Cuba se suma al Plan de Acción Mundial sobre Respuesta de Salud Pública a la Demencia 2017-2025, aprobado por la Organización Mundial de la Salud en la recién efectuada 70ma. Asamblea Mundial de la Salud en Ginebra, Suiza.
Cada tres segundos alguien en el mundo desarrolla una demencia, pero en la mayoría de los casos la enfermedad no se diagnostica ni los pacientes reciben apoyo. Por ello este plan inicia una nueva etapa en la comprensión, atención y tratamiento del padecimiento, y reconoce que la demencia no es un componente normal del envejecimiento.
Entre los 194 Estados miembros de la OMS, Cuba siempre ha elaborado planes de acción gubernamentales sobre las demencias, entre los que se encuentra el Plan Nacional para las Demencias, aprobado por el Ministerio de Salud Pública.
La prevalencia de síndrome demencial en Cuba se estima en 10,2 por cada cien personas de 65 años y más, y es la enfermedad de Alzheimer su causa más frecuente.
El doctor Juan de Jesús Llibre Rodríguez, presidente de la sección cubana de Alzheimer, precisa que en el país aproximadamente 160 000 personas padecen de esta enfermedad.
«Esta cifra se incrementará en 2,3 veces para el 2040, es decir, 300 000 personas con demencia, lo que representa el 2,7 por ciento de la población cubana, si no se logra alcanzar una cura efectiva para la enfermedad».
El costo anual estimado en el país es de aproximadamente 512 millones de dólares, distribuidos entre cuidados informales y gastos médicos directos. Sin embargo, el mayor costo de las demencias es el humano, cuyas dimensiones son inestimables.
El Ensayo clínico NeuroEpo en la Enfermedad de Alzheimer (EA) comenzará en el país —previa aprobación del Centro para el Control de Medicamentos, Equipos y Dispositivos Médicos (Cecmed)— en pacientes en estadios iniciales del padecimiento. Aunque este no evita el Alzheimer ni lo elimina, sí podría contribuir a cambiar el curso de la enfermedad, pues ayuda a demorar ese proceso degenerativo y mejorar la calidad de vida de esa persona y su familia.
Insiste Llibre Rodríguez que mientras llega la cura de este trastorno, la prevención durante el curso de la vida y la educación y control de los factores de riesgo —en particular los cardiovasculares— serán unos de los recursos más importantes para reducir los casos en el futuro.