Sobre los hombros del joven y rebelde guerrillero, la insólita y espectacular divinidad del suceso. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 06:47 pm
El 8 de enero de 1959 el Héroe de la Sierra se elevaba del revolucionario al mito. La Habana había recibido amorosa y estentórea a la caravana de los mesías de su libertad, y dos palomas blancas quisieron marcar, sobre los hombros del joven y rebelde guerrillero, la insólita y espectacular divinidad del suceso.
Desde aquella tierna «unción», en el Campamento Militar de Columbia, Cuba supo distinguir dónde posar la hermosa mitología de sus sueños. En lo adelante, en cada reedición de aquella travesía triunfal, todos nos preguntamos, con un Camilo sonriente y confabulado: «¿vamos bien, Fidel?» Porque, como en aquellos días clamorosos, nada se nos dará fácil, como nunca lo sería alcanzar las grandes utopías humanas