Adisleidis Fuentes, productora granmense. Autor: ARMANDO CONTRERAS TAMAYO/ACN Publicado: 07/09/2020 | 11:49 pm
Cuba comenzará a invertir la matriz de siembra en el cultivo del arroz: de plantar 240 días al año, en campaña de frío y de primavera, irá pasando a hacerlo en mayores números de noviembre a febrero, período en el que se pueden garantizar, como promedio, cinco toneladas por hectárea.
Así trascendió en la más reciente reunión del Presidente de la República, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y el Vicepresidente Salvador Valdés Mesa, con científicos y expertos que trabajan en temas de soberanía alimentaria y nutricional, en la cual se abordó la producción de arroz y las soluciones que desde la ciencia pueden contribuir a su mayor desarrollo en el país.
Al respecto, Telce González Morera, director del Instituto de Investigaciones de Granos, informó que en la próxima campaña se sembrarán 90 000 hectáreas en época de frío, que promedien 1.5 toneladas por hectárea más que en la primavera.
Para optimizar los insumos, de manera tal que logremos mayor aprovechamiento del potencial de nuestras variedades, una cuestión importante es invertir la matriz de siembra. En nuestro país se planta arroz desde el 15 de noviembre al 15 de agosto y se está cosechando de abril hasta diciembre, explicó el investigador.
Al hacer una comparación con naciones que siembran entre 30 y 90 días al año, con lo cual logran rendimientos superiores a siete toneladas por hectárea, González Morera concluyó que «los países que siembran menos días logran mayor organización de su proceso productivo y aprovechan las épocas óptimas de siembra». En Cuba, apuntó, sembramos 240 días y el rendimiento es de 4,2 toneladas por hectárea, aunque en los dos últimos años hemos bajado.
Tenemos bien estudiado el comportamiento del cultivo todos los meses, aseveró, y desde hace muchos años está determinado que noviembre, diciembre, enero y febrero son los meses en que el cultivo expresa su mayor potencial de rendimiento. Además, dijo, cuando sembramos en frío, logramos que el agua sea de dos a 2,4 veces más productiva que si lo hacemos en primavera.
Otro efecto de ese cambio de matriz, señaló el científico, es que «cuando sembramos en primavera estamos consumiendo agua en el momento en que los embalses se están recuperando, y esa agua nos va a servir después en la campaña más productiva que es la de frío; por lo tanto, sembrar más en frío que en primavera ayuda a que los embalses logren cumplir su principio de ser hiperanuales».
El director del Instituto de Investigaciones de Granos consideró que el arroz es un alimento estratégico para el país, «a partir de que se puede almacenar sin procesar y además tiene un alto contenido de calorías, cada gramo puede aportar tres kilocalorías, eso lo hace muy importante en la dieta de los seres humanos».
En Cuba, reseñó, el programa de desarrollo arrocero comenzó en el año 1967, momento en que empezaron a incrementarse las áreas, la producción y el rendimiento. González Morera se refirió también a picos negativos a partir de 2012 que responden a la sequía.
El programa arrocero en el país, destacó el investigador, rescató a la par la producción de semillas. «En 2010 se trabajaba con el 21 por ciento de la semilla certificada y hoy con el ciento por ciento», dijo.
Disponemos de 69 variedades de semillas inscritas, de ellas 12 actualmente en producción, lo cual se traduce en una buena composición varietal en las provincias. Los cuatro territorios que producen más arroz son Granma, Camagüey, Sancti Spíritus y Pinar del Río, que trabajan con cinco variedades. Todas ellas tienen un potencial genético de nueve toneladas por hectáreas, lo que indica que nuestras variedades respaldan las metas productivas que se está planteando el programa de desarrollo del arroz, aseguró.
Para el próximo año la meta es sembrar 157 000 hectáreas, con una producción de 692 800 toneladas de arroz cáscara húmedo, que deben dar 346 000 toneladas de arroz consumo, de ellas 250 000 con destino al Ministerio del Comercio Interior, cifras muy por debajo de lo que demanda y puede producir el país.
Según un reportaje publicado en el periódico Granma en junio pasado, Cuba necesita 700 000 toneladas de arroz para cubrir la canasta básica normada y el consumo social. En la proyección del programa arrocero hasta 2030, se estima que el país aporte, desde la producción nacional, unas 600 000 toneladas, lo que representarían el 86 por ciento de la demanda anualmente.
El mayor problema en estos momentos, evaluó en la reunión González Morera, es «el insuficiente aseguramiento de insumos para la producción agroindustrial de arroz, lo que ha causado que en los dos últimos años el programa haya tenido una disminución en sus compromisos y un desaprovechamiento del potencial genético de las variedades disponibles».
Un insumo que está limitando mucho la producción, comentó, es el nitrógeno, para lo cual los científicos han propuesto la introducción de la fertilización con amoníaco anhidro en el cultivo del arroz a través del riego por inundación, un producto que también se importa pero es más barato que la urea. Para aplicarlo no se necesita de la aviación agrícola, porque su transportación es a través del agua.
Otras de las proyecciones de trabajo en este importante programa de desarrollo es llegar a cubrir el ciento por ciento del área sembrada con el uso de bioproductos. Según puntualizó el especialista, existe «un paquete de bioproductos para el arroz, algunos tan importantes que logran sustituir plaguicidas químicos».
En la década del 70, recordó, en el arroz se trabajaba con diez aplicaciones de insecticidas y hoy, como promedio, se hacen 1,5. «El impacto de los bioproductos y de la resistencia varietal en este programa es bien significativo», precisó.
En su intervención ante la dirección del país, investigadores, productores y expertos, el Director del Instituto de Investigaciones de Granos dio a conocer también que a partir de plataformas de cooperación con varios países, entre ellos Japón y Vietnam —que posibilitaron acceder a fondos no rembolsables— ya se encuentran en Cuba módulos para la tecnología de trasplante mecanizado, que comprenden 199 tractores, 46 trasplantadoras autopropulsadas, 41 máquinas sembradoras de bandeja y 42 cosechadoras.
El directivo detalló, además, que existe un proyecto con Geocuba que ha generado un nuevo servicio que comienza este mes en Sancti Spíritus y Pinar del Río, y en noviembre en Granma y Camagüey. Se trata de tres vuelos con drones en el ciento por ciento de las áreas de siembra de cada una de sus empresas. Uno para hacer análisis de población, otro para monitorear plagas y un tercero para hacer un estimado real del rendimiento de los campos, lo cual va a ayudar a que las empresas tengan una mejor planificación y logren un programa de cosecha más adecuado.
Al respecto, el Presidente Díaz-Canel destacó la importancia del uso de esas tecnologías en la agricultura. Cuando tengamos extendidos estos sistemas de evaluación de rendimiento a todos los cultivos posibles, avizoró, imagínense cuánto reportarían en la planificación casi en tiempo real para los balances de alimentos.
Eso nos ayudará, apuntó, en la toma de decisiones, en la gestión de dirección, en la planificación y el trazado de estrategias. «Esa es una cultura que tenemos que ir ganando e impulsando», indicó.
En el intercambio se escucharon las opiniones de productores del Sur del Jíbaro, en Sancti Spíritus, y de Calimete, en Matanzas, quienes respaldaron con sus experiencias a pie de surco las verdades de la ciencia sobre el uso de bioproductos, las mejores épocas para la siembra y la tecnología de trasplante mecanizado.
En estas reuniones, que tienen una frecuencia semanal, se han presentado temas como los bioproductos, la extensión agraria, la agroecología, el programa de desarrollo del frijol, las vacunas para uso veterinario y las agrocadenas de valor. Con una mirada desde el mundo de la ciencia y de la práctica de los productores, se han aportado soluciones con fechas de implementación y un seguimiento desde el Gobierno de la nación.