A Ivette Vian se deben los originales guiones de La sombrilla amarilla.
El tercer Festival Nacional de Televisión ya va siendo historia. Cuando esta noche se clausuren sus actividades, no serán pocos los que lleguen a una sabia conclusión: cierto que no se dijo todo, pero todo lo dicho fue importante. El evento teórico, por ejemplo, así lo demostró. Quienes se reunieron el pasado miércoles en el Centro de Prensa Internacional fueron testigos de una discusión particularmente atractiva: El guión y el escritor en la Televisión Cubana.Freddy Domínguez, Elena Palacios, Ivette Vian, Eduardo Vázquez, Mario Masvidal y Roberto Ferguson fueron algunos de los encargados de avisar sobre los temas principales a discutir, que hallaron inmediato e inteligente seguimiento en sus colegas allí presentes.
El popular conductor y guionista de La isla y el tiempo, Eduardo Vázquez, alertó que el público juvenil está en riesgo de creer que nuestra historia es menos significativa que la universal, sobre todo por la escasez de materiales nacionales que refieran la vida y obra de los próceres cubanos.
Esto repercute negativamente en la labor de graficación que debe acompañar a este tipo de producto, puntualizó, pues el espectador requiere de referencias visuales concretas que lo sitúen en el campo de análisis. ¿Somos acaso incapaces de recrear la Historia, de dramatizarla con fines didácticos? Hay que conocer cada vez más al espectador en aras de estimular el conocimiento mediante fórmulas comunicativas más flexibles, desechando el tratamiento empalagoso. «Entretenido no es lo contrario de lo serio, sino de lo aburrido», destacó. «Solo se ama lo que se conoce, y solo se defiende lo que se ama», concluyó.
Por su parte, Ivette Vian relató parte de las interioridades de La sombrilla amarilla, a la vez que protagonizó un auténtico desnudo de su método de trabajo como responsable de los libretos del gustado programa infantil. La también poetisa expuso con amenidad lo preciso que es poseer una idea a la hora de sentarse frente a la página en blanco. «Tengo que creer, ser sincera. Debo estar convencida, para poder convencer», enfatizó, y seguidamente confesó sus tres ingredientes principales: humor, didactismo y poesía, sin temerle a ninguno de los tres.
Durante su intervención, el profesor Mario Masvidal impartió una provechosa clase sobre los aspectos a tener en cuenta cuando de concebir un libreto para musicales se trata. En un primer acercamiento se encargó de clasificar con agudeza los tipos de programas que entran en ese corte, y advirtió —sin ánimo despectivo alguno— cómo paulatinamente la música ha ido quedando al margen en estos espacios, ante el empuje del llamado talk show o conversación televisual.
Unido a ese detalle, Masvidal profundizó en el tema de los presentadores, quienes, a su juicio, cumplen la mayoría de las veces con el exclusivo rol de «pasadores»; es decir, de anunciar al próximo artista y hasta ahí. Tal vez por ello la escaleta ha sustituido prácticamente al «guión de hierro», señaló. Sin embargo, para lograr una propuesta inteligente, es imprescindible un riguroso diseño previo donde tengan cabida tres requisitos fundamentales: gran dominio del tema de conversación, vasta cultura y la garantía de un buen improvisador.
Otra de las ponentes, la realizadora Elena Palacios, valoró el interés del Departamento de Dramatizados por jóvenes escritores, muchos de ellos con gran experiencia en medios como la radio y el cine. A propósito de esto, fueron de gran apoyo los criterios de la periodista Julia Mirabal y de la guionista Maité Vera.
La primera volvió sobre la urgencia de romper con los prejuicios que nos alejan ostensiblemente de los códigos audiovisuales contemporáneos e impiden poner al día a nuestra industria en ese sentido: «Los tiempos han cambiado y la televisión en el mundo habla de otra manera. Hay que ganar a esos que saben hablar distinto», insistió. La autora de Al compás del son, por su parte, habló a favor de los investigadores, quienes con su labor garantizan la calidad de los guiones, y ahora mismo no están favorecidos. Además, fue firme cuando se refirió al retroceso que observa en el proceso de aceptación de los trabajos por parte de la institución, y abogó igualmente por rejuvenecer el personal encargado de esos trámites.
Fue una tarde fructífera que dejó a muchos con expectativas. Lo más interesante, a mi entender, es cómo la propia TVC afronta las dificultades allí expuestas y la discute con sabiduría. Solo nos queda el tiempo y el no cejar en el empeño.