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En garajes y portales: una venta alternativa (ı)

La comercialización minorista eventual se ha posicionado en el país como una opción muy demandada. Su reciente aprobación por el Ministerio de Comercio Interior permite más seguridad y amparo a quienes se dedican a esta labor, en su mayoría jóvenes

Autores:

Ana María Domínguez Cruz
Monica Lezcano Lavandera

Ropas colgadas en percheros, algunas dobladas con mucho cuidado, zapatos en otra parte del portal, incluso carteras, cintos, trusas… A todas las personas que pasan por esa calle habanera de Marianao les llama la atención, unas miran desde afuera, otras entran «sin compromiso» y hay quienes se van con tres o cuatro cositas para renovar su closet.

La idea de Carla María Rivera Peña le está dando buen resultado. Lo que empezó con la venta a las amistades del barrio de dos o tres blusitas y pantalones que ya no les servían, ha crecido hasta ser un punto de encuentro para aquellos que desean adquirir piezas de vestir.

«Empezamos con nuestra ropa, que casi estaba nueva porque somos muy cuidadosas, y vimos cómo todo se vendía. Entonces sumamos a nuestros familiares que también tenían prendas que no usaban o les quedaban chiquitas. Pero eran ya varias cosas, así que se nos ocurrió la idea de vender en el portal de la casa», comenta la santiaguera de 19 años.

Junto a su amiga Sheyla Cabrera Ortega —aunque reconocen que esto no estaba aprobado—, han organizado todo un sistema de ropa de segunda mano, que también venden en el Mónaco, en el municipio de Diez de Octubre. «Nos sumamos a este proyecto porque ya habíamos visto otros que tenían aceptación, y hasta ahora nos va muy bien», dice Carla.

Esta estudiante de 4to. año de Medicina tenía en mente hacía tiempo llevar a cabo un emprendimiento. Así que decidió darle una segunda oportunidad a sus pullovers y sayas, porque en estos tiempos «es muy difícil comprar ropa. Con esta iniciativa beneficiamos a nuestros clientes y también a nuestro bolsillo».

Pero ellas no solo utilizan espacios de su casa para la venta, sino que se organizan también de manera online, por medio de Whatsapp. «Ahí ponemos los días de la venta» explica Sheyla, quien también se prepara como futura galena.

Estas muchachas llevan de la mano sus ventas con las labores de pesquizaje, estudios y apoyo a la vacunación. Emprender en el mundo de la ropa les ha permitido conocer más personas y, sobre todo, ayudarlas a encontrarle un destino a las prendas, mejor que el de estar guardadas en un clóset.

El apego a la legalidad

No es secreto que las llamadas ventas de garaje existen en el país desde hace tiempo, posicionándose como una alternativa muy demandada. De ahí que la Gaceta Oficial Extraordinaria No.66 haya publicado la Resolución 97/2021, del Ministerio de Comercio Interior (Mincin), que aprueba dichas ventas como modalidad de comercialización minorista eventual.

Al dialogar con Wendy Rodríguez Menéndez, estudiante de Comunicación Social y su amiga Lorena Valdés Quesada, estudiante de Rehabilitación, quienes se han dedicado a esta labor, aseguraron que ahora se sienten más seguras y amparadas, pues «podremos contar con un permiso que avale esta manera diferente y necesaria de darle un segundo uso a nuestras pertenencias».

Así también lo afirman Carla Rivera y Sheila Cabrera, a quienes esta resolución les demuestra que la dirección del país está pensando en las necesidades de la población y buscando alternativas legales para que las personas puedan prosperar económicamente y contribuir al bienestar de la comunidad.

De esta nueva incursión comercial nos habla también Fabiana Llanes Yepe, quien cuenta que siempre regalaba su ropa a sus primas, pero ya ellas crecieron, así que creyó que la mejor opción era venderla a alguien que la necesitara, con un precio módico. Por eso, unas semanas antes de que empezara la pandemia, comenzó a juntar sus cosas con las de sus amistadas.

Esta estudiante de Medicina, de conjunto con otras dos compañeras de carrera y un alumno de Ingeniería Automática, han encontrado una manera de ganar dinero sin afectar sus tiempos de estudio. En su empeño, utilizan las redes sociales Facebook, Telegram y WhatsApp para apoyar los anuncios de sus ventas.

Una realidad parecida llega hasta la provincia de Artemisa. Allí, Marla García Rodríguez también busca salidas a la ropa que no le sirve o la que ya no usa, pero que seguro le salvan el día a cualquiera. «Algunas veces he vendido cositas y con ese dinero me compro piezas nuevas u otras cosas que me hagan falta».

«Fue una idea que se me ocurrió en la cuarentena, porque quería hacer algo para ganar dinero, pero como no podemos estar saliendo sin motivos de la casa, decidí sumarme a estos proyectos», dice la estudiante de Comunicación Social, quien se auxilia de las redes digitales para lograr un mayor alcance de compradores.

Según la Resolución 97/2021 del Mincin estas pueden utilizarse como vía para para anunciar el día  y el lugar de las ventas, no así las mercancías. El documento autoriza también los anuncios en portales y viviendas de frente a la calle, en este caso desde el día previo a la realización de las ventas y hasta finalizar las mismas, de acuerdo con las regulaciones establecidas.

Acercar el comercio a la comunidad

Comprar ropa en Cuba siempre ha tenido sus dosis de complejidad. Si bien han existido ofertas estatales para este fin, muchas son las personas que eligen adquirir sus conjuntos en las redes de comercialización informal, en la mayoría de los casos, importada desde el extranjero por personas que viajan.

«Traer ropa y vender siempre fue un negocio, pero ahora, como los viajes están tan limitados, son muy pocas las personas que siguen haciéndolo, por tanto, los precios son muy caros, y a veces hasta en divisa», comenta Wilber Fonseca Paredes, trabajador por cuenta propia.

Según el joven de 33 años, adquirir ropa usada, pero en excelentes condiciones se ha vuelto la opción ideal para muchísimas personas. «He comprado camisas, gorras y zapatos en estas ventas de garaje, y hasta me he embullado para vender lo que no le sirve a mi hijo», explica.

Como él, otras muchachas de Plaza de la Revolución se animaron a asistir a las ventas. Pero la opción les pareció tan interesante que abrieron una propia. «Nuestra oferta es a precios módicos. Nuestros proveedores son los propios vecinos del barrio», manifiesta Wendy.

Con su amiga Lorena ocuparon un espacio en un parque comunitario, y todos los sábados van con sus prendas y montan la exhibición, gracias a la colaboración de los Comités de Defensa de la Revolución de su zona. Con esta propuesta «realizamos también una contribución social para quienes no pueden desplazarse del barrio o para los que buscan opciones baratas»

Lo que dice la Resolución

Para realizar esta actividad las personas no requieren de licencia comercial ni de trabajador por cuenta propia, y los artículos a comercializar deben ser de uso doméstico y personal, usados, seminuevos y nuevos. Asimismo, las ventas deben realizarse en garajes, portales y otras áreas residenciales que no obstruyan el tránsito por aceras y vías.

Pueden organizarse también por autoridades territoriales en parques y otras áreas, con el mismo concepto. Queda fuera de lo permitido la comercialización de lotes de artículos nuevos importados y de la industria nacional, pieles de animales, maderas preciosas y alimentos.

Las personas interesadas deben dirigirse a la oficina designada del Consejo de la Administración Municipal para obtener los permisos, en un plazo no inferior a una semana anterior a la fecha autorizada. Estos se otorgan vía electrónica o presencial, y puede cobrarse una tarifa mínima, que no superará los 50 pesos, tributando así al presupuesto del territorio.

En cuanto a los días en que se realizan las ventas, horarios, área residencial o localidad y duración máxima en días consecutivos, estos serán definidos por los Consejos de la Administración Municipal; mientras que las personas pueden solicitar de una vez el permiso para todas las fechas programadas en un año, semestre o trimestre, según corresponda.

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