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¡Peces y producciones, al morral!

Acuanipe, industria holguinera de la rama alimentaria, empieza sus elaboraciones fertilizando estanques y tirando el chinchorro embalse adentro

Autor:

Nelson Rodríguez Roque

MAYARÍ, Holguín.— Enero, febrero y marzo son desfavorables para pescar, dado que a causa de las bajas temperaturas los animales van a las profundidades y la brisa también afecta. Lo afirma a sus 60 años un experto del ámbito acuícola. La captura más abundante ocurre luego, expresa Guillermo Puig, jefe de una brigada de pesca. Aferrado a la lancha desde hace más de dos décadas, este holguinero prefiere la frescura de madrugadas y mañanas para hacerse a la presa Nipe.

Sobre las 9:00 a.m., Urbi Díaz y Raúl Martínez bajan el pescado en el punto de desembarco. Lo «nevan» junto al muelle y lo suben después a un vehículo que se dirige a la industria de la UEB Acuanipe, perteneciente a la Empresa Pesquera Holguín (PescaHol). Díaz, pescador, y Martínez, patrón de embarcación, aseguran que a las tencas se les «da caza» en volumen superior, toda vez que el arte de pesca, al arrastrarse, se las lleva más que a otras especies, cuyo menor tamaño les permite adentrarse entre hierbas espinosas y malanguetas.

Al despliegue del chinchorro, de 600 metros (m) de longitud y una altura de 16 m, a veces se le interponen arbustos y pedazos de cemento o metal sumergidos. El pez ve poco la malla a oscuras, según Puig, por eso seis días a la semana él y sus compañeros atrapan mejor hasta tilapias y clarias. Las zonas pesqueras en Nipe escasean, porque el nivel de las aguas suele ser alto y la vegetación flotante se interna; sin embargo, las capturas oscilan entre 15 y 60 toneladas por jornada.

Alimentos en red

Acuanipe, una de las cuatro UEB de PescaHol, realiza su pesca en diferentes embalses sembrados: el de Nipe es el de mayor cantidad de especies acuícolas. La entidad mayaricera se abastece de dos centros de alevinaje —fertilizan sus estanques con abonos orgánicos e inorgánicos—, uno de ellos situado en Birán, municipio de Cueto, de 42 hectáreas y que evoluciona las larvas a alevines, los cuales, al alcanzar de ocho a diez gramos de peso, se depositan en las presas y en unos seis meses llegan a 1,5 o 1,6 kilos con alimentación natural, aptos para capturas.

Osvaldo Pérez, su director, enfatiza en que el procesamiento y comercialización de especies acuícolas, fundamentalmente ciprínidos (entre estos los conocidos en Cuba como tenca), «se sostiene en la conformación de mortadela, hamburguesa, chorizo y en ocasiones insertamos el producto mdm (masa deshuesada mecánicamente), para alimento poblacional. A diario, podemos garantizar 1,5 toneladas de dichas variedades».

El procesamiento de la tenca se efectúa bajo cumplimiento estricto de medidas higiénico-sanitarias. Fotos: Nelson Rodríguez Roque

«Hacemos igualmente croquetas —remarca—, atemperando la masa y llevándola al empaque, lo que nos posibilita acumular entre 30 000 y 40 000 unidades por día, destinadas a territorio mayaricero y otros municipios, en su mayoría respaldando el consumo social. Tenemos un salón de beneficio donde recibimos materia prima para procesarla y enviarla a otras áreas de elaboración».

Aunque también les envían desde la UEB Guatemala, cercana a acá, producciones marinas como la cojinúa (en estos momentos se efectúa su corrida) y se tiene en cuenta como otras en dietas médicas de la provincia, y la red de alojamiento y gastronomía. Exportan la tenca HG, de la que desde julio se han propuesto totalizar tres toneladas, tras terminarse las labores de beneficio. Hacia el Caribe y Asia debe llegar esta producción, y además de la tenca se deriva la vejiga natatoria, exportable también rumbo a naciones asiáticas.

Adquieren, argumenta Pérez, después de ganar divisas por ese concepto, medios de protección, equipos de refrigeración, transporte terrestre e industria, y reparan embarcaciones e impulsan las condiciones de faena de los 171 trabajadores.

Alevinaje como garantía

Única mujer entre 12 obreros del salón de proceso, Yudelki Osorio a partir de 2016 está varias horas en su puesto, toda cubierta en indumentaria especializada: «En dependencia de la cantidad de materia prima, en una jornada procesamos unas tres toneladas de tencas, que se descabezan y bandean, se lavan y se aprovecha todo. Y extraemos la vejiga natatoria que se exporta o emplea para otras elaboraciones. A la claria la convertimos en filetes y a la tilapia en minutas, así que son menos complejas en su manejo».

Una nave de Acuanipe se recuperó un cuatrienio atrás y fue instalada una embutidora, diseñada allí y fabricada en el municipio. Dennis Díaz, máximo responsable de una brigada de conformado de croquetas, refiere que dicho alimento, a base de harina de arroz y de trigo, picadillo de pescado, mdm de pollo y preparados de ajo o cebolla, lo concentran en paquetes de 10 unidades (350 gramos).

Las croquetas se elaboran en una nave recuperada hace cuatro años. Fotos: Nelson Rodríguez Roque

Grata impresión causó en Midalys Naranjo, viceministra de la Industria Alimentaria un recorrido reciente por ese enclave nororiental: «Evidentemente Acuanipe ha ido mejorando, sus condiciones industriales y requisitos tecnológicos actuales son diferentes a los iniciales. Posee un colectivo de trabajadores muy capaz, que ha podido incorporar normas higiénico-sanitarias en cada proceso, aprovecha las bondades de capturas territoriales y recupera equipamiento.

«Les quedaría continuar el seguimiento desde las propias brigadas de pesca, en función de que sus desempeños impacten en la entrega de productos hacia distintos destinos sociales y la exportación. La actividad de la acuicultura y sus niveles productivos no pueden perder de vista el plan de alevinaje, para asegurar materias primas futuras».

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