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El año de Cuba

Durante la presidencia pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños, el liderazgo de la nación antillana estuvo enfocado en el avance del reconocimiento internacional a este espacio de concertación como la voz de toda la Patria Grande en el concierto de naciones; en acercar más al Caribe y en la materialización de una cruzada regional contra el hambre, la pobreza y la desigualdad

Autor:

Jorge L. Rodríguez González

Cuando Cuba entregue a Costa Rica la presidencia pro témpore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), lo hará con la complacencia de haber contribuido a delinear con particular fuerza, ante los ojos del mundo, el rostro y el alma de un bloque que se presenta y pretende ser fiel representante de los intereses de sus 33 miembros, sin tutelajes ni recetas coloniales.

Durante este segundo año de vida de la Celac, el liderazgo cubano ha tenido entre sus principales preocupaciones y líneas de acción el reconocimiento y la legitimación del grupo como la voz de todos los pueblos desde el Río Bravo hasta la Patagonia, incluyendo al Caribe, un área que nunca como antes anduvo tan apretada a la parte continental.

No por gusto, su Troika ampliada está integrada, además de por el país que ostenta la presidencia pro témpore del organismo, el que la ocupó el año precedente, y el que la asumirá el año siguiente, por la nación que preside la Comunidad del Caribe (Caricom). Así, en este ente siempre estará incluido alguno de los países de esa área, y se reconoce la relevancia política, económica y geográfica de las pequeñas naciones isleñas.

En el caso particular de Haití, se ha incrementado la cooperación con esa nación, asolada no solo por huracanes, terremotos y epidemias, sino por la más atroz explotación.

En este sentido destaca la voluntad de crear un mayor arco de apoyo en el que se inserte la Celac a los esfuerzos que vienen haciendo Cuba, Venezuela y Brasil en esa nación caribeña.

Con su hábil diplomacia y capacidad para construir el consenso, Cuba, como se comprometió el Presidente Raúl Castro en Santiago de Chile hace un año, ha trabajado por la comprensión permanente de la diversidad de los pueblos como base del fomento de la unidad enfocada en el bienestar común y en la lucha por la dignidad de los pueblos, así como el enfrentamiento a las amenazas, las agresiones y la injerencia externa. Consciente, tal y como se reconoce en los principios fundacionales de este espacio de concertación, de que el conocimiento de lo que nos diferencia ayudará a comprender cada una de nuestras realidades, y en función de ello, se erigirá una agenda común de preocupaciones, retos y luchas.

Así, se ha demostrado que las diferentes posturas ideológicas no significan una barrera para que las 33 naciones que se aglutinan en este mecanismo político puedan establecer acuerdos que favorezcan su desarrollo.

Otro de los desvelos de Cuba durante su presidencia pro témpore ha sido la lucha contra el hambre, la pobreza y la desigualdad en un continente golpeado por estos flagelos, a pesar de que dispone de enormes y envidiables recursos y potencialidades económicos que, si se ponen en función de una cruzada contra estos males, América Latina y el Caribe podrían poseer otro rostro en pocos años.

Los resultados de las iniciativas públicas adoptadas en ese sentido por Gobiernos con esa voluntad política, demuestran que a pesar de que las deudas sociales en muchos casos son gigantescas, nos encontramos ante una lucha que se puede ganar.

La necesidad de adoptar medidas contra tales males ha estado en todas las reuniones del organismo durante 2013 —la I Reunión de Ministros de Desarrollo Social y Erradicación del Hambre y la Pobreza (Caracas, julio), la I Reunión de la Celac sobre Agricultura Familiar, por ejemplo— , y será el tema central de esta II Cumbre en La Habana.

Más allá de la patria grande

La Celac no se ha quedado dentro de sus fronteras. Su proyección ha llegado hasta las puertas de Rusia, el Golfo Árabe Pérsico y del grupo emergente Brics (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica).

En mayo de 2013 se realizó el encuentro de cancilleres de la Troika ampliada de la Celac con Rusia en Moscú, como un paso más de afianzamiento de las relaciones entre ese país y América Latina, un camino iniciado por el Presidente bolivariano, Hugo Chávez, mucho antes de que existiera este espacio de concertación, y en respuesta a la necesidad que vio el mandatario venezolano de diversificar las relaciones económicas y políticas y establecer alianzas con nuevos actores extrarregionales.

Se espera que la II Cumbre de La Habana contribuya a fortalecer esos vínculos con otros organismos regionales como el Consejo de Cooperación del Golfo Pérsico (integrado por Arabia Saudita, Bahréin, Qatar, Emiratos Árabes Unidos, Kuwait y Omán) que asistirá al encuentro.

Entre sus pretensiones en materia de política internacional, de acuerdo con el Plan de Acción 2013, se encuentra la conformación de posiciones en torno a la creación del Foro de Cooperación Celac-China y definir las áreas en que este podría resultar de mayor utilidad en la actualidad, así como concretar los compromisos para fortalecer las relaciones con la India.

Además, se han promovido los nexos con otros grandes bloques del mundo, entre ellos la Unión Africana y la Asociación de Naciones del Sudeste Asiático (Asean).

Con este objetivo de acercarse a otros bloques, la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños aprovechó las jornadas de alto nivel del 68 período de sesiones de la Asamblea General de la ONU para sostener encuentros con representantes de esos organismos.

Potente voz en el concierto de naciones

Estas aspiraciones están en función del interés de reforzar los espacios de multipolaridad en un mundo en el que, aunque dejó de ser unipolar, perviven rezagos de hegemonía unilateral peligrosos para la estabilidad y la paz mundiales.

En este sentido es de vital importancia cómo una Celac tan joven habla con una sola voz en escenarios internacionales como la Asamblea General de la ONU, y su discurso sobre temas tan esenciales como el desarme nuclear, total y en el menor tiempo posible, o la necesidad de reforma del organismo internacional, evidencian la madurez política de la región y cuánto se ha avanzado en materia de concertación política.

En cada uno de estos escenarios, Cuba no ha hablado a título personal, sino como Celac.

Los representantes de todos nuestros países buscarán declarar a América Latina y el Caribe como una zona de paz y libre de armas nucleares, en la Cumbre de La Habana.

Este espacio de concertación ha consensuado su posición en torno a la reforma que necesita la Organización de Naciones Unidas, la que pasa por salvar a la Asamblea General como el principal órgano deliberativo y representativo de ese organismo, pues al acoger a todos los miembros de la comunidad internacional independientemente de su fortaleza militar o económica, representa la máxima expresión del principio de igualdad soberana de los Estados.

Para este bloque, la Asamblea General debe ser el centro del trabajo multilateral, y ejercer todas sus funciones y poderes, parte de los cuales son secuestrados hoy por el antidemocrático Consejo de Seguridad.

La Comunidad está convencida de que solo así el mundo podrá hacer frente a los graves problemas que aquejan a los pueblos, cuyas soluciones están en el concurso de todos y no de un solo Estado o de una minoría que utiliza sus privilegios en el Consejo de Seguridad para imponer sus designios e intereses.

Durante la presidencia cubana también destacan la defensa del respeto a los derechos humanos, la solución pacífica de controversias, el respeto a la soberanía, la prohibición del uso de la fuerza y la no promulgación de medidas unilaterales coercitivas, así como el reconocimiento a los derechos de los discapacitados.

Hasta el momento, la Celac muestra avances en la búsqueda de consensos políticos. Su II Cumbre en La Habana será otro escenario propicio para hurgar en problemas y retos comunes, y sobre todo, para enfrentarlos con recetas elaboradas en casa, sin tutelajes.

Cuba entregará la presidencia a Costa Rica. Y bajo la nueva batuta, el bloque deberá seguir mostrando su vigor en la larga lucha por la verdadera independencia y la integración, que desde 2010 se trazaron nuestras 33 naciones en la Riviera Maya, México.

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