El Programa Mundial de Alimentos (PMA) apoyará económicamente la producción de granos en las provincias de Guantánamo y Matanzas, destinada a los círculos infantiles, escuelas primarias y especiales, así como a las secundarias básicas con régimen interno de esos territorios.
Lo anterior se conoció durante un encuentro entre directivos del Ministerio de Educación y Ertharin Cousin, directora ejecutiva del PMA, que tuvo lugar la víspera en La Habana para abundar sobre el apoyo que esa instancia de Naciones Unidas brindará a la alimentación de los estudiantes cubanos.
La funcionaria de la ONU elogió el sistema educacional de la Isla y significó que se siente feliz de que la colaboración será para escuelas donde los niños aprenden y se desarrollan.
Muchos países tienen programas de nutrición que no pueden llevar adelante por falta de apoyo gubernamental, dijo, lo cual no es lo que hemos visto en Cuba.
Me agrada, significó, que el PMA pueda contribuir a la sostenibilidad de los logros de Cuba en la esfera educacional, y en su empeño por eliminar malos hábitos alimentarios en los más jóvenes.
Cira Piñeiro, viceministra primera de Educación, destacó que Cuba tiene un sistema educacional inclusivo, masivo y gratuito, el cual comprende la alimentación de aquellos alumnos que tienen régimen interno o seminterno.
Precisó que esa cooperación permitirá diversificar y asegurar la oferta de granos en la alimentación escolar, no así la norma, pues la que se entrega está acorde con los niveles nutricionales según las edades y es avalada por el Ministerio de Salud Pública.
Destacó que a pesar del bloqueo y otras dificultades, como pueden ser las inclemencias del tiempo, el país se esfuerza por garantizar la alimentación adecuada en los centros escolares.
También argumentó que en este proyecto participarán los alumnos de los institutos tecnológicos y universidades que cursan carreras vinculadas con la agricultura, junto a los campesinos de las zonas escogidas.
En nuestro país se potencian hoy los estudios agronómicos, y los programas de estudio vinculan desde el primer año a los jóvenes con la práctica laboral.
Es una buena ocasión para enseñarles no solo a trabajar la tierra, renglón fundamental de nuestra economía, sino también a valorar la importancia de la producción de alimentos.