas». Eso cuenta, en el siglo XVIII, el español Gaspar Lucas Hidalgo, autor bisiesto —así se les llama a los que solo han publicado un libro—. Jacinto Benavente, cuya fama de irónico es reconocida, empleó la frase una vez que le pidieron conferenciara ante las esposas, nada cultas, de algunos literatos famosos.
En los cuentos infantiles se usa mucho la expresión: «Érase una vez...». Debemos tener en cuenta que ha de concordar con lo que le sigue: «Érase una vez un perro...», pero «Éranse una vez dos perros...».
Las respuestas de hoyJamaicano o jamaiquino, estimado lector, aparecen registrados ambos en el DRAE, aunque en algunos diccionarios se lee solamente jamaicano.
No percápita en una sola palabra, como creía una muchacha estudiante de veterinaria; sino: per cápita, locución latina que significa: por cabeza.