Juventud Rebelde - Diario de la Juventud Cubana

La serpiente está en su nido

¿Por qué ni México ni Estados Unidos han dicho cómo llegó Posada Carriles a Miami? Están embarazados, tienen el monstruo en el vientre

Autor:

Juana Carrasco Martín

Fidel hizo la pregunta. «¿Por qué ni México ni Estados Unidos han dicho cómo llegó Posada Carriles a Miami? Y el Comandante en Jefe se respondía: «Están embarazados, tienen el monstruo en el vientre».

Era agosto de 2005, y la aseveración recordaba la advertencia martiana: «Viví en el monstruo y le conozco las entrañas». Y estas añadían más heces a su carga de ignominias.

Estaba montada la farsa en una audiencia de migración en el tribunal correspondiente en la ciudad texana de El Paso y el terrorista confeso apenas iba a ser juzgado por entrada ilegal a Estados Unidos, aunque más bien podría llamársele consentida y organizada en el contubernio de siempre, establecido para la guerra sucia contra Cuba, su pueblo, su Revolución.

Confeso de sus acciones terroristas, pues Posada mismo había declarado: «El sabotaje fue el golpe más efectivo que se haya realizado contra Castro». Se refería a la voladura del avión de Cubana, en pleno vuelo, frente a las costas de Barbados, que segó 73 vidas el 6 de octubre de 1976, y su cínica aquiescencia del crimen que había organizado se publicaba en el diario Miami Herald el 10 de noviembre de 1991.

Ansioso de esa publicidad que buscan los asesinos en serie y los terroristas, no callaba la procedencia de sus maestros. El 12 de julio de 1998 le decía al diario The New York Times: «La CIA nos lo enseñó todo, cómo usar explosivos, cómo matar, hacer bombas... nos entrenaron en actos de sabotaje».

Con desparpajo total, el terrorista había dicho también: «El FBI y la CIA no me molestan».

Por cierto, el FBI, que en documentos reconoció la condición de terrorista de Posada Carriles, establece para los asesinos en serie la condición de sicópatas o sociópatas, no así para aquellos que están motivados por ganancias monetarias (por ejemplo, asesinos a sueldo) o los que tienen motivaciones ideológicas o políticas (por ejemplo, terroristas, genocidas). Ellos siguen escrupulosamente sus crímenes en los medios de comunicación, y muchas veces se enorgullecen de sus acciones, como si fuesen grandiosos proyectos.

Pero ni siquiera iban a sancionar a Posada Carriles en El Paso, por el delito de entrar a Estados Unidos con pasaporte falso empleado para fines terroristas, lo que pudo haberle costado una pena de 25 años de prisión.

El 28 de abril de 2007 nuestro diario Juventud Rebelde publicaba: «La fiscalía de los Estados Unidos presentó este viernes una moción ante la Corte Federal de El Paso (Texas), para excluir todo tipo de “evidencia, testimonio, preguntas o argumentos” sobre la relación de Luis Posada Carriles con la CIA.

«El documento, firmado por los fiscales John W. Van Lonkhuyzen y Paul Ahern, de la división de Seguridad Nacional del Departamento de Justicia, afirma que la relación del terrorista con la CIA “está a punto de terminar en 1976”», agregaba JR.

Contubernio y complicidad se mantenían en el tiempo. Mientras tanto, permanecían injustamente encarcelados en EE. UU. cinco cubanos antiterroristas que habían contribuido a recaudar información sobre los intentos criminales de Luis Posada Carriles y sus cómplices dispuestos en todo momento a realizar otros sabotajes semejantes al del Crimen de Barbados; informaciones que ayudaron también —dijo entonces Fidel— a salvar «la vida de cientos de ciudadanos estadounidenses».

Sin embargo, Posada y sus cómplices fueron acogidos en Estados Unidos, durante el mandato de George W. Bush, de manera amañada, silenciosa, conspirativa, y en abril de 2011 se le absolvió definitivamente de cualquier delito cuando apenas se le juzgó —risible si no fuera tan infamante— por haber mentido a las autoridades migratorias.

Se desoyeron los reclamos de Fidel de 2005, cuando dio a conocer que la Cancillería cubana había pedido, en notas a la Oficina de Intereses de Estados Unidos en La Habana, el reconocimiento de que Posada estaba en Miami, y solicitó la entrega del  terrorista a la justicia cubana o que fuera juzgado en EE. UU. por el delito de terrorismo internacional, verdadera causa para su largo prontuario criminal.

W. Bush, el hijo, se tragaba sus propias palabras, dichas cuando puso a su país y al mundo en guerra infinita, y se ponía el sayo: «si alguien apoya a un terrorista, si alguien esconde a un terrorista, si alguien alimenta a un terrorista, es tan culpable como los terroristas».

Recordemos que Posada Carriles, junto a Gaspar Jiménez Escobedo, Pedro Remón y Guillermo Novo Sampoll, sus cómplices en el intento de magnicidio proyectado para ejecutar en el Paraninfo de la Universidad de Panamá y frustrado por la denuncia hecha por el propio Fidel, cumplían una condena de ocho años, pero recibieron el «indulto humanitario» de la entonces presidenta istmeña Mireya Moscoso, por una paga de cuatro millones de dólares y un auto valorado en 125 000.

Ya que mencionamos a Guillermo Novo Sampol, por equivocación le dio una entrevista a la publicación soviética Literatura Gaceta, en Miami, el 29 de diciembre de 1976, y entonces declaró: «Cuando mueren pilotos cubanos, diplomáticos o miembros de sus familias a mí no me causa pena, la muerte de estas personas siempre me alegra».

Posada y sus amigos se reunieron en Miami con su socio y compinche en el sabotaje al avión de Cubana Orlando Bosch. Como dijo entonces Fidel: «En este caso es el diablo el que los cría, y es también el diablo el que los junta».

El caso Posada Carriles, quien transita por las calles de Miami sin cortapisa alguna, ni grillete GPS en el pie, pero sí aclamado como un «héroe de la democracia», es la evidencia viviente de que todos sus actos contra Cuba, y los de muchos terroristas y organizaciones contrarrevolucionarias más, tienen entre los principales protagonistas y culpables a los Gobiernos estadounidenses que lo entrenaron, apañaron y lo siguen protegiendo.

La libertad de Posada Carriles paga el silencio del terrorista, que guarda muchos secretos de la CIA y de cada uno de los Gobiernos de Estados Unidos que ejecutaron sucias agresiones contra Cuba, pues su relación con la CIA se remonta a 1961 durante los preparativos de la invasión de Playa Girón, fue su «contratista pagado» desde 1965 hasta 1974, y hasta 1976 se reconoce que tuvo «contacto intermitente», para «resolver asuntos financieros».

Un terrorista libre en Miami demuestra que entonces no terminaron las relaciones. Aquel juicio de El Paso dejó claro que si Posada divulgaba información de sus actividades para la CIA «violaría el contrato de no divulgar secretos», «violaría las leyes de contraespionaje» y «pudiera ser dañino a la seguridad nacional de los Estados Unidos».

Por eso, la serpiente en su nido.

El periplo del terrorista

• 26 de agosto de 2004: La presidenta de Panamá, Mireya Moscoso,  indulta al terrorista internacional  Luis Posada Carriles, y a sus cómplices.

• 26 de agosto de 2004: Santiago Álvarez Fernández-Magriñá envía dos aviones ejecutivos —fletados y pagados también por Leopoldo Fernández Pujals y Jorge Mas Santos— al aeropuerto de la Ciudad de Panamá a recoger a los terroristas. Viajan a Miami Gaspar Eugenio Jiménez Escobedo, Pedro Remón Rodríguez y Guillermo Novo Sampoll. El otro avión llevó a Posada Carriles al aeropuerto de San Pedro Sula, en Honduras, a donde entra con un pasaporte estadounidense con el nombre de Melvin C. Thompson.

El terrorista se queda varios meses en Honduras, viaja por El Salvador, Costa Rica, Guatemala y Belice, desde allí entra a México  por Chetumal, al sur de Cancún.

• 14 de marzo de 2005: El barco camaronero Santrina —con matrícula 604553 y bandera estadounidense—, que supuestamente iba de Bahamas a Miami, queda varado en Isla Mujeres, México. Lo tripulan Santiago Álvarez Fernández-Magriñá, José «Pepín» Pujol, Osvaldo Mitat, Rubén López Castro y Gilberto Abascal. Luego del contacto con las autoridades mexicanas, zarpan con autorización rumbo a Miami.

• 18 de marzo de 2005: El Santrina llega a Miami, con un pasajero de más: Luis Posada Carriles.

• 13 de abril de 2005: Posada pide asilo político. Dijo que había entrado —por tierra— desde México.

• 3 de mayo de 2005: El secretario asistente del Departamento de Estado de EE. UU., Róger Noriega, asegura que quizá Posada no estaba allí y que quizá los cargos en su contra habían sido inventados.

• 17 de mayo de 2005: El Miami Herald entrevista a Posada en Florida. Ese mismo día fue detenido.

• 26 de septiembre de 2005: El juez de Inmigración William Abbott dictamina que Luis Posada Carriles sería deportado a cualquier país,  menos a Cuba o a Venezuela.

• 19 de abril de 2007: Fue puesto en libertad bajo fianza.

• 10 de enero de 2011: Inicio del juicio contra Posada en El Paso.

• 8 de abril de 2011: A pesar de  las pruebas de la fiscalía, el jurado lo encuentra «inocente» de los 11 cargos de perjurio, fraude y obstrucción de procedimiento. La decisión no puede apelarse.

 

• 16 de enero de 2012: El colmo, Mireya Moscoso se reúne en Miami con Santiago Álvarez, Luis Posada Carriles, Gaspar Jiménez Escobedo y Pedro Remón.

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