La reapertura exige la puesta en práctica de comportamientos prudentes que hagan gala de disciplina y la precepción del riesgo Autor: Roberto Suárez Publicado: 02/10/2021 | 11:01 pm
Cuando la habanera Cary conoció que la heladería Coppelia abría sus puertas de manera presencial no dudó en hacer una reservación. A la primera llamada pudo conseguir una mesa y allá fue con su hija Dayana de ocho años, que quiso invitar a su amiguita Taimí. Junto a Norma, su tía, emprendieron el viaje a la llamada Catedral del helado.
«Llegamos a la hora señalada y nos pasaron enseguida, sin cola», comenta Cary. «Había tres sabores (coco, fresa y vainilla). Pedimos las dos ensaladas establecidas por persona y nos pusieron también galleticas dulces y agua fría. La atención buena, rápida; los dependientes con sus nasobucos, todo se ve bien. El precio el mismo: cinco pesos por cada bola», comentó.
—¿No te da temor traer a las niñas? Todavía no están inmunizadas contra la COVID-19…
—La verdad es que no. Yo le traje su pomo de agua y su cucharita. También tenemos gel para las manos y nasobucos limpios para cambiárselos, por si acaso. Además, por suerte vivimos cerca, no tuvimos que coger transporte para llegar.
«Hay que acostumbrarse a vivir con todos estos cuidados, porque la pandemia no terminará tan rápido. Pronto ella irá para la escuela y así se va entrenando. Llevaba meses sin salir y casi dos años sin sentarse a tomar un helado. Es hora de adaptarse a una nueva manera de vivir. Imagínate que me decía que los carros se escuchaban muy altos y que la cansaba caminar. Eso también es preciso superarlo».
Sin dudas la reapertura gradual —desde el pasado 24 de septiembre— de los servicios gastronómicos ha dado un vuelco positivo a la vida de muchos habaneros, así como de quienes residen en Matanzas, Cienfuegos, Ciego de Ávila, Santiago de Cuba, Guantánamo, Mayabeque y el municipio especial de Isla de la Juventud.
La decisión se tomó, previa autorización del Grupo de trabajo temporal, atendiendo a la situación epidemiológica de esos territorios. Claro que algunos sienten temor a sentarse a comer y siguen prefiriendo llevarse los alimentos, como hasta ahora. Aunque también los altos precios de algunas ofertas hacen que buena parte de quienes estarían interesados, opten por cocinar en casa.
«Me hago congrí, me compro un poco de carne de cerdo, ensalada y vianda, me hago una completa y me la como tranquila», asegura Rianna Benítez, una señora que contempla desde afuera la oferta del restaurante El Jardín, en el Vedado capitalino.
«¡Y qué decir de la bebida!», afirma su esposo Augusto Renier. «Nosotros somos jubilados, así que lo mejor y más saludable es comprar unas guayabas o unas piñas y hacer jugo, porque la cerveza Cacique, que costó siempre 20 pesos está aquí a 40, y eso me parece demasiado. Y esta oferta está buena: asómese a las paladares», argumentó.
En busca de seguir tomándole el pulso a la reapertura, Juventud Rebelde llegó al Antiguo almacén de la madera y el tabaco, más conocido como la cervecera de la Avenida de Paula, perteneciente a la sucursal Cimex del Centro Histórico de La Habana. Allí había unas cinco mesas ocupadas, de 40 que tiene la instalación, aunque se justifica, pues era la tarde de un miércoles.
«Este lugar siempre nos gustó. La cercanía con el mar, el fresco… es acogedor para venir a conversar», aseguran Gabriela Meriño y Cristian López, estudiantes universitarios que decidieron «coger aire, porque están agotados de estudiar a distancia», destacaron.
«El peligro por la pandemia está en todos lados. Depende de uno alejarlo, pero hay lugares y lugares… Aquí hay poco riesgo, la mesa es de madera sin mantel y la limpiaron cuando nos sentamos. Estamos lejos de las otras personas y al aire libre», destacó Gabriela mientras disfrutaba de una fría jarra de cerveza.
Con respecto a los precios, ambos coincidieron en que son asequibles, con respecto a los de otros lugares. «Si quiere, dese una vueltica por las paladares de aquí —dice Cristian— la cerveza está a 120 pesos mínimo y una pizza puede costar 300. Y ni decir de compartir en uno de los bares de trabajadores por cuenta propia: un mojito, que es lo más sencillo, está en 400 pesos. Es realmente un abuso, pero bueno… que lo pague quien lo tenga», subrayó.
El capitán jefe de servicios de la Cervecera, Eduardo Vargas Hernández, explicó que no han tenido mucha afluencia de público, aunque abrieron hace muy poco: el sábado 25 de septiembre. «Por los dimensiones del local no hemos tenido que dar reservaciones, pero tenemos el teléfono y la persona indicada para ello por si es necesario», precisa.
«Estamos ofertando comida y cerveza. Los platos son de pollo con sus guarniciones —grillé, al carbón y brochetas—. Ya recibimos langosta y estamos esperando pescado para ampliar la carta. Damos cuatro cervezas por plato, para evitar conflictos, pues el precio es de 38 pesos la lata de cerveza Cristal.
«Este sitio se identifica porque fabricamos aquí la cerveza que ofertamos en jarras. Pero no contamos ahora con la materia prima para su elaboración por retardo en la llegada al país, a causa de la COVID-19. Conseguimos ahora también Bucanero dispensada, para no perder la tradición de ofertar las jarras», argumentó.
Apertura en la Perla del Sur
«La reapertura de la gastronomía en la provincia de Cienfuegos ha sido lenta», consideró Sonia Aguilar Cabrera, directora de la unidad empresarial de base (UEB) El Pollito. No por pereza en el alistamiento de restaurantes y cafeterías, sino porque ocurre con toda la precaución que amerita volver a los servicios de salón.
«No podemos decir que hemos tenido una explosión de ventas, al contrario. Pero ya estamos dando los primeros pasos. Por eso mantenemos las ofertas para llevar, que sí tienen un buena demanda. Sentimos que a los clientes todavía les falta confianza, pero esto es poco a poco.
«Lo más importante es entender que tanto los trabajadores como los clientes formamos un mismo equipo, porque para cuidarnos nosotros tenemos que cuidarlos a ellos, y estamos cumpliendo a cabalidad con todo lo establecido por los Consejos de Defensa», añadió.
Mientras, en la UEB El Mandarín, conformada por otros cinco establecimientos ubicados en el corazón de la Perla del Sur, también se experimenta un retorno pausado al contacto directo con el cliente. Desde el renovado salón del restaurante especializado en comida asiática, Leonardo Cardoso Contreras, jefe de servicio, explicó que en almuerzo y cena, solo toman unas seis reservaciones vía telefónica o de manera presencial.
«La oferta se presenta tentadora», considera Yanet Espinosa Gómez, joven que decidió, junto a su esposo, tener una celebración tardía de su cumpleaños en El Mandarín. Camarones, carne de res, pollo, cerdo, pescado de mar, ensaladas, postres, jugos, cerveza y coctelería cubana conforman la carta de las unidades gastronómicas abiertas en Cienfuegos, y ningún plato supera los cien pesos.
Otra historia en 1ra. y 70
Mucho se ha hablado en las redes sociales de los precios de los restaurantes del Paseo Marítimo de 1ra. y 70, en el municipio capitalino de Playa. Por ello, en el recorrido no podíamos dejar de pasar por ese lugar, perteneciente a Recreatur, el cual fue inaugurado en julio de 2019 y cuenta con nueve unidades gastronómicas, una de ellas operada por la estatal empresa extrahotelera Palmares y el resto por cuentapropistas.
Al llegar encontramos un ambiente tranquilo y música moderada en la mayoría de los restaurantes, con numerosos clientes: más bien familias, incluso con niños. Claro, era en horario de la tarde. Sus instalaciones están a la orilla del mar, en lugares abiertos, y su construcción justifica la apertura aún cuando persistan casos de COVID-19 en territorio habanero.
Allí conversamos con Manuel Valle Laborde, director de esa unidad empresarial de base, quien explicó que ya cuentan con un teléfono directo en cada instalación, disponible para realizar las reservaciones.
«La demanda ha sido mayor que la oferta. Hoy tenemos las mesas agotadas. Separamos las mesas a dos metros una de otra, lo que redujo el espacio. Además, tenemos que cerrar a las ocho de la noche porque los trabajadores deben trasladarse a sus hogares antes del cierre de la ciudad. Muchas personas quieren acudir a nuestros restaurantes».
—Sin embargo, en las redes sociales hay criterios negativos acerca del servicio y los precios…
—Ha habido criterios mal intencionados. Lo que para mí puede ser barato, para otro puede ser caro. Por ello hemos abierto en Facebook nuestra página para colocar ahí las ofertas e ir aclarando cosas.
«Estas no son cafeterías de barrio, no es un lugar donde usted viene todos los días. Aun así, en todos los establecimientos tenemos menús económicos: tres ofertas de panes hasta 20 pesos, tables que incluyen carne, vianda y guarnición por 150… También hay líquidos por menos de 15 pesos, que son jugos y refrescos, y el agua embotellada se logró bajar a 25 pesos».
En cuanto a la calidad, argumentó Valle Laborde, al principio tuvieron clientes que se quejaron por lentitud en el servicio, pero eso se debió a que estuvieron mucho tiempo cerrados y debían organizar la cocina y otros detalles. «Aquí tenemos una administración y cualquier cliente insatisfecho puede reclamar», puntualizó.
—En la carta del Ranchón Costa Bella vimos que los platos principales de pollo, chuleta, pescado y mariscos están en un promedio de 300 pesos, y la cerveza entre 120 y 150…
—Sí, pero están los tables de picadillo de pavo y perrito con dos guarniciones, a 150. La situación económica está difícil, hay escasez de alimentos, muchos trabajadores por cuenta propia adquieren productos en MLC para confeccionar algunos platos. Los precios de otras paladares están en muchos casos más altos que aquí.
«Estamos evitando precios abusivos. Revisamos cada instalación y le pedimos a los clientes que no se dejen guiar por las redes sociales, que nos visiten y tengan su propio criterio».
Restaurantes en su salsa
El bullicio y ese vivir hacia afuera que identifican a la ciudad de Santiago de Cuba continúan en pausa, pero paso a paso, con el esfuerzo de todos, la ciudad heroica retorna a sus andadas y su población lo agradece.
Restaurantes, cafeterías y otros centros gastronómicos —unos 200 en total— tanto del sector estatal como privado, han intensificado en esta semana las labores de higienización y perfilan las medidas de bioseguridad, con vistas a abrir sus puertas, una vez certificados por las autoridades sanitarias, sin abandonar la venta de alimentos para llevar.
Prestarán servicio viernes, sábado y domingo, en el horario de almuerzo hasta las 5:00 p.m., y el acceso será por reservaciones por vía telefónica, digital o a través de los centros laborales y organizaciones estudiantiles. Las autoridades locales han insistido en que la flexibilización debe estar presidida por el cumplimiento estricto de los protocolos sanitarios.
«Todo dependerá de nosotros mismos, del comportamiento que asumamos», advertía en comparecencia televisiva el doctor Luis Valdés, jefe del grupo técnico asesor de la provincia, al tiempo que insistía en que «no apurarse es garantía de no perder lo ganado en el combate contra esta mortal enfermedad, pensando no solo en lo que se ha reducido, sino también en lo que no hemos incrementado».
Ejemplo de lo negativo que puede suceder si se pierde el autocontrol fue lo ocurrido el fin de semana pasado en el litoral del viaducto matancero y las playas que rodean la bahía, un tropiezo en contra de todo lo que se ha hecho por mantener a flote el territorio ante la pandemia.
«Aquello fue apoteósico», solo atina a decir María Arango Sánchez, una vecina de la ciudad. «Ni en épocas normales se apreciaron tantas personas juntas, cometiendo todo tipo de indisciplinas, sobre todo cientos de jóvenes y adolescentes, aunque había numerosas familias con pequeños y hasta no pocos lactantes».
La playa El Tenis se convirtió en el epicentro de la alarma por esas expresiones irresponsables: «Nuestro restaurante Brisas del mar estaba cerrado, pero en las áreas verdes de la instalación aquello parecía un carnaval», asegura Andy Lomba Estradet, administrador de esa unidad, que permanece sin brindar servicios.
La flexibilización de las medidas en Matanzas exige un monitoreo constante que permita perfeccionar el proceso y demostrar que se puede mantener el control de la enfermedad con el disfrute de condiciones básicas para la vida social, expuso Mario Sabines Lorenzo, gobernador de la provincia. «Quien no realice la desinfección o no pueda demostrarlo, no puede abrir al día siguiente, y en esto los inspectores estatales tienen un rol determinante», subrayó.
Por su parte, el doctor Misael Pérez Cano, subdirector de Salud ambiental en el municipio de Matanzas, especificó que el proceso de certificación de las unidades se realiza con todo rigor. Hasta el momento se han autorizado para dar servicio a la mesa 13 establecimientos estatales. También se han aprobado negocios de trabajadores por cuenta propia y 11 locales gastronómicos arrendados a no estatales.
Al visitar en Matanzas el centro cultural La salsa, de Artex, comprobamos que ese colectivo acata las orientaciones para evitar contagios y oferta un servicio
óptimo: «Desde que abrimos hemos tenido buena acogida y ha venido bastante público», dice Arturo Falcón Monzón, administrador de esa institución.
Mientras, en el restaurante privado matancero Amelia del Mar, la joven Aymaris Perdomo Pérez, capitana de salón, apunta que se insiste en las reservas para evitar colas en la puerta y cumplir todos los protocolos sanitarios. «He apreciado ansiedad en las personas por salir a compartir, todos contentos, muchos en familia y otros en parejas, pero nadie se ha puesto malcriado. Veo a la gente feliz», argumentó.
Así, paso a pasito, muchas familias van despertando del letargo y acudiendo a los restaurantes y otros servicios que abren en siete provincias y el municipio especial de Isla de la Juventud. Aunque no todos se aventuran a comer «fuera de casa», son muchos los que acuden a sacudir los días de encierro y festejar cuentas pendientes. Claro que tiene que ser con responsabilidad, para no dar ningún paso atrás.
La reapertura exige la puesta en práctica de comportamientos prudentes que hagan gala de disciplina y la percepción del riesgo. Foto: Roberto Suárez
El centro cultural de Artex La salsa mantiene la aceptación de los clientes en la reapertura. Foto: Hugo García
Seguridad con los alimentos
Es importante la higiene de las personas que manipulan los alimentos, y aun más de aquellos que simultáneamente también manipulan el dinero.
Urge lavarse todo el tiempo las manos, mientras que a la entrada de estos centros deben estar los pasos podálicos con hipoclorito y la solución desinfectante para las personas que entran.
En las áreas de elaboración y almacenamiento de alimentos debe haber una higiene extrema y un proceso de desinfección de las superficies.
Las frutas y los vegetales que se comen crudos deben pasar por un proceso de lavado, aplicarles una solución de hipoclorito de 25 partes por millón, y después volverlos a enjuagar con agua potable.
Aquellos alimentos que son cocinados deben serlo por encima de los 70 ºC para eliminar todos los gérmenes
Utilizar guantes y pinzas para evitar tocar los alimentos con las manos.
Proteger los alimentos con tapas o nailon mientras no se sirvan, con el objetivo de que no se contaminen.
¿Cuáles son los requisitos para la apertura?
Se restablecen los servicios a la mesa, en barra y mostrador en el interior de las unidades que cumplan los requisitos de ventilación. No se dará este servicio en locales cerrados.
El servicio será en correspondencia con la capacidad de la unidad y buscando que haya un distanciamiento de dos metros entre las mesas.
No es conveniente mantener el servicio de mesa buffet, pues los medios los manipulan varias personas y en este momento puede ser una vía de transmisión.
Se potenciará el servicio por reservaciones en todas las unidades con condiciones para ello, para evitar colas, aglomeraciones y la espera de las personas. Puede hacerse también mediante vía telefónica y virtual.
Los horarios serán diferentes, según lo adoptado por cada provincia. Se pueden mantener los servicios a domicilio, tanto en las unidades que van a brindar los servicios de forma presencial como en las que no puedan.
Nota: Todos las medidas y principios aprobados son aplicables tanto para el sector estatal como el no estatal.