Uno de los periódicos de mayor arraigo en la tradición periodística impresa de Las Tunas. Autor: Archivo Provincial Publicado: 21/09/2017 | 06:05 pm
LAS TUNAS.- Cada primera quincena del tercer mes, los cubanos rendimos honor al periodismo, esa profesión a la que han llamado «la arqueología del presente», «el minutero de la historia» y hasta «el Parlamento diario de los pueblos». La fecha emblemática es el 14 de Marzo, Día de la Prensa Cubana. En una jornada similar de 1892, José Martí fundó en un pequeño local de la ciudad de Nueva York el periódico Patria.
Establecer cuál fue el primer periódico de la humanidad llevó centurias de minuciosa investigación. Según los estudiosos del tema, ese honor fundacional lo ostenta la llamada Acta Diurna, un soporte patrocinado por el emperador Julio César allá por el año 59 AdC, en tiempos del Imperio Romano.
Además de información variada, contenía notas legales y de venta de esclavos, casamientos, nacimientos, publicidad y avisos de muertes importantes. Para evitar alteraciones, sus textos se esculpían en metal o piedra, con el sello del Gobierno tallado. Se situaba en sitios de gran afluencia pública. Ningún acta sobrevivió hasta nuestros días.
En Cuba, el debut del periodismo escrito data del 24 de octubre de 1790, cuando salió a la luz el Papel Periódico de La Havana. Cierto es que entre 1782 y 1783 circuló en la capital cubana la Gazeta de la Havana. Pero su incidencia social fue tan escasa, que la gloria de la primicia la tiene, sin discusión alguna, el Papel Periódico de La Havana.
Así nació la prensa tunera
La historia del periodismo escrito tunero comienza el 6 de noviembre de 1859, cuando mostró su rostro entintado el pionero de sus periódicos: El Hórmigo. Su aparición fija de la llegada aquí de la imprenta, pues, según Víctor Marrero, Historiador de la Ciudad, el 29 de marzo de ese año varios tuneros adquirieron en Puerto Príncipe una imprenta que luego compró Manuel Nápoles Fajardo, hermano de El Cucalambé y futuro director de El Hórmigo. Aunque ningún ejemplar sobrevivió, se sabe que tenía cuatro columnas y otras tantas páginas, con secciones literarias, económicas y de negocios.
En la Victoria de las Tunas de la época se publicaron luego otros periódicos de variada periodicidad y perfiles. El más popular fue El Eco de Tunas, que comenzó a publicarse el 3 de noviembre de 1909. Su director y propietario era Rafael Zayas González, un hombre de quien es necesario abundar un poco para tener una idea de cuánto significó él para la prensa tunera en general, y en particular para El Eco de Tunas.
Carné de prensa de Rafael Zayas.
Zayas nació en la zona de Holguín, el 12 de julio de 1883. Era aún niño cuando su familia se mudó para Victoria de Las Tunas. Y fue en esta comarca cuando comenzó a mostrar simpatías por el periodismo. Era tal su devoción por la letra impresa que en 1904, con 21 años de edad, se propuso y logró editar el primer órgano de prensa de la ciudad en la etapa neocolonial. Zayas lo llamó El Hórmigo, Segunda Era.
Este singular periódico estaba escrito a mano y salía una vez a la semana. Para que los tuneros de la época lo pudiera leer –ya que, obviamente, su «tirada» era muy limitada-, su joven director y redactor lo pegaba con cinta adhesiva en las vidrieras de los comercios de la ciudad. Sus informaciones aparecían firmados con el seudónimo de Cabaniguán.
Era tan extraordinario el entusiasmo que Rafael Zayas ponía en su trabajo como editor y periodista aficionado que sus padres decidieron comprarle una imprenta. Allí, entre rodillos y palancas nació El Eco de Tunas el 3 de noviembre de 1909. En aquel primer número hubo parabienes para flamante director-propietario por darle aliento a una empresa que, seguramente, traería aparejada prosperidad para la ciudad.
La nueva publicación comenzó a salir dos veces por semana con ocho páginas, seis columnas y tamaño estándar. Su línea editorial fue impulsar el progreso de la ciudad. Eso lo puso de manifiesto en su primera salida. Dijo entonces Rafael Zayas: «El Eco de Tunas nace a la vida de la publicidad, a impulsos de un grande y desinteresado amor a la patria y al pueblo heroico en que ve la luz, sin que le arredren las dificultades financieras que atraviesa el país».
Otro de sus rasgos fue combatir las injusticias de la época. Como aquella denuncia que hizo el 15 de diciembre de 1909. Dijo esa vez: «Hace unos días, un contratista de apellido Lara trajo a estos lugares, desde La Habana, a 15 gallegos acabados de desembarcar en la República. Los trajo aquí a Tunas, desde donde los llevó a pie hasta el Guamo sin pararse a mirar la distancia que aquellos infelices tenían que recorrer: 10 leguas, y el mal camino que habían de atravesar. En el Guamo, los gallegos pusiéronse a trabajar no como cristianos, sino como bestias, pues un capataz sin conciencia les decía que para comer tenían que trabajar duro».
La denuncia repercutió en la opinión pública de la comarca, e, incluso, mucho más allá, pues hasta el mismísimo Centro Gallego de La Habana se enteró y tomó cartas en el asunto.
Un adalid ciudadano
La mayoría de las expectativas ciudadanas de aquellos años republicanos tuvieron en El Eco de Tunas a un portavoz fiel, presto a salir al ruedo en su defensa. Como aquellas cinco farolas de petróleo que se instalaron en 1910 en el parque Vicente García. Fue una crónica publicada en sus páginas la que exigió al doctor Rafael Arenas, por entonces alcalde del Segundo Barrio, acoger una iniciativa que convirtió a la céntrica instalación en la primera iluminada de la ciudad.
Todas sus demandas llevaban el sello inconfundible de le ética y la decencia. Zayas escribió una vez: «Jamás prestaremos nuestras columnas para campañas innobles, que denigran tanto al que las hace como al periódico que les da calor. No callaremos cuando se trate de defender los intereses de este pueblo. Alerta estaremos siempre, y allí donde nos necesiten, se nos verá firmes, con la frente alta y dispuestos a levantar nuestra voz de protesta para que sea castigado el culpable, si es que lo hay y merece castigo; o para defenderlo si no es culpable y merece ser defendido».
Pero Zayas no solo era aficionado al periodismo. Así, el 31 de diciembre de 1916, luego de siete años entre letras de molde, decidió interrumpir la salida de El Eco… para probar suerte en la política. Así, el luego proclamado «Padre del Periodismo Tunero» se postuló por el Partido Conservador como candidato a la alcaldía de Victoria de las Tunas.
Luego de la campaña electoral, ganó en las urnas y asumió el cargo en abril de 1917. Pero el primero de diciembre de 1920 renunció a su mandato y se retiró a su finca San Pedro, cercana a la ciudad. Eso sí, tuvo tiempo para promover obras, entre ellas el Palacio de Gobierno, sede del Ayuntamiento Municipal y actual anfitrión del Museo Provincial.
En enero de 1923, ante la insistencia de amigos y colegas, y él mismo eterno enamorado del periodismo, Rafael Zayas decidió reiniciar la publicación de El Eco…, que volvió a la palestra con nuevos bríos y se mantuvo en la calle, dos veces por semana, hasta el 31 de diciembre de 1962, cuando entregó voluntariamente sus talleres y equipamiento al Gobierno Revolucionario, luego de casi medio siglo de circulación.
Enciclopedia de saberes
Tanto la cultura local como la universal tuvieron en El Eco de Tunas espacios de lectura y difusión. Así evidencian algunas de sus secciones más populares, como Álbum Femenino, con frases célebres, consejos y charlas para las mujeres, el hogar y la familia. La Página Cultural abordaba temas de Historia, Literatura, Sicología, Religión y materias similares. Pero la más apreciada fue, sin dudas, la sección Bisemanarias, donde Zayas y su equipo denunciaban los males de la época y los malos manejos de los políticos, aunque también los avances de la ciudad en diversos ámbitos.
Uno de sus redactores estrellas fue Gilberto E. Rodríguez, devenido luego Poeta del Siglo XX en Las Tunas. Este hombre de letras comenzó su vida laboral en una tabaquería. Luego Rafael Zayas lo llevó a su periódico, donde fue tipógrafo, impresor y periodista. Otros que triunfaron en las páginas de El Eco… fueron el poeta Al Carrazana, los reporteros Manuel Artime y Rafael Cuesta Mora y los historiadores Manuel Herrera Martínez y Fernando Grave de Peralta.
No hubo un tema relacionado con la ciudad, su gente y su cultura, en el más amplio espectro, que le fuera ajeno a este bisemanario, orgullo de los tuneros. Publicidad a instituciones y a profesionales; glosas de libros; difusión de la obra de El Cucalambé y de una campaña para hacerle un busto; coberturas de fundaciones de importantes centros, como la Unión Fraternal y la Sociedad Española; divulgación del pensamiento martiano; auspicio de premios literarios…
En 1930 anunció la inauguración de la primera planta radial en Victoria de las Tunas, la emisora CMKE. El 10 de junio de 1951 reseñó la constitución del Patronato Pro-Arte en Tunas, el suceso cultural más importante de la época local. En la etapa revolucionaria, entregó sus páginas a la Campaña de Alfabetización y al Primer Congreso de Educación y Cultura. El 28 de agosto de 1960, publicó la inauguración del hospital de Victoria de Las Tunas, a la que asistió José Ramón Machado Ventura, entonces Ministro de Salud Pública.
Ningún medio impreso tunero ha superado en longevidad a El Eco de Tunas. El Padre del Periodismo tunero falleció con ese orgullo el 7 de febrero de 1966, a la edad de 83 años.
En vida, había recibido numerosos reconocimientos, entre ellos el de la compañía CMQ y el Premio Cucalambé de Periodismo. A su memoria se develó una tarja en la casa donde residió en esta ciudad. Y cada año, por estos días, los trabajadores del gremio local peregrinan en su honor hasta su mausoleo el cementerio Mayor General Vicente García.
Por nuestra parte, continuamos dándole vida a lo que escribimos. Porque, como dijo el español Rafael Mainar, «el periodismo solo morirá cuando ya no haya adelantos que propagar, injusticias que denunciar, débiles a quienes amparar, fuertes a quienes contener, entuertos que enderezar, aspiraciones que defender, teorías que discutir, verdades que investigar, leyes que combatir y hombres que mejorar».