El pequeño artemiseño hizo realidad uno de sus sueños. Autor: Otto Acosta Publicado: 21/09/2017 | 06:41 pm
Edikson González Paneque, el pequeño artemiseño que durante más de tres años ha luchado por su vida en el hospital Comandante Pinares, de San Cristóbal, cumplió uno de sus sueños: bailar junto al grupo cubano Ángeles.
Hasta este sitio —donde «se respira amor y habita la bondad», como me dijo hace unos meses—, se fueron los integrantes de ese clan para regalar más que su música, alegrías y mucha salud, no solo a él, sino también a otros infantes de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos (UCIP) del centro.
No por anunciada la visita dejó de sorprender a este niño que sufre de una osteogénesis imperfecta (conocida como huesos de cristal) que, al asociarse con hipertensión pulmonar, requiere de traqueostomía y ventilación, razones que han obligado a su permanente hospitalización. Casi ni tiempo hubo de ponerse las batas para entrar a la sala; la algarabía que se sentía en las afueras develó que Ángeles estaba tocando el alma de Edikson y que «dormir con un afiche de la agrupación», como me había contado el pequeño, pasaba a otro plano.
Entré primero, conversé con él, le pregunté por qué su rostro revelaba tanta alegría y lucía más hermoso que de costumbre. Las risas no se hicieron esperar, como quien sabe que algo grande está por suceder. Y poco después entraron Ángel Jesús Rodríguez Quintero y Hansel Delgado Fernández —dos de los miembros de la agrupación musical—; al verlos sonrió tímido, recogido, aunque con cierto aire de picardía y orgullo en su mirada, pues él como nadie sabe que los límites de los sueños están en la mente y el poder para alcanzarlos en el corazón. Les dio la mano como todo un gran hombre, probó el cake que le trajeron de regalo y hasta pidió unas gafas para parecerse más a ellos.
Durante más de una hora Edikson bailó con la canción Mi carrito, y tarareó junto con su pequeña guitarra y Ángeles otra de sus canciones, Serás mía. Primero en la sala de la UCIP y después en el teatro del hospital, hasta donde pudo llegar en su sillón móvil. A los nuevos amigos contó de los «deseos que tenía de conocerlos, de abrazarlos», les habló de lo «mucho que ha aprendido en sus meses de clases» y de cuánto lo «quieren y miman en el hospital». Y hasta preguntó por Sian Chiong Crehuet, el otro de los tres jóvenes músicos que faltó «a su fiesta».
Poco después abrazó en sus manos el gran afiche —con firmas plasmadas— que los integrantes del grupo dejaron como recuerdo de fuerza y de pasión para que el pequeño siga alcanzando otros sueños. Y hasta le prometieron volver. Allí estaban su mamá, abuela, sus hermanas y personal médico; todos querían agradecer a Ángeles su deferencia, por haber entregado más que su música, su amor, su sencillez y toda la esperanza del mundo, y así me lo aseguraron después el mismo Edikson y su mamá.
Porque como afirmó Ángel Jesús, niños como Edikson te hacen crecer y te motivan muchísimo en el día a día. «Cuando conocí su historia a través del periódico Juventud Rebelde me dije: “Tengo que aportar mi granito de arena”. No solo pensamos en venir, sino en todo lo que la presencia de nosotros le podía reportar para su vida». Y ese sentimiento también lo comparte Hansel, quien definió este encuentro como una mezcla de alegría, melancolía, tristeza, algo espectacular de lo que jamás podrán separarse.
Es imposible no emocionarse al ver a Edikson jugar, divertirse, conocer, aprender… aseveraron casi al mismo tiempo los jóvenes músicos. Y es que en los espacios de la institución médica se entrecruzan disímiles historias y personas, que han hecho que el infante siga creciendo y conquistando a todos con su fuerza y energía. Entre aplausos, risas y ovaciones, todos en el hospital cantaron a la vida, a los sueños, a la inteligencia, a la bondad, para que Edikson y sus compañeros sigan soñando.
Los cantantes compartieron también con otros niños de la Unidad de Cuidados Intensivos Pediátricos del centro.