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¿Simplificar el mensaje o estimular el debate?

La interrogante la hizo Graziella Pogolotti en el espacio Catalejo, de la Unión de Periodistas de Cuba

Autor:

Yuniel Labacena Romero

Es una pregunta crucial y se la hizo la intelectual Graziella Pogolotti en el espacio Catalejo, de la Unión de Periodistas de Cuba: ¿se llega al pueblo simplificando los mensajes o subiendo la varilla y estimulando el debate, la reflexión y la polémica?

La intelectual abría así una singular reflexión, en la segunda edición de ese espacio, sobre un tema decisivo entre los cambios que requiere el periodismo cubano de la Revolución.

Graziella, quien hizo un repaso de los emblemáticos debates ocurridos en los primeros años de la Revolución, consideró que en estos tiempos en que los medios son tan veloces y la información circula por diferentes vías, tenemos que aprender a descubrir lo que hay detrás, los factores en pugna, lo que está manipulado.

«Si no usamos las neuronas para el análisis y el pensamiento, se van anestesiando, y eso es lo que pretende la doctrina neoliberal como instrumento de dominación».

Sostuvo que ante la aparición de desigualdades económicas, corrupción, pérdida de valores, ausencia de profesionalidad en muchas esferas de trabajo e indisciplinas sociales, tenemos que desarrollar herramientas de análisis, y que cada cual defienda su punto de vista, con el fin de desterrar esas conductas que nada tienen que ver con la sociedad que estamos edificando.

Desde su perspectiva, la base para lograr un buen debate en Cuba tiene que partir de la defensa de un proyecto socialista, que garantice la soberanía del país, y que respalde el enfrentamiento antagónico contra un pensamiento económico neoliberal con rostro ideológico que permea todo, incluyendo la comunicación.

Como un acto de analizar y pensar, cuyo objetivo no es ganar una discusión sino propiciar el desarrollo intelectual, calificó a la polémica, y llamó a los periodistas a profundizar para contar la verdad y a aceptar en la polémica el criterio del contrario, y matizarlo para lograr una efectiva discusión, que siempre apunte al bien de todos.

«Necesitamos un profesional que sea un observador permanente de lo que sucede en su entorno, que esté constantemente alerta y en proceso de aprendizaje».

La intelectual también consideró que debemos desterrar el pensamiento economicista y tecnocrático que sobrevalúa el papel de la economía, desconociendo el valor de la subjetividad para enfrentar los problemas objetivos de la realidad.

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