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Trifluoperazina para las farmacias

Indisciplinas de pacientes y personal, baja cobertura de medicamentos, morosidad en el trato e inestabilidad del recurso humano laceran la efectividad del trabajo de las unidades espirituanas

Autor:

Lisandra Gómez Guerra

SANCTI SPÍRITUS.— Primer jueves de abril. Son las 11:30 a.m. En una de las esquinas de la céntrica calle Agramonte, de la ciudad del Yayabo, una aglomeración de alrededor de 15 personas interrumpe el paso por la acera y su murmullo se roba las miradas de transeúntes. Se acomodan como pueden bajo la escasa sombra que ofrece un techo colonial, desde donde observan todos los movimientos de quienes laboran en la farmacia que les queda al frente.

Y aunque sé que la curiosidad mató al gato, una fuerza mayor me arrastra hasta el grupo, donde predominaban las personas mayores.

—¿Esta cola es para la farmacia?, pregunto con tono ingenuo.

—Sí, mi niña. El último es una señora que va detrás de la de la blusa roja y hay cinco impedidos físicos, responde una señora gruesa de ojos expresivos, quien como en toda cola que se respete mantiene el control.

—¿Y ya llegó el medicamento?, tomo otra vez la voz cantante.

Y con una mirada suspicaz, la misma mujer me aclara: 

—Eso no se sabe cuándo pase. Por eso es que estamos aquí desde temprano. Si no es así, nos quedamos sin medicamentos. Yo soy la primera. Busco vitamina C y si entra son poquísimas. No alcanzan ni para la mitad de nosotros, además de las pastillas de la presión. Siéntate en el quicio que esto es para largo, me ordenó.

Situaciones semejantes suceden en las 138 farmacias de la provincia de Sancti Spíritus el día que distribuyen los medicamentos. Tras la falta o baja cobertura de fármacos en la red de esos centros, ha sido imposible erradicarlas, así como la aparición de algunas indisciplinas sociales.

De colas y otros demonios 

Marta Castro García, directora general de la Empresa de farmacias y ópticas, en Sancti Spíritus, conoce al dedillo ese fenómeno, que incluso traspasa los límites de la geografía de este territorio. Pero junto con su equipo de trabajo insiste en cumplir con lo estipulado para agilizar las ventas, tras la recepción de los fármacos.

«Tenemos un plan por municipio de días fijos para el reparto. Lo que no tiene hora fija, porque eso ya es responsabilidad del proveedor: la Empresa Comercializadora y Distribuidora de Medicamentos (Encomed). Pero cuando está se recepciona todo y luego es que sale al mostrador. Resulta un proceso engorroso, porque incluso cuando es importado hay que roturarle el precio. Los pacientes se quejan y quieren que se les venda mientras se procesa, pero ya eso nos demostró que provoca desorganización», explica.

En ese momento también se exige que esté presente una persona de la comunidad para que sirva de testigo, así como que todo el personal participe en la venta de los productos.

«Se ha dicho insistentemente que sin miedos hay que informar la cantidad que llega de cada producto. Es un derecho del paciente», acota.

Precisamente al ofrecer esos datos es cuando tiene lugar otro de los momentos tensos de la cadena recepción-venta, según opina Maday Carballé Becerril, administradora de la Unidad 665 de la urbe yayabera.

La aglomeración de personas resulta recurrente el día que se distribuyen los fármacos. Foto: Vicente Brito.

«¿Cómo logras que más de 7 560 pacientes entiendan que cuando los medicamentos llegan, semanalmente, solo son tres talcos micocilén; 20 frascos de vitamina C e igual número de tubos de mentolán? O incluso que la dipirona sigue en falta. Diariamente debemos escuchar ofensas. Lidiar así con el público no es tarea fácil», refiere.

Aunque en diversos medios de prensa se anunció que la escasez de medicamentos en el país mejoraría paulatinamente, aún esa situación persiste. Al cierre de este trabajo existía en el territorio una lista de faltantes de poco más de 40. Cifra que evidencia una leve mejoría ya que predominó, con anterioridad, una que rozaba los cien.

Esas ausencias han incentivado con mayor fuerza la aparición de quienes llegan con más de 20 recetas en mano, sobre todo de los de mayor demanda.

«Se ha determinado regular la venta de los productos para que alcance un mayor número de pacientes. Se habla con los rostros que más reiteran para que comprendan la situación. En el caso de los impedidos físicos, solo se les expende su tarjetón y otro», destaca Castro García.

Detrás del mostrador

Zenaida Torres, una abuela espirituana, asegura que no solo la falta de medicamentos exaspera la cola que realiza con sistematicidad para comprar la carbamazepina para su esposo y el enalapril para controlar su presión arterial.

«Despachan una o dos, cuando más. Conversan entre ellas. Si las llaman por teléfono es lo de nunca acabar. Lo único bueno es que cuando no hay una pastilla te averiguan dónde pueda estar», expresa a JR esta vecina de los Olivos Uno, en la añeja villa del Yayabo.

De acuerdo con la Directora General de la Empresa de Farmacias y Ópticas en Sancti Spíritus, la fluctuación del recurso humano también ha sido imposible de evitar. La falta de vocación y los bajos salarios se distinguen entre las causas principales. Por eso a veces parece que en las farmacias hiciera falta también más trifluoperazina para calmar la ansiedad de algunas personas.

No obstante, Mayelín Chaveano Escobar, con seis años de experiencia como dependienta, asegura que la calidad del trabajo guarda una estrecha relación con la personalidad de cada quien.

«Es duro estar tantas horas de pie y lidiar, muchas veces, con las actitudes de los pacientes. Pero cuando ya dominas el nombre de cada medicamento, cómo darle baja y cobrar, no tienes por qué demorarte tanto. Ganamos por la Resolución 6, por lo que intentamos cumplir con los planes. Si te guías por el bajo salario será difícil encontrar alguno que te satisfaga», considera.

Igualmente se sabe en el territorio que no todo el personal que labora en las farmacias tiene la preparación necesaria.

«La mayoría de las que están en el mostrador son habilitadas y capacitadas por nuestra empresa o por el sistema de superación de salud. Eso puede entorpecer, pues deben aprender términos y a dispensar. A nivel de país existe una estrategia de superación e incluso hay perspectiva de que se abran cursos de técnico en farmacia», acotó Marta Castro.

También la directiva reconoce que no siempre se cumple con lo estipulado de no mantener fármacos guardados que no estén a la venta; ofrecer un trato agradable y orientar sobre los beneficios del consumo de la medicina natural tradicional, una efectiva alternativa que puede suplir los efectos de varios de los medicamentos en falta.

Visitas sorpresivas y encuentros constantes con pacientes y trabajadores son acciones cotidianas que se llevan en la agenda de trabajo de la Dirección de la Empresa Provincial de Farmacias y Ópticas para erradicar esos incumplimientos.

«Desde 2014 estamos enfrascados en la reparación y reconstrucción de nuestras entidades. En aquellos lugares donde se ha intervenido se ha exigido que el trabajo concluya con toda la calidad. Pero nos han golpeado mucho la antigüedad de la mayoría de las entidades y la obtención de los materiales. Una imagen de confort y presencia física y educación, con argumentos contundentes, amortiguan la falta de medicamentos», concluyó.

Entonces esos males precisan con urgencia recibir el más efectivo de los tratamientos para cumplir plenamente con la máxima mayor del personal de farmacias: lograr un trabajo eficaz y eficiente que influya en una mejor calidad de vida del resto de la sociedad.

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