La intención de crear un frente interno que apoyara la invasión mercenaria por Playa Girón fracasó frente al apoyo popular de la Revolución. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 06:30 pm
En enero de 1960, apenas transcurrido un año del triunfo revolucionario y después de haber ejecutado decenas de acciones para derrocar la Revolución Cubana, Allen Dulles, jefe de la CIA y presidente de la Junta Nacional de Inteligencia de Estados Unidos, ordenó la creación de una «fuerza de tarea» que proyectara la estrategia para derribar, por medios violentos, al Gobierno Revolucionario de Cuba.
Esa fuerza de tarea estaba directamente subordinada a Tracy Barnes, ayudante de Richard Bissell, jefe de operaciones de la CIA, y dirigida por Jacob Esterline, quien había sido jefe de la estación en Venezuela. Entre sus integrantes se encontraban los viejos agentes Howard Hunt, David Phillips, David Morales y otros exintegrantes de la operación de Guatemala (2).
El 17 de marzo de 1960, Dulles entregó al presidente Eisenhower el plan subversivo, que fue aprobado y contemplaba el derrocamiento del Gobierno cubano estimulando una sublevación interna generalizada, a través de la ejecución de cuatro direcciones de trabajo:
a.- Crear una responsable oposición política fuera de Cuba, que pudiera encabezar las acciones políticas, económicas y subversivas que se realizarían y deviniera finalmente gobierno provisional.
b.- Organizar un vasto programa de guerra sicológica, entre cuyos pilares se encontraba una base radial en la Isla Swan, en el Caribe hondureño, cuyas transmisiones pretenderían con infundios, rumores falsos y mentiras, desmoralizar al pueblo cubano. Además, otro grupo de acciones subversivas que abarcaron desde la conocida Operación Peter Pan, para la extracción de Cuba de más de 15 000 niños, hasta películas, cómics, conferencias en universidades, riego de octavillas en la Isla por medio de aviones, etc., destinados a denigrar y calumniar a la Revolución, los logros obtenidos y a sus líderes.
c.- Reclutar y entrenar a un centenar de exilados cubanos en sabotajes, subversión y terrorismo, con la finalidad de infiltrarlos posteriormente en Cuba y colocarlos al mando del movimiento contrarrevolucionario, ya para entonces abastecido militar, económica y tecnológicamente.
d.- Desarrollar una red de inteligencia en Cuba, que preparara las condiciones en montañas, poblados y ciudades para subvertir, reclutar y entrenar a las personas, con vistas a una sublevación popular que finalmente derrocara al Gobierno revolucionario.
Ya antes, a finales de 1959, la CIA había aprobado el asesinato de Fidel Castro, como «el medio más expedito para derrocar al Gobierno cubano», además de un grupo de medidas económicas destinadas a restringir el comercio y estimular las dificultades materiales de la población.
Para tales efectos se destinó un presupuesto de cien millones de dólares y se crearon decenas de centros de reclutamiento en la Florida y Nueva Orleans, además de varios campos de entrenamiento, entre los cuales el principal estuvo situado en la finca Helvetia, región de Retauleau, en Guatemala, así como las bases militares norteamericanas en la zona del Canal de Panamá.
Más tarde se utilizaría como base aérea Puerto Cabeza, en Nicaragua, que finalmente sería el punto de partida de la invasión mercenaria por Playa Girón. Paralelamente, se organizó el denominado Frente Revolucionario Democrática (FRD), organización política que posteriormente devendría Consejo Revolucionario Cubano, encargado de conformar el gobierno provisional una vez derribada la Revolución.
Mientras en Cuba, elementos provenientes de antiguos partidos políticos, exmilitares, politiqueros, latifundistas y disidentes de la Revolución, formaban y organizaban la clandestinidad contrarrevolucionaria, abastecida con armas y explosivos de última generación por la CIA. Entre las principales organizaciones se encontraban: Movimiento de Recuperación Revolucionaria, proveniente de la Asociación Católica Universitaria; Movimiento Revolucionario del Pueblo, integrado, entre otros, por jóvenes católicos obreros; Organización Auténtica y Triple A; Movimiento Montecristi, proveniente de las clases políticas desplazadas del poder; Movimiento 30 de Noviembre, con integrantes del movimiento sindical posrevolucionario; Directorio Revolucionario Estudiantil, con elementos procedentes del estudiantado católico universitario, etc.
En pocos meses, decenas de grupos se organizaron, casi todos con representación en Miami, para disputarse el presupuesto aprobado por la CIA para aquella campaña. Dentro de Cuba, en montañas y ciudades llegaron a operar en aquellos años miles de contrarrevolucionarios, que diariamente accionaban con bombas, actos terroristas, asesinatos, asaltos a tiendas del pueblo, etc.
Por su parte, la CIA desencadenaba una brutal campaña terrorista desde el exterior, y el 4 de marzo explotaba, en los muelles habaneros, el barco belga La Coubre, que transportaba armas y pertrechos militares a la Isla, con el saldo de casi un centenar de víctimas mortales. Incendios en cañaverales, bombas en las ciudades y pueblos, atentados terroristas, bombardeos de aviones —procedentes de Estados Unidos— contra centrales azucareros, fábricas de electricidad, centros de estudio, se sucedían día tras día, mientras arreciaban las campañas de guerra sicológica, a la vez que intentaban desacreditar los logros revolucionarios a escala continental.
Las «guerrillas» contrarrevolucionarias que en casi todas las regiones montañosas del país asolaron aquellas comarcas, sembrando la muerte y la destrucción a su paso, una a una iban siendo desmanteladas por las milicias populares.
La Embajada de Estados Unidos en La Habana, que contaba con una estación de más de medio centenar de oficiales encabezados por el agregado político James Noel, aportaba todos sus medios para lograr el empeño de su gobierno. Desde sus oficinas diplomáticas operaban la CIA, el FBI y otras organizaciones.
Ante el incremento de estas acciones, el 28 de septiembre de ese año, la dirección revolucionaria estructuró una nueva forma de enfrentamiento: los Comités de Defensa de la Revolución, organización de masas encargada de la vigilancia popular, casa por casa, que se convertiría en parte esencial en la derrota de los planes agresivos.
En noviembre, la CIA analizó la situación en curso y sus resultados, comprobando el fracaso de sus propósitos ante la solidez de la Revolución y sus líderes en el seno del pueblo cubano, transformando el proyecto original en una invasión mercenaria, que fuera cabeza de playa para la utilización posterior de sus fuerzas militares.
Así se decidió organizar una brigada militar de desembarco y asalto con unos 1 600 exilados y armas de todo tipo, tanques, aviones y marina de guerra y transporte, que capturara la añorada cabeza de playa en la Isla.
En Puerto Cabeza, Nicaragua, se organizó la base aérea Happy Valley, con 24 aviones de combate B-24 y 12 aviones de transporte C-47, mientras se agrupaba una poderosa escuadra de barcos para el transporte del personal y equipos que sería custodiada en su trayecto por la US Marine.
Paralelamente, la CIA y sus asociados contrarrevolucionarios planearon entre 1960 y 1961, 32 complots homicidas contra la vida e integridad física del Comandante en Jefe Fidel Castro, descubiertos y neutralizados por los servicios de seguridad cubanos.
Entre los más destacados se encontraron la Operación Generosa, que pretendía en el mes de marzo, aprovechando una reunión en el Instituto de Ahorro y Vivienda, colocar una bomba y así asesinar al líder cubano; el otro, intentaba envenenarlo con una poderosa poción fabricada en los laboratorios de la CIA, que debía suministrarse en sus oficinas o en un conocido restaurante chino en la capital cubana.
En las bases de Panamá se habían integrado los denominados team gray (3), constituidos por unos 60 hombres altamente entrenados en subversión y terrorismo, los que comenzaron a infiltrarse en la Isla a partir de febrero de 1961, para fortalecer la eficiencia de las organizaciones contrarrevolucionarias y bandas de alzados en las montañas. De ellos, lograron llegar a suelo cubano 32, de los cuales 20 fueron capturados.
En febrero de 1961 la CIA, en previsión de la invasión mercenaria proyectada, decidió reorganizar el «frente interno» y para ello utilizó a los principales líderes de la contrarrevolución interna para unirla, entrenarla y orientarla en el plan a desencadenar en la retaguardia revolucionaria para el apoyo al desembarco programado.
En Miami fueron designados Humberto Sorí Marín, Rafael Díaz Hascom y Rogelio González Corso jefes de la nueva unidad que recibió como nombre Frente de Unidad Revolucionaria (FUR), quienes se infiltraron el día 13 de marzo en las inmediaciones de Puerto Escondido, en los límites de las provincias de La Habana y Matanzas.
Varios días más tarde, el 18 de marzo, cuando celebraban una reunión de coordinación con los jefes de los principales organizaciones contrarrevolucionarias internas para impartir las órdenes de la CIA, fueron detenidos todos, por agentes de la Seguridad del Estado. Se les ocuparon los planes y mapas con las orientaciones a ejecutar, así como varios importantes lugares del país donde habían recibido abastecimiento de armas y explosivos, desarticulándose entonces el denominado «frente interno», que debía actuar al momento de la agresión mercenaria, en función de desorganizar la respuesta militar y política de la Revolución.
El día 29 de ese mes, se abortó también un operativo dirigido por Aldo Vera Serafín, que al frente de un comando entrenado en Miami, había desembarcado en las costas cubanas, con la finalidad de asaltar el cuartel de la seguridad cubana, situado en 5ta. Avenida y calle 14 en Miramar, para rescatar a los jefes contrarrevolucionarios detenidos e intentar poner en marcha los planes concebidos.
Una desenfrenada ola de sabotajes, incendios y terrorismo se desataba en el país. El 13 de abril, muere Fe del Valle, trabajadora de El Encanto, la principal tienda por departamentos capitalina, destruida totalmente en un incendio provocado. El día 15 aviones enemigos, con insignias cubanas, bombardean las bases aéreas de San Antonio, Ciudad Libertad y Santiago de Cuba, para inutilizar las fuerzas aéreas revolucionarias.
En la madrugada del 17, al unísono con el desembarco mercenario, radio Swan, en una transmisión especial, daba la contraseña para la sublevación dentro de Cuba: el pez es rojo. La repitieron durante todo el día, sin embargo, la mayoría de los encargados de aquella misión ya estaban detenidos.
En mayo, semanas después de la derrota en Girón, Alfredo Izaguirre de la Riva, junto a Luis Torroella y Martín Rivero, agentes CIA sobrevivientes de aquella debacle enemiga, en un mensaje cifrado, desde Cuba, se quejaban amargamente de la derrota sufrida: «el fracaso de Girón ha causado confusión y desesperación… muchos de nuestros mejores hombres están detenidos… La ausencia de orientaciones y acciones internas está impidiendo la actividad de la resistencia cívica. El Consejo de Miró Cardona no da al pueblo la inspiración necesaria…».
*El autor es General de divisón (r). Investigador.
1-Bumpy Road o Camino de las dificultades, fue el nombre clave que la CIA le puso a esta operación subversiva, que pretendía organizar una sublevación interna contrarrevolucionaria.
2-Operación Éxito, que en 1954 derrocara al Gobierno democrático de Jacobo Arbens en Guatemala.
3-Team gray o grupos grises, porque debían actuar desde las sombras.