Claudia Oliva Rodríguez lidera la tropa juvenil del emblemático hotel Camagüey. Autor: Yahily Hernández Porto Publicado: 18/04/2022 | 10:05 pm
CAMAGÜEY.— Muy pocos en su casa apoyaban su decisión de estudiar Licenciatura en Turismo. «Imagina que la tradición en mi familia es la de ser médicos…, pero esa carrera, la cual respeto mucho, nunca fue mi principal opción», dijo Claudia Oliva Rodríguez, quien a sus 24 años lidera la tropa juvenil comunista del emblemático hotel Camagüey, de esta ciudad.
Razón le sobra, pues su primer apellido lo dice todo: ella es nieta de uno de los más grandes pediatras que ha tenido esta provincia, Manuel Roberto Oliva Palomino, (1935-2016), a quien la familia agramontina ama y admira, hasta después de su desaparición física.
«Mi abuelo, mi papá Carlos Manuel, mis tíos… todos son médicos, pero yo nunca me interesé. Abuelo, con esa sabiduría innata, siempre me apoyó. Creo que de él saqué su determinación. Mi mamá, Belkis, quien es abogada, sabía que tampoco los tribunales me atraían, así que comprendió y me dio fuerzas para luchar por lo que más quería desde que estaba en el preuniversitario. Luego papi comprendió mis sueños profesionales y nunca más se opuso», contó a Juventud Rebelde, mientras el ajetreo de clientes en esa bella institución demandaba su atención.
Y es que, como afirmó la también secretaria de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en este centro, «el trabajo no se detiene ni por un segundo; por eso hay que andar con las “pilas puestas” todo el día, porque nuestro hotel tiene que brillar, a pesar de las fuertes limitaciones financieras, de recursos y de insumos que enfrenta el sector en Cuba».
Verla con prisa es una experiencia que hasta a ella le parece un tanto extraña, pues su vida laboral inició justo cuando el país cerraba sus fronteras a causa del azote de la COVID-19.
«Aquí tienen que prevalecer la atención y el buen trato, porque somos el “rostro”, la primera imagen de nuestro país ante los visitantes foráneos. Luego de dos años de pandemia la familia se rencuentra y eso demanda mucho amor y consagración de todo nuestro personal para que esa felicidad y expectativa sea el mayor de los recuerdos en cada persona que nos elige», aseguró la joven.
Descrita por varios de sus compañeros y compañeras como una muchacha alegre y de espíritu activo, sin titubeos afirmó: «Hemos vivido momentos difíciles para el turismo cubano y del mundo, pero aquí hay que echar pa’lante; el país lo necesita».
—¿Cuánto le impactó llegar a un hotel sin turistas ni veraneantes?
—Fue triste, la verdad…, pero el paso de los días me confirmó que había mucho por hacer, a pesar de no tener turistas. Era necesario adaptarse y eso hice, porque ni en el peor momento de ese período me faltó la mano solidaria.
—¿Cuánto se hizo en un hotel sin clientes?
—Aunque parezca una contradicción se trabajó muchísimo. Todos nos mantuvimos activos, cuidando y conservando la institución, hasta que llegaron los científicos del Ensayo Clínico Ismaelillo, con la vacuna Abdala para nuestros niños y niñas.
—¿Cómo fue el encuentro de los trabajadores con los expertos cubanos?
—Todo ese proceso de pruebas y estudios con Abdala fue sorprendente, emocionante y aleccionador.
—¿Aleccionador?
—Porque esos científicos además de humildes, sencillos y cordiales, no descansaban, apenas dormían, no paraban… y nosotros, el personal del hotel, estábamos en función de hacerles la vida más llevadera. Estudiaban, luego de todo un día de trabajo, hasta bien entrada la madrugada.
«Mientras había una luz encendida nos manteníamos al tanto, por si necesitaban algo. Ellos se fueron felices de nuestra ciudad y con grandes resultados. Es placentero saber que de alguna manera pusimos nuestro granito de arena y consagración a la gigante obra de las vacunas cubanas».
—¿Con la nueva normalidad también llegaron nuevos retos?
—Sí, la carrera es una cosa y la vida laboral es otra. Los estudios nos dan las herramientas, pero la práctica nos enseña a utilizarlas. Empecé en el departamento de Servicios técnicos y era la única mujer entre varios hombres.
«Me reafirmé no solo como profesional, sino también como mujer que además los dirigía. Mis compañeros me apoyaron y nunca tuve reparos. A ellos les debo parte de mi formación. Escucharnos y defender las buenas ideas es lo que me llevo como enseñanza individual y colectiva.
«Cuando escuché la música en el área de la piscina y vi a los clientes disfrutar en familia de un buen baño, asumiendo con responsabilidad las normas de bioseguridad, se me oxigenó hasta mi estado de ánimo. Me dije, ¡al fin abrimos a los clientes, al fin Cuba se repone, al fin vamos hacia delante!».
—¿Qué te disgusta?
—El injusto cliché de asociar todo lo que tenga que ver con turismo con gente de élite, dinero… Y no es así, porque aquí también hay personas muy buenas, humildes y sinceras. Este es un sector que ciertamente tiene mejores condiciones que otros, pero eso no significa que seamos diferentes ni superiores. Todo lo contario, aquí también hay sacrificio diario, insatisfacciones y contradicciones. Aquí, como en toda Cuba, se defiende a la Patria, desde los valores culturales, patrimoniales, naturales, históricos y desde la idiosincrasia del cubano, desde nuestras raíces.
—¿Ser la líder de los jóvenes…?
—Una tarea más para mi formación. La alegría y las iniciativas no pueden faltar. Actualmente crecemos con dos militantes a las filas de la UJC, lo que nos fortalece, pero sabemos que el trabajo de atención de la organización es con todos los jóvenes, incluso con los que son contratados, que no están durante todo el año en la institución.
—Desde su experiencia, ¿qué le falta al hotel Camagüey por transformar, y en general al turismo en Cuba?
—Hay que potenciar nuestra presencia en las redes sociales, no solo para publicitar nuestros servicios y ofertas, sino para multiplicar nuestra verdad. Hay que prepararse en el campo de la comunicación, las tecnologías y la innovación en el turismo, para enfrentar las limitaciones económicas y la campaña de descrédito que se nos hace.
«Muchas veces hay clientes contaminados de informaciones chatarra y de bulos. Ante esa realidad, y desde la ética profesional, nos toca esclarecer sobre la verdad cubana. Eso forma parte de nuestra razón de ser como trabajadores del turismo y como cubanos».
—¿Proyectos?
—Superarme; sin eso es imposible entender los procesos y las trasformaciones a los que se somete el sector turístico en Cuba y en el mundo.
Quienes visitan Cuba deben conocer sus verdades y sus luchas en todos los escenarios. Foto: Enrique González Díaz