El 28 de enero de 2012 comenzó la primera Conferencia Nacional en la historia del Partido. Los delegados, en cuatro comisiones y en plenaria, examinaron a profundidad el funcionamiento de la organización, el trabajo político-ideológico, la política de cuadros y las relaciones con la UJC y las organizaciones de masas. Autor: Juventud Rebelde Publicado: 21/09/2017 | 05:33 pm
El Informe Central al Congreso, presentado por el General de Ejército Raúl Castro Ruz, no solamente abordó las cuestiones principales relacionadas con el proceso de discusión de los lineamientos y la actualización del modelo económico. También se valoraron cuestiones de la arena internacional y la política de hostilidad, bloqueo y subversión de las sucesivas administraciones norteamericanas, y se le dedicó un espacio sustancial a la evaluación del trabajo del propio Partido y en particular al análisis autocrítico de los errores cometidos.
Temas como la insuficiente delimitación de los roles del Partido y el Estado, que conducían al debilitamiento del trabajo político del primero y al deterioro de la autoridad del Estado y el Gobierno; las deficiencias en la política de cuadros, que no aseguraba la promoción adecuada de mujeres, negros, mestizos y jóvenes a cargos decisorios, ni garantizaba una reserva de sustitutos debidamente preparados; las insuficiencias de la vida interna y el trabajo político-ideológico del Partido, así como de sus relaciones con la UJC y las organizaciones de masas fueron tratados con crudeza en el Informe.
El Sexto Congreso, tal y como se había anunciado previamente, concentró sus debates en el análisis de los lineamientos y tomó el acuerdo de convocar a una Conferencia Nacional para examinar el trabajo del Partido.
El documento base de la Conferencia fue debatido por los militantes del Partido y la UJC, y publicado para general conocimiento de la población. Al igual que había ocurrido meses antes con la discusión popular de los lineamientos, en torno al proyecto de Objetivos de Trabajo del Partido se hicieron miles de propuestas.
Tras ese proceso previo, el 28 de enero del 2012 comenzó la primera Conferencia Nacional en la historia del Partido. Los delegados, en cuatro comisiones y en plenaria, examinaron a profundidad el funcionamiento del Partido, el trabajo político-ideológico, la política de cuadros y las relaciones con la UJC y las organizaciones de masas. Como resultado, y teniendo en cuenta todas las opiniones vertidas por la militancia en su conjunto, fue modificada la mayoría de los objetivos iniciales y se incluyeron otros cinco.
No es posible en este trabajo reseñar los 100 objetivos aprobados por la Conferencia. Solamente señalaremos que, para garantizar su cumplimiento, el Pleno del Comité Central les da seguimiento dos veces al año (al igual que lo hace con los lineamientos); y el Buró Político, el Secretariado y el resto de las estructuras del Partido han ido tomando decisiones para materializarlos, sobre las que oportunamente se ha informado a la militancia. Entre ellas se encuentran, la aprobación de los nuevos Estatutos del Partido, los cambios en los métodos de trabajo para la atención a las organizaciones de base y en el sistema de preparación político-ideológica de los cuadros, militantes y trabajadores.
El Sexto Congreso aprobó también una resolución sobre el perfeccionamiento de los órganos del Poder Popular, el sistema electoral y la división político-administrativa. Acordó encargar al Comité Central que trasladara a la Asamblea Nacional las recomendaciones pertinentes.
En tal sentido, ha continuado la aplicación del experimento en Artemisa y Mayabeque encaminado a optimizar las estructuras y perfeccionar el funcionamiento de los órganos locales del Poder Popular. Sobre ello también se ha informado en los Plenos del Comité Central y las sesiones de la Asamblea Nacional.
El Sexto Congreso eligió un nuevo Comité Central, que desde entonces se ha reunido de manera ordinaria cada seis meses. La mitad de los miembros efectivos fue renovada. Como otro paso en la concreción de los cambios enunciados, las mujeres que lo integran son el 41,7 % del total, lo cual más que triplica la proporción alcanzada en el congreso anterior, mientras que los negros y mestizos son el 31,3 % (un 10 % más).
El líder histórico de la Revolución Cubana, Fidel, dando un ejemplo de consecuencia revolucionaria, había solicitado no ser incluido en la candidatura del Comité Central. Sobre eso dijo el General de Ejército, expresando el sentir de millones de compatriotas, militantes o no: «Fidel es Fidel y no precisa de cargo alguno para ocupar, por siempre, un lugar cimero en la historia, en el presente y en el futuro de la nación cubana». Raúl fue electo como Primer Secretario del Comité Central, convencido, afirmó, de que la misión principal y el sentido de la vida de quien asuma esa responsabilidad es «defender, preservar y proseguir perfeccionando el socialismo y no permitir jamás el regreso del régimen capitalista».
Los momentos finales del Congreso no pudieron estar más cargados de emoción: Fidel y Raúl, juntos, simbolizando la unidad y la continuidad. Y al lado de ellos, la niña cenaguera de los zapaticos blancos, que con sus conmovedoras palabras nos reavivó el orgullo de pertenecer al pueblo que propinó la primera derrota al imperialismo en América y 50 años después se mantiene victorioso.
El rumbo fue trazado por el Congreso y por la Primera Conferencia Nacional, que en la práctica fue su continuación. A pesar de la crisis económica internacional —que querámoslo o no, impacta en nosotros—, y del omnipresente bloqueo que pretende descarrilarnos, lo acordado se va cumpliendo. Sobre la marcha, —en la medida que se evalúan las primeras experiencias, se despliega la implementación y se perfecciona el trabajo del Partido—, se «corrige el tiro» y se toman decisiones adicionales.
Pero no podemos perder de vista que lo hecho en el breve tiempo transcurrido es solo el comienzo y que en el día a día de la aplicación práctica hay insuficiencias. No caben dudas de que con superior organización, disciplina y exigencia en cada lugar habríamos avanzado más. A los patriotas y revolucionarios nos esperan años de intenso trabajo para preservar las conquistas alcanzadas y hacer, entre todos, definitivamente sustentable y próspero nuestro socialismo.