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CIEGO DE ÁVILA.— ¿El estudio es un deber, una obligación o una necesidad? Esa interrogante centró parte de los debates de la Asamblea Provincial de la FEEM en Ciego de Ávila, donde sus 87 integrantes analizaron el papel que puede tener la organización en extender y consolidar el hábito de estudio dentro del estudiantado de la Enseñanza Media.
En verdad es una pregunta antigua; pero que tiene la peculiaridad de presentarse como nueva a cada cambio de curso o a la llegada de una nueva generación de alumnos. Con nuevos jóvenes, el tema del hábito de estudio aparece porque detrás de ese debate se encuentra una de las vías de formar nuevos profesionales y lograr mejores ciudadanos.
La pregunta, lanzada por Román Jiménez Márquez, miembro del Buró Provincial del Partido, propició el intercambio en el que primero un estudiante afirmó que era un deber y una obligación, un segundo expresó que era un deber y una necesidad hasta que un tercero, con deseos de polemizar, enfatizó que el hábito de estudio eran esas tres cosas al mismo tiempo.
«Es un deber y una obligación —dijo— porque el estudio constituye nuestra primera prioridad, pero también se convierte en una necesidad, pues sin ese hábito no hay garantía de acceder a la Universidad u obtener una buena calificación como técnico».
Así el problema queda en cómo incentivar ese hábito, una situación en la que sin dudas han incidido los formalismos y un enfoque en el que estudiar se convierte en un castigo y no en un disfrute. También se debe enseñar a estudiar, algo que muchas veces se obvia desde la primaria, lo cual se va heredando en los distintos niveles de enseñanza.
Una de las respuestas, a nuestro juicio, la daban los propios delegados. Además de controlar el funcionamiento de las casas de estudio, la propuesta estaba en convertir los centros de enseñanza en una fiesta del conocimiento. Salir del enclaustramiento de la formalidad y adentrarse en la competencia fraternal, el reconocimiento junto a otras vías para estimular el conocimiento, no sobre la gravedad sino envueltos en la alegría del saber.
«Se pueden hacer Encuentros con Clío —coincidieron varios delegados, entre ellos Thalía Martínez, elegida nueva presidenta provincial de la organización—. No hacerlos solo de historia, extenderlos a otras materias. Lo más importante es que los estudiantes se diviertan aprendiendo».
El método de Clío podría ser válido para arrastrar a los más morosos a la hora de estudiar, aunque también para las pruebas de ingresos e incluso para la formación vocacional, en especial para las carreras pedagógicas, un tema en el que Ciego de Ávila necesita un extra para paliar el déficit de docentes en las aulas.
Precisamente uno de los acuerdos de la Asamblea fue desarrollar un proceso entre los estudiantes de la enseñanza media para captar futuros ingresos a las carreras pedagógicas, algo en lo que deben pensar también los jóvenes con una mayor preparación y con condiciones de transmitir conocimientos.
Fue por ello que Yoel Pérez García, segundo secretario del Comité Nacional de la UJC, enfatizó en la necesidad del estudio y sus implicaciones en la formación del joven; sin embargo enfatizó en un elemento que es esencial para la vida.
«El estudio —dijo— no solo es la vía para poder convertirse en buenos profesionales, ya sea como universitarios o como personal técnico. Es también el camino para que los jóvenes sean mejores personas y ciudadanos, conozcan mejor la historia de su país, adquieran valores y se llenen de una cultura general que les permita desenvolverse como hombres y mujeres dignos dentro de la sociedad».
