En Holguín, al igual que en toda Cuba, la prevención frenará al nuevo coronavirus. Foto: Juan Pablo Carreras Autor: Ibrahín Sánchez Publicado: 12/04/2021 | 12:29 pm
Con disimulada calma, Flabio Gutiérrez, periodista del semanario ¡ahora!, de Holguín, narró cómo se interrumpieron los encuentros en la puerta del círculo infantil con Carolyn, su hija de cinco años de edad, a finales de febrero último.
La pequeña era contacto del abuelo materno, positivo al SARS-CoV-2, y la aislaron en un centro educacional junto a su mamá, la abuela y el padrastro. La niña fue negativa el primer PCR, pero debió permanecer en el lugar de aislamiento porque había otros casos confirmados y la segunda prueba le dio positivo.
Aquello amargó las horas de Flabio, quien halló algo de tranquilidad cuando la niña fue trasladada al hospital militar Fermín Valdés Domínguez, donde los meses de lidia con la COVID-19 ya han sedimentado una vasta experiencia. Las referencias de alta profesionalidad y esmero de ese colectivo fueron corroboradas por la pequeña y su mamá al colega, quien detalló á JR las buenas condiciones sanitarias descritas y su propia conformidad con la información recibida cada vez que llamaba para saber de la evolución de la hija.
«Lo que más choca de esta pandemia es que su comportamiento es impredecible», reflexiona. «Por ejemplo, Carolyn era paciente de riesgo porque es asmática y está un poco pasadita de peso, y sin embargo se mantuvo asintomática. Veremos las secuelas… Por ahora todo marcha bien, la chequean en su consultorio y en el policlínico. Eso sí: quedó con temor a salir de casa, si lo hace pide el nasobuco y usa hipoclorito en sus manos al retornar. O sea, que aumentó su percepción del riesgo, pero a tan corta edad claro que me preocupa ese exceso de cautela».
Curva subjetiva
La fatiga pandémica no puede seguir bajando la percepción de riesgo. Foto: OSviel Castro Medel
Aunque es entendible la preocupación de este padre holguinero, lo que asusta a nivel social es que más personas no adopten las medidas que supo asimilar la pequeña, cuando hay pruebas de sobra para entender que las curvas de casos activos pueden remontar fácilmente al menor descuido.
Tristemente adecuado es el ejemplo de la provincia de Granma, que estuvo hasta el 19 de noviembre sin apenas reportar positivos y desde entonces hasta el 10 de abril sumaba 3 534 casos (133 viajeros): «En el primer brote apenas hubo 13 contagios, y eso pudo influir en la sicología colectiva», dice el director del Centro Provincia de Higiene, Epidemiología y Microbiología granmense (CPHEM), Rosmel Vidal Lominchar, quien asegura que cuando la pandemia empezó a tener transmisión comunitaria se hizo difícil controlarla.
«Todavía muchos no han entendido la complejidad del momento y asumen posturas peligrosas», reconoce, y la mayor muestra de esa confianza temeraria fue la conducta de miles de aficionados que se volcaron a las calles tras el triunfo en la serie nacional de béisbol, violando las normas sanitarias.
«Ese fue el fenómeno más visible, pero antes hemos visto aglomeraciones en las colas, a varias personas bajarse el nasobuco porque supuestamente no pasará nada y a muchas otras salir a la calle solo por amor al arte», expresó a JR Yalenis Liranzo León desde Jiguaní, uno de los territorios más azotados por la COVID-19 en este territorio suroriental.
Cuenta que una muchacha entró a la vivienda de un familiar, se quitó el nasobuco unos segundos, habló y se marchó. Luego presentó un «catarro» que en realidad era el virus, y sin querer lo propagó a tres de los cuatro moradores de esa casa.
Descuidos como ese también pusieron a Holguín en ascuas, hasta acumular 1 830 casos hasta el sábado. Las gráficas respecto a fechas precedentes indican que va recuperándose, pero ante historias como las de Carolyn, el doctor Alcides Lazo, jefe del Puesto de Dirección de Salud en la provincia, elude cantar victoria y exige hacer el máximo para evitar recaídas.
Esa provincia exhibe la más baja tasa de incidencia de casos autóctonos en el país y se encuentra en fase III de Recuperación, con solo tres municipios en fase de Transmisión autóctona limitada: Holguín, Moa y Mayarí. Los territorios de mayor complejidad hoy son los dos primeros mencionados, más Cueto y Sagua de Tánamo.
Por su parte Matanzas, que veía descender hace unas semanas sus cifras, aprecia ahora un ascenso vertiginoso, agravado con la circulación de nuevas cepas que provocan mayor nivel de contagio, más letalidad, diseminación y agresividad. Por eso enfrenta el momento más difícil en cuanto a casos diarios y cifras de graves y críticos.
Desde el inicio de la pandemia en 2020 hasta el pasado sábado, Matanzas acumuló 4 010 casos, más de mil en las últimas tres semanas. El nuevo rebrote comenzó por Jagüey Grande y Colón, y luego se extendió a Jovellanos, Matanzas y Cárdenas.
Pero no fue algo fulminante —precisa la doctora Berta María Bello Rodríguez, subdirectora provincial del (CPHEM). En Jagüey mucha gente subvaloró los síntomas iniciales. Además, se detectó la circulación de la nueva cepa sudafricana que invirtió el patrón, con más casos sintomáticos.
«Cuando analizamos las familias contagiadas resultó que muchos jóvenes tuvieron síntomas respiratorios y no asistieron a los servicios de salud. Más allá de la pesquisa, debería haber percepción de riesgo, autorresponsabilidad y responsabilidad para cuidar a esos ancianos que llevan meses sin salir y se infectan en sus viviendas», relata la experta.
Buscar las raíces
Hospital matancero Faustino Pérez, con protocolos de seguridad constantes. Foto: Hugo García
Para hablar de causas no hay que ir lejos: tras un año de convivencia con el virus, la indisciplina se adueña del ambiente familiar. Sorprende ver niños bañándose en playas de la bahía de Matanzas, personas haciendo ejercicios físicos en los parques y miles de inconscientes que usan mal el nasobuco en la vía pública en todos los poblados y ciudades.
En Matanzas la epidemióloga Bello Rodríguez afirma que la reducción de casos será lenta, pues la provincia enfrenta un incremento acelerado, no característico de etapas anteriores. La dinámica de contagio cambió, porque a finales de diciembre los focos se daban en ambientes festivos y familiares.
«Ahora insistimos en evitar los consejos de dirección en centros laborales, las reuniones y otras aglomeraciones», detalla la doctora Ailuj Casanova Barreto, directora provincial de Salud en Matanzas, y junto a Mario Sabines Lorenzo, vicepresidente del Consejo de Defensa provincial (CDP), reconoce irregularidades en procesos fundamentales como las encuestas epidemiológicas, el control de focos y las medidas de bioseguridad.
Al otro extremo de la Isla, la pregunta más repetida es: ¡¿Qué les pasó a ustedes?! cuando se trata de saber por qué Granma tiene ahora una elevada tasa de incidencia de la enfermedad (159 por cada 100 000 habitantes).
«Hubo exceso de confianza, sobre todo después de la llegada de los viajeros internacionales a finales de 2020», responde con franqueza el doctor Vidal Lominchar, para quien esa poca percepción de riesgo en instituciones y en la comunidad se mantuvo durante semanas, aun cuando las cifras de contagios crecían exponencialmente.
No niega que hayan existido procedimientos erróneos en la aplicación de los protocolos, falta de profundidad en las pesquisas y otras fallas en el sistema de Salud, pero asevera que la batalla se gana con más responsabilidad ciudadana.
Uno de los problemas identificados de cuando no se aislaban a todos los potenciales contagiados, era que las muestras para hacer PCR se enviaban al laboratorio de Holguín y demoraban varios días en regresar, a veces hasta una semana, y esto restaba agilidad a los procedimientos, además de desesperar a la población y motivar indisciplinas.
Afortunadamente ya se inauguró el laboratorio de Biología molecular de Granma (a la par del de Las Tunas), lo cual pronto aliviará al colectivo holguinero, que podrá enfocarse en sus propias demandas.
Exigir y actuar
Autoridades y especialistas de Salud en las tres provincias sondeadas no ocultan que el nuevo rebrote es un reto: «Hasta ahora la única vía de disminuir la enfermedad es evitar que una persona se la trasmita a otra, y esto se logra con el aislamiento», sentencia el doctor Amaury del Puerto Cruz, subdirector provincial de Salud en Matanzas.
En Granma, la televisora provincial (CN TV) transmite desde enero y de lunes a viernes un programa con una hora de duración (en ocasiones más), al cual asisten las principales autoridades del Partido, gobierno y Salud Pública. Yunel Hernández Batista, su conductor, es optimista sobre la utilidad de esa labor: «Los ciudadanos envían mensajes a los dirigentes, se plantean denuncias sobre indisciplinas sociales, se formulan preguntas a los directivos de salud y se envían sugerencias que son tomadas en cuenta. Y no faltan los consejos e informaciones a la población».
Con similar énfasis, en los otros territorios los Consejos de Defensa Provincial (CDP) emplean las redes sociales y espacios radiales y televisivos para insistir en que se eleve la calidad de las pesquisas, se reporte cualquier síntoma (por leve que sea) y se extremen las medidas de bioseguridad para cumplir lo establecido en la etapa de Trasmisión autóctona limitada, elemento social que no se acaba de entender.
Las medidas indicadas a raíz del repunte no son nuevas ni desconocidas para la población. Directivos de Salud aseguraron a este diario que se implementan acciones que ya dieron resultado en otros momentos, y además hay reservas para perfeccionar acciones y protocolos.
Como en todo el país, estas provincias están creando más capacidades de aislamiento para contactos e ingresan al mayor número posible de sospechosos posibles, priorizando a pacientes con síntomas y comorbilidades identificadas como proclives a un peor pronóstico.
En Bayamo, el mayor punto rojo en el mapa epidemiológico de Granma (en ocasiones sobrepasan el 70 por ciento de los casos diarios de la provincia). Unas diez zonas pasaron desde hace varios días a la restricción total de movimiento las 24 horas, aunque JR presenció a varios ciudadanos saliendo y entrando a estas sin un mínimo llamado de atención.
Las autoridades han elevado hasta 2 000 pesos las multas relacionadas con la ausencia o mal uso del nasobuco, se restringen horarios para el comercio, se redujo el tiempo laboral en entidades no imprescindibles y se limitó el acceso y la salida a la ciudad.
Holguín adopta similares medidas en los territorios más complejos, y en los que van camino al control continúan movilizados los consejos de defensa municipales y equipos de trabajo de Salud para el asesoramiento y acompañamiento, porque neutralizar en el menor tiempo posible esta epidemia lleva aún muchas dosis de precaución, antes de que se generalicen las esperadas vacunas.
Lamentablemente, la dispersión del virus en todos los municipios y su elevado índice de contagio ha obligado a las autoridades matanceras a adoptar medidas extremas, como la suspensión del servicio de transportación urbano, suburbano e intermunicipal.
Solo las entidades de producción y servicios contarán con vehículos para mover trabajadores imprescindibles (en ningún caso hipertensos, diabéticos o que padezcan otras patologías), y los portadores privados brindarán asistencia al 70 por ciento de su capacidad y hasta las siete de la noche.
Las empresas, centros y negocios que no estén vinculados a la producción y los servicios de primera necesidad cerrarán temporalmente. Bancos y oficinas de trámite abrirán solo hasta las 2:00 p.m. y los establecimientos gastronómicos y puntos de venta de alimentos hasta las 8:00 p.m. A partir de esa hora nadie podrá circular por las calles.
En añadidura, el CDP limitó solo para casos excepcionales el traslado hacia y desde La Habana u otras provincias, y el Tribunal Popular Provincial dispuso la interrupción temporal de los trámites y procesos judiciales en curso, con excepción de aquellos asuntos que, por causas justificadas, resulte necesario proseguir, al amparo de la Instrucción 248 del Tribunal Supremo Popular.
«Hay que prepararse para escenarios peores», alerta el doctor Fernando Acebo Figueroa, director del CPHEM. Actualmente Matanzas cuenta con siete hospitales de campaña para pacientes confirmados, además del Hospital militar Mario Muñoz Monroy y el pediátrico Eliseo Noel Caamaño, lo cual pone a prueba la logística de medicamentos y otros insumos y gastables.
«Buscamos alternativas de camas para que los pacientes de alto riesgo estén en instituciones hospitalarias», aseguró el doctor Enríquez Rodríguez García, subdirector provincial de Asistencia médica, quien además alerta: «Muchas personas piensan que el virus mata de repente y no es así, pero esta enfermedad provoca daños desde el primer día de replicación viral, daños se acumulan y hay que estar preparados».
Expectativas
Aun cuando el rebrote ha superado las cifras históricas, pudieran lograrse mejores resultados epidemiológicos en las próximas semanas si todo el mundo hiciera su parte.
En Granma se confía en que la «suerte» inicial retorne, lo cual depende mucho de la cordura de su población. Para la bayamesa Dayamis Monges Corrales no solo ha faltado severidad institucional a la hora de enfrentar la pandemia; han estado presentes la irresponsabilidad y la falta de conciencia: «No basta limitar los besos y abrazos si la puerta de la casa queda abierta a cualquier visitante. Hemos perdido el temor inicial a esta enfermedad, que es adaptable a diferentes medios y ambientes. No es un juego, es invisible, fuerte y nos puede matar».
En Matanzas, las cosas no están ni cerca de un atisbo de respiro. La joven Lais Martínez tiene una niña de siete años y un varón de cinco, y no oculta su estrés ante la crudeza del coronavirus: «Hay que controlar todo, limitar a los niños y a quienes se acercan por cualquier motivo. De verdad que es una odisea, de día y de noche, lograr un aislamiento rotundo».
«Mucha gente sigue sin entender, piensan que es un juego, que esto no está pasando de verdad. Por eso tenemos que cuidarnos mucho, y principalmente el personal de la salud que corre muchos riesgos», opina Arisleidys Góngora García, una de las primeras matanceras diagnosticada como positiva.
Desde su experiencia como epidemióloga y paciente (pues ya resultó positiva, pese a ser exigente con su cuidado), la doctora Bello Rodríguez reflexiona: «Cuando una se levanta por la mañana y ve a la población en las calles, se preocupa. No basta la restricción del movimiento a partir de las ocho de la noche porque la COVID-19 no es nocturna. Restricción y distanciamiento físico tienen que ser las 24 horas. En la calle deben estar solo las personas necesarias, usando doble nasobuco, y no el mismo la jornada entera, sino cambiarlo con frecuencia».
La vacuna llegará, pero hoy todos tenemos que hacer algo para que pueda surtir un mejor efecto, coinciden los entrevistados. Hay que pensar más en el espacio del hogar y los centros laborales; adoptar medidas radicales y no exponerse. Ver más utilidad en el teletrabajo, y dialogar con los directivos que se resisten, sin tener en cuenta que lo que vale es la calidad del trabajo, no la presencia física.
«A veces las familias se relajan y olvidan dentro de las viviendas usar nasobuco y lavarse permanentemente las manos, o que una persona al regresar de la calle debe ir directo a bañarse y cambiarse de ropa», dice la epidemióloga, consciente de que eso no está pasando como al inicio de la epidemia.
No basta con tener un ejército de médicos, enfermeras, estudiantes, personal de apoyo… Abel Ramírez, residente en el barrio de Pueblo Nuevo, reafirma una verdad de Perogrullo: «Cada día tenemos que ser más responsables con nuestra propia salud, y la de la familia y amigos». Siendo algo tan obvio, ¿cómo es que aún no entra en la cabeza de todos?