Uno de los momentos espectaculares del Vuelo del pájaro. Foto: Franklin Reyes Parado sobre la ligera, ubicada a 12 metros del suelo, el ex gimnasta, miembro de la selección nacional, Yoerlanys Mendoza, mira atento a su compañero convertido en catcher, que ya se balancea a lo lejos en su trapecio, para sincronizarse con él. Todo está más que ensayado, pero el joven no puede evitar sentirse tenso, aunque, al igual que el resto de sus compañeros, integrantes de la Compañía Havana, lleva dos años montando este hipnótico número circense, con el cual Los Montalvos se agenciaran la medalla de oro en el prestigioso festival Pista de París.
Quizá por eso Yoerlanys no puede evitar el nerviosismo al sentir que tantas miradas se han posado en ellos, avisadas por el redoble del tambor que indica que algo muy peligroso va a suceder. Entonces, libera el trapecio, da vueltas en el aire, y estira sus brazos, seguro de que no llegará a la malla.
Desde que se anunciara que, en saludo al 4 de abril, el Vuelvo del pájaro volvería a la arena cubana, muchos han sido los que se han dado cita en la Carpa Trompoloco de 5ta. Avenida y 112, donde se presenta Historia de un artista, con dirección artística de Sonia Díaz Galán, y general de Rolando Rodríguez, los jueves y viernes, a las 7:00 p.m.; y los sábados y domingos en doble función (4:00 p.m. y 7:30 p.m.).
Y es que hacía más de diez años que el Trapecio Doble o el Vuelo del pájaro, como se le conoce popularmente, no estaba presente en la escena del patio.
Ahora más calmado y alegre por el éxito, Mendoza, de 26 años, le confiesa a JR que «aunque estaba convencido de que todo saldría bien, la responsabilidad es muy grande, por lo que el Vuelo representa para el circo cubano. Es un acto muy complicado, y requiere mucha entrega, concentración, entrenamiento, para poder lograrlo.
«Comencé en el circo después que me retiré del deporte activo. Germán Muñoz, director de Compañía Havana, me lo propuso y acepté, pues siempre he sentido atracción por la acrobacia. Reconozco que al principio quería bajarme de la ligera, pero ya estoy acostumbrado».
Confirma Muñoz que no fue sencillo rescatar este número que se presenta en menos de una decena de países, pero que en Cuba tuvo una tradición. «Sin embargo, dice, por su complejidad se hacía casi imposible volver a montarlo. Todo tiene que ser sincronizado como un reloj suizo. Dos años como mínimo se necesitan para ponerlo a punto».
Los deseos de convertirse en artista de circo de un niño que asiste, acompañado de su madre, a una función que lo deja fascinado, es el hilo conductor de Historia..., según explica su guionista José Manuel Cordero.
«La magia del Vuelo lo induce a decidir que dedicará su vida a este arte. Pero su madre se opondrá, pues no resiste imaginar a su hijo en un peligro constante.
«Con Historia... rindo un homenaje a aquellos que día a día hacen circo bajo cualquier circunstancia en diferentes lugares de nuestro país. El circo es de por sí emoción, alegría, pasión, pero también es peligro, riesgo. Y hacerlo no es fácil, ni siquiera cuando las condiciones de trabajo son ideales».
En Historia..., cuya banda sonora ha sido compuesta en parte por el maestro Guillermo Fragoso, los artistas no solo hacen contorsiones, equilibrio sobre un dedo o sobre escalera, telepatía, gimnástica en tela..., sino que, de vez en cuando, tienen que «echar un pasillo». El responsable de ello es el coreógrafo Juan Carlos Castaño.
«He creado una coreografía contemporánea, atendiendo a las posibilidades de los muchachos, porque no son bailarines. Cuando monto los pasos, evito no romper su rutina y me preocupo por no alterar su respiración, que es diferente, pues eso puede poner en peligro el ejercicio que viene después».
Sany Valdés, graduada hace seis años en la Escuela Nacional de Circo (ENC) Yuri Mandrich, asiente mientras Juan Carlos explica. A ella le hubiera encantado ser bailarina, pero la vida la llevó por otro rumbo.
«Desde pequeña hice gimnasia rítmica, pero nací con condiciones físicas ideales para esta especialidad: buena flexibilidad y elasticidad de piernas y de espalda. Cuando le comenté a mis profesores que quería ser bailarina, ellos me dijeron que podía tener un mejor futuro con las contorsiones, y tenían razón. En verdad es muy difícil, pero, por suerte, hay cuerpos que lo resisten todo».
Llama la atención que en el reparto de Historia de un artista participan jóvenes de otras provincias, como Jorge Luis, responsable de la doma de perros, y quien pertenece al Circo de Camagüey. La razón la esclarece Beatriz Dacal, jefa del Departamento de Promoción y Relaciones Públicas del Circo Nacional:
«La nuestra es una empresa que agrupa a artistas de artes circenses y variedades que proceden de la ENC. Son alrededor de 300 graduados en diferentes especialidades. Ellos realizan sus números individuales y al mismo tiempo se unen para conformar los diferentes espectáculos.
«Invitamos a Jorge Luis, para que hubiese una representación de lo mejor que se hace en este arte en la Isla, y presentarle al público, a su vez, algo nuevo».
Fue justamente el circo una de las especialidades que más sufrió con la llegada del período especial. Por eso ha sido muy bien recibida la idea de establecer un espacio fijo para este arte tan gustado por niños y adultos.
«La carpa es la sede por excelencia del circo. Por eso la gente agradece la existencia de Trompoloco», reconoce Rolando Rodríguez, director general de Circuba.
«Es importante tener este lugar en la capital, pero tenemos que ir poniendo carpas fijas en las principales ciudades del país, hasta llegar a todas las provincias.
«Existen algunas que se mueven por toda la Isla, gracias al esfuerzo que realiza el Consejo Nacional de las Artes Escénicas y el Ministerio de Cultura, y también el de Economía y Planificación.
«No descansaremos hasta lograr que el circo cubano, que este año está arribando a sus 40 años de institucionalizado, esté al alcance de todos».