Como siempre, la Plaza fue el centro de la Revolución... Punto culminante de hechos y decisiones trascendentes para Cuba y el resto de los pueblos humildes, subdesarrollados, pobres; volvió a estar abarrotada de cubanas y cubanos, personas solidarias del resto del mundo, y decenas y decenas de delegaciones oficiales de todas las regiones, muchas de ellas encabezadas por jefes de Estado y de Gobierno.
Durante casi cuatro horas se sucedieron las intervenciones de 17 representantes de países de América Latina y el Caribe, África, Asia y Europa, las cuales fueron culminadas por el discurso del Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, General de Ejército Raúl Castro Ruz.
Se habló en nombre del África liberada. Jacob Zuma, presidente de Sudáfrica, señaló que nunca debe olvidarse que Cuba desplegó casi medio millón de soldados para combatir la intervención extranjera en ese continente a lo largo de varios años y que su presencia en Angola se destaca como uno de los ejemplos más grandes de solidaridad a nivel internacional.
También estuvo el Medio Oriente agradecido. Su alteza Emir padre, Hamad bin Jalifa Al Thani, de Catar, recordó el apoyo incondicional de Cuba a la causa Palestina y los pueblos árabes.
De Vietnam, Nguyen Thi Kim Ngan, presidenta de la Asamblea Nacional del país oriental, enfatizaba que en su tierra nunca se olvidará que el pueblo cubano estuvo dispuesto a dar por ellos hasta la sangre.
Los hermanos de la América Latina y el Caribe también llegaron con su amor. Maduro, Evo, Correa, y Daniel, presidentes que no llevan protocolo, porque todos los cubanos los conocen así, por sus nombres de pila —como si fueran de la familia—, nos trajeron sus palabras, pero también el recuerdo de Chávez, el Mejor Amigo, nuestro y de ellos.
Desde Europa, desde Grecia, cuna de la civilización occidental, empero, también se vindicó a Cuba y su legado. Alexis Tsipras, su primer ministro, decía que a pesar de la distancia entre una y otra nación, los valores del pueblo griego son muy cercanos a los valores e ideales por los que han luchado y luchan los cubanos. Y declaraba que la Revolución es inspiración y aprendizaje para su país.
No fue una despedida. Cada líder o jefe de delegación que se expresó, acompañó en el dolor al pueblo antillano y trajo su mensaje de aliento, pero más que eso, hicieron un recuento preciso, minucioso, de la trascendencia de la Revolución cubana en el destino del planeta en los últimos 57 años.
El acto de ayer en la Plaza de la Revolución, abarrotada de cubanos y cubanas, de amigos solidarios y de dignatarios de todas las regiones del mundo, lo interpreto y lo entenderé como resumen y cierre de la Primera Época de la Revolución.
Se hizo evidente, una vez más, que la cubana fue una Revolución del pasado reciente —la más trascedente e influyente a nivel mundial en la segunda mitad del siglo XX—, que es una Revolución del presente, y que será una Revolución del futuro.
Su Primera Época —creo yo— fue sellada ayer en la Plaza de la Revolución, en Asamblea General del Pueblo Cubano, y con el testimonio de amigos de todo el mundo. Fue como la Primera y Segunda Declaración de La Habana, como todos los actos cruciales, germinales, que allí se sucedieron y que Raúl recordaba ayer en su discurso. Y, como siempre, estaba Fidel.