La misión Cultura Corazón Adentro ha llevado alegría al pueblo venezolano. Autor: G. Jallasi/ABI Publicado: 21/09/2017 | 06:08 pm
SANCTI SPÍRITUS.— Aún sin despojarse del polvo del viaje, y en su período de vacaciones, a Duniesky Contreras Madrigal se le ve con sistematicidad en el Centro de Superación para la Cultura de esta provincia. Este yayabero poco entiende de descanso. Desde muy joven conoce bien la magnitud de las palabras responsabilidad, sacrificio y entrega.
No solo lo descubrió al cursar la especialidad de artes plásticas en la Escuela de Instructores de Arte Vladislav Volkov, de Sancti Spíritus, sino cuando al graduarse fungió como profesor de la escuela especial Abel Santamaría Cuadrado, cuando se convirtió en el primer presidente de la Brigada de Instructores de Arte José Martí (BJM) en el territorio.
Luego transitó por el otrora Instituto Superior Pedagógico Capitán Silverio Blanco Núñez, más tarde se trasladó durante un período a la capital, y laboró como profesor en un Politécnico en La Habana Vieja, al tiempo que integró la dirección nacional de la BJM.
«Creo que pude enfrentarme a esos retos por mi capacidad para aceptar lo que signifique cambio y superación. Fue una etapa en la cual aprendí a escuchar a los más experimentados, y que me exigió mucha preparación», explica este joven, quien a su regreso a Sancti Spíritus dejó su huella primero en el Centro Provincial de Casas de Cultura y después en el de Superación para la Cultura.
Pero entre una responsabilidad y otra, llegaron otros desafíos que lo llevaron a cruzar el océano: Venezuela fue el destino de cuatro de sus viajes, pero también Bolivia, hacia donde partió como representante de un proyecto nombrado Embajadores del ALBA; y Argentina, donde representó a la Isla como delegado a la III Cumbre de los Pueblos.
Como ahora se cumplen siete años de que se pusiera en práctica en la tierra de Bolívar la misión Cultura Corazón Adentro, JR dialoga con Contreras Madrigal.
—¿Cómo fue el primer acercamiento de Duniesky con la cultura venezolana?
—Llegué a Venezuela el 22 de abril de 2008 por lo que soy fundador de la misión Cultura Corazón Adentro. Por suerte había estado tres años antes como parte de la delegación cubana que asistió al Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, de modo que ese país no me era totalmente ajeno. Como siempre me preparé para poder desarrollar mi quehacer en este nuevo escenario y poder consolidar la política cultural de esa nación latinoamericana, basada en los preceptos de revolución y progreso. Sin dudas, esa misión resultó una escuela. Venezuela me cambió la vida.
—¿De qué manera la tierra venezolana acogió la misión cubana?
—En un principio hubo algún recelo. Allá la cultura está muy arraigada. Por ello el primer reto fue demostrar la importancia de nuestra presencia en el propósito de la Revolución Bolivariana de extender la práctica artística a los más humildes; y luego lograr la participación de los líderes de cada comunidad para que fungieran como los principales protagonistas.
—Cuando recogiste las maletas para regresar a tu amada Isla, ¿con qué sabor te quedaste?
—Que había mucho que hacer todavía. Los que regresábamos sabíamos que todo lo que hicimos apenas era la punta del iceberg, en comparación con los objetivos que se perseguían. Por suerte, la misión se ha consolidado y hoy se cuentan por mucho los logros, aunque restan no pocos desafíos.
—El Comandante Hugo Rafael Chávez Frías ha sido el líder indiscutible de la Revolución Bolivariana. ¿Cómo lo recuerdas?
—Como una persona de pueblo. Él es de esos líderes que aparece uno cada cien años, tal y como nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro.
—¿Cuál fue la Venezuela que te recibió en la segunda y tercera ocasión en que cumpliste misión?
—Para mi satisfacción, en los tres momentos pude desempeñarme en varias funciones: como instructor; como metodólogo de artes plásticas del estado de Barinas, y por último como profesor en el Distrito Capital. Eso me permitió ver y comprender la realidad desde diferentes miradas, porque Venezuela es un país en ebullición y eso te obliga a atemperarte y estar atento a la subjetividad de sus pobladores.
—¿Cómo ha trascendido la Misión cuando se camina por los cerros?
—El venezolano revolucionario, que es la mayoría, asume nuestro trabajo como modelo para hacer sustentable su proceso social. Apuesta por multiplicar nuestras experiencias y ha fortalecido su cultura.
—Si hoy te tocan a la puerta para que te alistes nuevamente…
—Mi máxima es que el verdadero hombre no mira de qué lado se vive mejor, sino de qué lado está el deber. Mi responsabilidad es trabajar donde soy necesario. Si en este momento me informan que debo partir otra vez, ¡estoy listo!
—Luego de tus viajes por diferentes países de Latinoamérica, ¿qué sientes que significa Cuba para nuestra región?
—Es ejemplo en términos de lucha y posición ideológica. Cuando se llega a otro país y dices que eres cubano, no son pocos los que te abren las puertas y te dan un abrazo para sentir el calor de una nación que ha resistido, una palabra que es sinónimo de sueño para muchos latinoamericanos.