No todos los días nos sonríe la suerte, aunque, para ser sinceros, últimamente está riendo a mandíbula batiente. Y es que Carlos Varela no quiere ser candil de la calle y oscuridad de su casa, sino que, desea con mucha fuerza compartir sus canciones inteligentes y hermosas; las nuevas y esas que no han dejado de sonar entre sus tantos seguidores, aun cuando su figura ataviada de negro, con sombrero hongo, apenas aparezca en la pantalla doméstica y sus temas no guíen el hit parade radial.
Como este es un caldo añorado por muchas tazas, para quienes se quedaron con ganas, o no lograron aplaudirlo en su reciente presentación en los Jardines de la Tropical, el Comité Organizador del 28 Festival Internacional del Nuevo Cine Latinoamericano, el Instituto Cubano de la Música, la UJC y Rueda Producciones ofrecen la posibilidad de que el autor de Monedas al aire, Como los peces, Habáname y Jalisco Park, se pueda reunir con su público esta noche, en el Centro Juvenil Recreativo José Antonio Echeverría, para cantarle a una de las citas más importantes del séptimo arte en el continente y a un universal imprescindible como Jonh Lennon.
Esta vez, la espaciosa edificación ubicada en Calzada y 12, en el Vedado, desde temprano estará abierta libremente para los melómanos (a las 6:00 p.m.), pues allí estarán para recibirlos populares DJs, que interactuarán en sus presentaciones con obras audiovisuales proyectadas en grandes pantallas.
Alrededor de las 10:00 p.m., vendrá Varela con su nueva banda a hipnotizarnos con ese arte suyo «difícil», por diferente, por esa sensibilidad y poesía que se niega a abandonar, porque siempre ha hecho culto a los trovadores padres y a los que engendraron la Nueva: la de Silvio, Noel y Pablo. Será una noche memorable porque, además de los talentosos músicos que lo acompañan (Néstor del Prado, bajo; Elmer Ferrer, guitarra; David Suárez, batería; Tony Rodríguez, piano; y Rochy y Diana Fuentes, coros), el inmenso Vocal Sampling y la más que prometedora Elmer Ferrer Band harán también estremecer el Echevarría.
Y ya, solo me resta invitar a los lectores a esta mágica aventura nocturna, con luna llena o en cuarto menguante, es igual, porque lo importante es el encuentro con uno de esos músicos que tienen el privilegio de poderse llamar artistas.