BARACOA, Guantánamo.— La solidaridad anida en tierra del Guaso desde todas partes del país, y hasta allá llegó literalmente volando, con su mochila y una afilada motosierra a cuestas, el soldado espirituano Dionis Tamayo Castellanos, al igual que muchos otros integrantes de las fuerzas especializadas de Ingeniería de las FAR, quienes laboran en la recuperación de los daños causados por Matthew en la provincia de Guantánamo.
Según comentó a JR el joven, esto era algo que «veía venir», pues en la unidad constantemente los están preparando para cumplir con alguna misión que no siempre llega. «Pero, esta: ¡esta es una de las más importantes ahora en el país! Voy a ayudar en la desobstrucción de viales, en las casas, en lo que haga falta y por el tiempo necesario», asegura Tamayo, al mismo tiempo que asiente con la vista al teniente Ricardo Sánchez, quien le acompaña en la travesía.
Además del soldado Rafael Álvarez, estos tres combatientes fueron de los primeros en arribar al territorio de Maisí, apenas las condiciones del tiempo lo permitieron. Lo consiguieron solamente a bordo de un helicóptero de la Fuerza Aérea Revolucionaria, el cual les desembarcó, junto a algunos funcionarios del Partido y el Gobierno, en el poblado de Los Arados, entre los tantos que permanecieron aislados por carretera con el resto de la provincia.
Mientras a mi memoria vuelven los rostros expectantes de los bisoños combatientes, también ante la prueba de fuego de montarse por primera vez a un helicóptero, algunas calles en la ciudad de Baracoa, como la céntrica Primero de Abril, comienzan a teñirse del verde olivo de los uniformados, volcados junto a los lugareños en el desbroce de viales, una condición indispensable para poder restablecer no solo el tránsito, sino otros servicios básicos a la población como las comunicaciones, el abasto de agua y la producción de alimentos.
Sobre los restos de lo que fuera el portal de una casa colonial yace ahora un poste embrollado en unos cables y dos trasformadores eléctricos. En medio de la polvareda que levanta el vehículo de carga con cada arremetida de vagón, una vecina camina entre la gente, ofreciendo agua y café a los oficiales y sus muchachos.
«Tengo la seguridad de que con la unidad, con el trabajo y el apoyo que nos brindemos entre todos, vamos a vencer una vez más. En la solidaridad está la fórmula, esa que nos enseñó muy bien Fidel, y es algo que estamos viendo también en la recuperación de Baracoa», expresó al advertir a los reporteros en el lugar, el joven teniente Ronel Carrillo.
Al otro lado de la ciudad, en áreas del malecón baracoense y exactamente en los alrededores del estadio de béisbol, hay igualmente un gran hervidero de militares. En pocas horas el devastado sitio ha sido ocupado para convertirse en la principal base de vida, en condiciones de campaña, de los combatientes encargados con las tareas de recuperación del centro de la ciudad.
Cuando el Sol comienza ya a declinar, para constatar el cumplimiento de las misiones se persona en el lugar junto a otros jefes y oficiales, el general de división y jefe del Ejército Oriental, Rafael Hernández Delgado, quien confirmó la desobstrucción de más de 600 kilómetros de viales en esta provincia.
El jefe militar confirmó la alta preparación profesional y disposición del personal de las tropas ingenieras pertenecientes al Señor Ejército para cumplir satisfactoriamente, junto a la población, las misiones asignadas en esta etapa y favorecer la recuperación en el menor tiempo posible.