Ora, la madre de Fabiucho, nunca pudo superar el dolor que le causó su muerte. Autor: Cubadebate Publicado: 21/09/2017 | 05:55 pm
Muchas veces se ha visto al empresario italiano Giustino Di Celmo acompañado de una mujer alta, trigueña, de pelo corto, más bien gordita, de edad madura, muy seria y elegante, en actos vinculados con el repudio de nuestro pueblo al asesinato de su hijo más pequeño, Fabio, quien murió fatalmente en el atentado terrorista proyectado por la CIA, el 4 de septiembre de 1997, en el hotel habanero Copacabana, hace ya 17 años.
Pero pocos saben quién es esta compañera: se trata de la investigadora, profesora universitaria y escritora Acela A. Caner Román.
Ella ha estado junto a él en numerosos actos condenatorios de la muerte del hijo de Giustino, en Cuba y en el extranjero, y la han confundido con un familiar allegado y hasta con su esposa. Sin embargo, fue la persona que escribió el primer libro sobre la vida del joven: Fabio: el muchacho del Copacabana. Es la biógrafa de Fabio.
No ha habido un solo acto recordatorio de Fabio contra el terrorismo en nuestra Patria, en la Tribuna Antiimperialista José Martí o en eventos y coloquios sobre las agresiones terroristas contra Cuba, perpetradas por Estados Unidos a través de la CIA, de la mafia de Miami y organizadas por Luis Posada Carriles y sus secuaces, en que Giustino no haya estado del brazo de Acela, que lo aprecia, lo admira y lo respeta como a un padre.
No ha habido una sola función ni puesta en escena de obras de teatro y de ballet, alegóricas a la muerte de Fabio, en La Habana, en otras provincias del país o en Italia, Venezuela y Bolivia, en la cual no haya estado Acela acompañando y cuidando a Giustino, que es diabético insulinodependiente desde hace más de 60 años y el próximo 24 de diciembre cumplirá 94.
Acela es su mejor amiga. Por eso hemos tomado detalles expuestos por ella para un libro elaborado por este reportero. Se trata de revelaciones sobre Fabio y su padre, a modo de tributo, en una nueva conmemoración de la muerte del joven, que ahora tendría ya 49 años:
«Conocí a Giustino pocos días después de la muerte de su hijo, ocurrida el 4 de septiembre de 1997 (…) De él solo se conocía que era el padre del joven asesinado (…) Una tarde fuimos a visitarlo (…) Yo tenía un poco de temor al encuentro, porque la primera vez que lo vi fue en televisión, el día en que mataron al muchacho, y que le hicieron una entrevista. Quien lo vio entonces, no lo olvida, sobre todo el instante en que comentó: “Me han matado a mi hijito”.
«(…) Me puse a llorar como supongo que le haya ocurrido a todo el mundo. Aquello me caló muy hondo, entre otras razones, porque los hijos de Giustino, casualmente, son coetáneos con los míos (…)
«(…) Conversé con él en el Hotel Copacabana (…) Nos contó cómo era Fabio cuando niño, las cosas que hacía, sus gustos, cómo era su familia, cómo eran sus hijos Tiziana y Livio, los hermanos que tenía Giustino, entre ellos su hermana María, que aún vive en Nápoles (…)
« (…) Así fui conociendo a Fabio, no como la víctima inocente de un horrendo crimen, sino como el joven alegre, talentoso, entusiasta, deportista, futbolista, admirador de Cuba (…) Y supe así la fijación que tenía con su mamá, Ora Bassi, y las historias conmovedoras de Giustino sobre su esposa (…) Esa noche no pude dormir y pensé que podía escribir tales historias. Y nació mi libro sobre Fabio, y a la vez pude denunciar el crimen y mostrar al ser humano (…)
«Realicé las necesarias entrevistas con personas y trabajadores del hotel que se relacionaban más con el joven. Y comprobé que era muy sencillo y noble, y que los trabajadores del hotel lo querían mucho. Y hasta a veces almorzaba y comía en el comedor con ellos, y cuando cumplió los 30 años, festejaron junto a él su cumpleaños, como si fuera uno más del colectivo laboral. No había diferencia entre él y los trabajadores, y esa fue una de las cosas que más me impresionaron del muchacho asesinado.
« (…) Giustino entonces expresó cuestiones sobre su hijo que ha cumplido al pie de la letra: “Voy a luchar siempre al lado de Cuba y la verdad en relación con el acto terrorista que se llevó a mi hijo”.
«Desde el primer momento supo quiénes eran los criminales. Y algo revelador: lo que él aseguró entonces lo hizo cuando toda la prensa italiana, por ejemplo, publicó la calumnia de que era Fidel Castro quien había mandado a poner un grupo de bombas en La Habana para desviar la atención de las personas ante las cuestiones que estaban sucediendo entonces en el país. Lo hicieron para crear un ambiente adverso propicio que hiciera que la gente se creyera aquella mentira.
«Y al caer preso el asesino de Fabio, el salvadoreño que puso la bomba en los hoteles, la prensa italiana que esgrimía aquella infamia, no se atrevió más a echar a rodar tales infundios».
Sostuvo Acela que su libro lo acercó más a Giustino y al resto de su familia. Porque, aunque no conocía aún a su esposa, hasta que viajó a Italia por primera vez, ya sabía la historia de la familia que Giustino les había contado a ella y a su esposo Eugenio.
«Y el libro lo escribí en menos de un año, por ser sencillo y simple», nos dijo Acela, pero por modestia, pues en términos de la prensa, noticiosos, fue lo que decimos “un palo periodístico” y desde el punto de vista de la literatura política, histórica, antiimperialista y antiterrorista, una valiosa y reveladora obra».
Nos dijo también ella que a partir del grave suceso —que se esparció por Cuba y por el mundo— mucha gente se fue acercando a los Di Celmo y a la vida del joven.
«La pérdida de Fabiucho, como lo llamaba también su papá, fue un golpe muy grande para él. Yo creo que no hay un solo día en que él no sufra de verdad. Uno lo siente, lo aprecia, aunque él tiene un carácter muy especial y es un optimista perenne, con una fortaleza de vida, innegable e increíble.
«Realmente —reflexionó Acela— toda la familia está marcada por ese inmenso dolor. Ora, la esposa de Giustino, la madre de Fabio, no pudo nunca superar ese dolor. Y los hermanos Tiziana y Livio, tampoco. Pero yo a veces miro a Giustino —y es una gran impresión que tengo, aunque no se lo he dicho— de que la muerte de su hijo, paradójicamente, lo ha fortalecido».
Igualmente, Acela nos aclaró que cuando Fabio murió, Giustino iba a jubilarse. Y él lo acompañaba, porque Fabio se iba a encargar de su negocio. Ya tenía 76 años, y era hora de descansar de la azarosa vida de comerciante por el mundo. Fabio lo seguía, le gustaba el trabajo de su papá, había una enorme afinidad entre ellos.
«Insisto: de la muerte de su hijo, él sacó una fortaleza extraordinaria. Porque un hombre de 76 años es ya una persona mayor y, sin embargo, con el asesinato de su hijo, él decidió no solo no dejar de trabajar, sino continuar la lucha: una lucha por la justicia, por Fabio, y también por Cuba. Porque él está luchando por nuestra Patria y se conoce la realidad cubana y sabe bien lo que ha sido el bloqueo imperialista y ha abrazado la causa de nuestros Cinco Héroes. Y asegura que morirá en Cuba.
«Giustino ha sido uno de los máximos exponentes y divulgadores de la lucha por nuestros cinco compañeros, en nuestro país y en el mundo».
Y nos aclaró Acela en su momento: « (…) El caso de la muerte de Fabio es uno de los que más claramente reafirma la necesidad de que estuvieran esos dignos hombres nuestros infiltrados en las filas de los grupúsculos terroristas para evitar que desgracias y crímenes como el suyo pudieran repetirse o multiplicarse, tanto en nuestro país, como en Estados Unidos: ¡hay una relación directa en eso! Y hoy, sin embargo, Estados Unidos nos incluye entre los países patrocinadores del terrorismo, ¡un récord de cinismo mundial!».
Explicó, asimismo, ella: «Giustino y yo hicimos la presentación de Fabio: el muchacho del Copacabana, por primera vez, en una Feria Internacional del Libro de La Habana».
Acela argumentó que alguien que escuchó a Giustino hablar del terrorismo de Estado de los Gobiernos estadounidenses, de las fechorías de la mafia miamense, del crimen de Posada Carriles, de las agresiones contra Cuba, y del dolor por la muerte de Fabio, pidió la palabra y le comentó en público: «—¡Óigame, yo nunca he querido tanto a una persona en tan poco tiempo!». Y eso es algo que Giustino se ha sabido ganar recordando a su desdichado hijo y luchando con dignidad y valor contra el terrorismo imperial.
La biógrafa de Fabio
Acela es también licenciada, especialista y Máster en Geografía y Didáctica. Es natural de Alto Songo, Santiago de Cuba. Escritora, profesora universitaria e investigadora sobre Pedagogía, Historia y Geografía, y autora de libros como Fidel: Días de Girón, y Fidel: Crisis de Octubre, así como Fidel: de Birán a Cinco Palmas; Fidel: de Cinco Palmas a Santiago; y Fidel: En el Año de la Liberación, obras editadas en unión de la Dirección Política de las FAR y por la Casa Editorial Verde Olivo a partir de 2006. Además, ha publicado La tierra que es América y La Tía.
Fuente: Entrevista de este reportero con Acela A. Caner Román, para el libro inédito El Ingenioso Hidalgo Don Giustino Di Celmo.