Portada de la multimedia La Mariposa que pinto, realizada por JR. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:40 pm
Antonio Guerrero no se cansa de soñar. A veces cuando sus carceleros lo ven tras las rejas de su celda o en cualquier otra actividad impuesta por la disciplina de la prisión, él no está ahí. Tony suele ascender con las alas de tanta criatura alada salida de su pincel y volar alto, lejos, a donde solo la naturaleza de hombres buenos puede llegar.
Se la pasa creando, involucrando a sus amigos en sus proyectos, sorprendiendo a todos con su sensibilidad y su nobleza, y al mismo tiempo ocupándose, como le permiten, de la cotidianidad: cómo va su hijo Gabriel en la escuela, los proyectos de trabajo de Tonito, su hijo mayor; la salud de su madre con sus 81 años, el embarazo de su sobrina… pendiente de todo.
Ya suman 15 años tras las rejas y en ese tiempo han pasado infinitas cosas en su familia, en Cuba, en el mundo. Vivirlas de lejos ha sido un reto a esa valentía de los Cinco, a esa manera única de enfrentar la vida y aferrarse a sus principios. El tiempo es implacable, y este de la ignominia que nunca podrá ser borrada, tendría que terminar ya. Ha sido demasiado
Quién repara que un hombre inocente sea privado del beso de su madre, el abrazo mañanero de sus hijos, el sobresalto ante el vuelo real de una mariposa a su alrededor y hasta de los adelantos tecnológicos de la última década.
Tony, un profesional brillante, un ingeniero graduado en el Instituto de Aeronáutica Civil de Kiev, Ucrania, se ha perdido mil cosas. Por ejemplo, después de tantos años no entiende bien cómo funciona un videoclip. No puede, no lo han dejado vivir esos detalles. Su madre recuerda los casetes que él le regalaba con canciones que les gustaban a ambos. Ya no son casetes, ni siquiera discos... ahora DVD, memorias flash, mp3…, difícil para de golpe entender el vertiginoso desarrollo; y es que le está negado vivir el proceso de migración digital de modo natural.
Tony pregunta a un amigo y reconoce lo cierto, y aunque no hay en sus letras una pizca de amargura, duele que un hombre de su altura no sepa, que no haya podido ver los excelentes videoclips que se producen en Cuba.
«Estoy a 20 años luz o más de la tecnología de hoy. Necesito me expliques eso de los clips. ¿Son videos de las canciones? No, deben ser, simplemente, muestras. ¿Dónde las localizas todas, sea del año que sea? ¿Escuchas la canción completa o un pedazo de muestra?». Todo eso quiere saber el poeta.
Y sigue, porque su curiosidad es infinita, ya lo saben sus amigos, que lo dejan todo para responderle.
«¿Tienes cómo bajarla a una memoria, creo que le dicen flash? ¿Cuánto vale un disco compacto en blanco (sé que depende de la capacidad)? ¿Cuánto vale una memoria flash? Bueno, esas son las “pregunticas” más importantes, por ahora», asegura Tony a su amigo Manuel en pleno 2013.
Quizá Manuel sepa que ese «por ahora», será como la visión de un relámpago y luego Tony querrá saber más y él responderá, porque para eso son los amigos.
Y el Guerrero de Mirta seguirá preguntando, porque como dice el trovador «saber no puede ser lujo», pero lo cierto es que Tony debería estar aquí para que los domingos a las 12 meridiano pudiera ver el programa Lucas y cuando sus presentadores anunciaran que «se acabó la actividad», seguir comentando los videos y hasta bailar alguna pieza, porque él es un excelente bailador.
Antonio, Gerardo, Fernando y Ramón no deberían tener que hacer «pregunticas», o deberían hacerlas, pero aquí, en el país del que quieren saber mirándolo todo, viviendo la Cuba de estos tiempos.
Sin embargo, mientras el Gobierno estadounidense no haga lo que debe —y no es otra cosa que poner en libertad a esos hombres que salvaron la vida de cubanos y estadounidenses— los amigos seguirán respondiendo, y Tony estará menos en la celda y más aferrado a las alas de todas las criaturas que lo acompañan, volando y soñando con el regreso.
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