A pesar de que mucho se ha logrado en el saneamiento ambiental, imágenes como las de este basurero en la intersección de San Antonio y San Agustín, en pleno centro histórico de la ciudad, todavía no se han logrado desterrar de la cotidianidad de los santiagueros. Autor: Odalis Riquenes Cutiño Publicado: 21/09/2017 | 05:15 pm
SANTIAGO DE CUBA.— «¿El mosquito? Ya estamos acostumbrados a convivir con él…», espeta con toda la ironía del mundo una joven mujer, y luego continúa su rumbo.
La anécdota retrata lo que ocurre desde hace más de tres años en esta oriental ciudad, donde a pesar de que la voluntad política del país, sin escatimar recursos, ha creado las condiciones para un efectivo enfrentamiento al peligroso vector, transmisor del dengue, todavía no se logra reducir la infestación a niveles que alejen el riesgo de una epidemia.
A pesar de que el alerta en los últimos ciclos se sitúa en las zonas que atienden los policlínicos municipales 28 de Septiembre y López Peña, las diez áreas de salud que comprenden el centro urbano de la cabecera provincial, sin excluir el reparto Abel Santamaría y los poblados de El Caney y Boniato, reportan índices de focalidad por encima de los niveles permisibles, según datos aportados por análisis recientes sobre el tema.
Cuando, con los puestos de mando de las diferentes instancias al frente, las acciones se concentran con intensidad y con el concurso de todos los factores en las áreas de salud más afectadas, la focalidad cede; pero en el día a día los niveles suben y bajan, en diabólico juego que pugna, sin conseguirlo, por encontrar el camino que limite el vuelo del Aedes.
Sostenibilidad amenazada
La falta de sostenibilidad parece el punto flaco de las acciones de enfrentamiento al peligroso vector en tierra santiaguera, y la causa de la prolongada convivencia con una alta focalidad que tensiona constantemente el cuadro epidemiológico.
Al decir de la licenciada Rosa María Castillo Quesada, jefa del Grupo de Entomología de la Unidad Provincial de Vigilancia y Lucha Antivectorial, factores ambientales y de comportamiento social han determinado que no se consiga desterrar al mosquito a niveles que no constituyan una amenaza para la salud en esta parte del país.
«Factores ambientales como las altas temperaturas —explica la bióloga—, o las lluvias, que contribuyen a la multiplicación de los criaderos de un vector que sigue siendo un mosquito esencialmente urbano, escapan de las manos del hombre, pero pueden mitigarse con conductas preventivas en casas y centros de trabajo.
«En Santiago de Cuba, sostiene la experta, hay hoy condiciones que favorecen la infestación. A pesar de las obras del Acueducto, que garantizan cierta estabilidad en el abasto de agua, en las viviendas de la ciudad existe todavía una gran cantidad de depósitos (más o menos unos cinco tanques bajos por vivienda como promedio, aunque en algunas áreas son más), muchos de los cuales se encuentran en mal estado y a los que la población tapa con lo que tiene o con lo que puede.
«La hermeticidad en el tapado de los recipientes no siempre se cumple, a lo que se suma que la protección química con el abate no es totalmente eficiente, porque a pesar de ser un producto costoso que se adquiere en divisas y que siempre se ha garantizado, los moradores de las viviendas no lo emplean correctamente y, lamentablemente, todavía tenemos problemas con las fuerzas de la Campaña. Ya imaginarás lo complejo que puede ser el panorama».
Por otra parte —argumenta Castillo Quesada—, aunque es voluntad de la dirección del Partido, del Gobierno y del personal de Salud en la provincia transformar la situación, no se logra como se desea una participación activa y consciente de los factores de la comunidad, ni el accionar cohesionado y sistemático de los organismos.
«No basta, insiste la especialista, con que la población conozca cómo se combate el mosquito, es preciso que traduzca ese conocimiento en acciones responsables en viviendas y centros de trabajo. ¿Qué le toca a la población?: hacer el autofocal y proteger el abate, pero no acabamos de consolidar eso.
«En la participación intersectorial de organismos como Comunales y Acueductos se ha ganado mucho: ha habido un vuelco en el saneamiento, se han hecho muchas intervenciones con resultados, sobre todo en las áreas más afectadas, pero todavía el trabajo de ellos en función del saneamiento ambiental no es óptimo ni sistemático.
«Todos esos elementos sustentan la falta de sostenibilidad en el trabajo de control, que depende de la integralidad de las acciones, de la conducción, pero sobre todo del comportamiento social de la gente».
Reiteraciones en Chicharrones
Máximo Tumbarrell Rodríguez sale todos los días deseando encontrar cooperación entre los pobladores de la zona donde ejerce como supervisor del trabajo antivectorial.
Es jefe de brigada de las fuerzas de la Campaña en el distrito Antonio Maceo y apoya las labores en el área de Salud del policlínico municipal, que atiende las densamente pobladas manzanas de Chicharrones y Flores.
Pero no muchas veces la realidad le sonríe a Máximo. «Hay vecinos que nos abren, cooperan y hasta nos dan café o agua, pero en la generalidad de los casos no sucede así. A cualquier hora que el operario llega a no pocas casas, molesta y encuentra malas caras.
«La gente se transforma cuando oye hablar del mosquito, no lo ve como un problema, y por tanto no asume su responsabilidad. Y si pasa el carro para la fumigación extradomiciliaria cierran las ventanas y las puertas, vierten el abate de los depósitos, no cumplen con el autofocal… y si tienes que multarlos por un foco, hasta te insultan», concluye.
Con este testimonio coincide el licenciado Alberto Torres Fernández, jefe de la lucha antivectorial en el distrito Antonio Maceo. «No desestimamos que todavía tenemos problemas con el personal de la Campaña, que puede haber superficialidad en la inspección de las viviendas y que nuestra fuerza no es estable, pero sin la intersectorialidad y sin la participación comunitaria nunca conseguiremos un quehacer sostenible.
«Si el morador no coopera, ni mantiene el trabajo del operario, no puede haber resultados. En los ciclos, al municipio de Santiago se le aplican más de 18 toneladas de abate; si todo ese abate se mantuviera en los depósitos, el mosquito se reduciría; sin embargo no es así. Eso nos dice que se sigue vertiendo el abate.
«Los operarios y supervisores trabajan solos, únicamente en las reuniones vemos a los delegados y a los demás factores de la comunidad, pero al terreno nadie va a preguntarles qué problema tienen, en qué les hace falta apoyo. Así, por mucho que haga el trabajador de Salud, y en estos momentos se hace bastante, si la comunidad no apoya seguirán lejos los resultados».
Razones subjetivas que todavía amenazan la credibilidad de lo hecho para la rehabilitación del acueducto determinan, al decir de Torres Fernández, que los moradores de las zonas donde acciona, conserven una gran cantidad de depósitos en las viviendas, muchos de ellos en mal estado y con el riesgo de convertirse en perfectos criaderos para el vector.
La gente no es receptiva, apunta Máximo Tumbarrell. «Ahora, por ejemplo, estamos empleando el control biológico con peces. Se los llevamos a las casas, los ponemos en el recipiente con las mejores condiciones y muchos moradores los dejan morir.
«En esta zona Comunales coopera bastante, hay organismos trabajando en la eliminación de zanjas, se ha desarrollado la estrategia de contratar carretilleros en los lugares donde el carro tiene más dificultades para llegar a recoger los desechos, pero los mayores problemas siguen estando en los recipientes que están dentro de casa, incluyendo los vasos espirituales que abundan por acá».
Igualmente, explicó el licenciado Alberto Torres, se ha puesto en práctica el proyecto conocido como tanque boca abajo, con el propósito de que la población disminuya los depósitos, virando aquellos que no necesiten en la actualidad, entre ellos los más deteriorados.
En fin, acciones hay muchas, en esta y en las restantes áreas de Salud santiagueras, pero la efectividad en el enfrentamiento al peligroso Aedes aegypti, sigue siendo una asignatura pendiente.
Alcanzarlo pasa por materializar la exhortación que comúnmente hace el primer secretario del Partido en la provincia, Lázaro Expósito Canto, en los análisis sobre el tema que cotidianamente preside: «Hacer todos los días lo que toca, trabajando con intensidad y resultados, y logrando en cada área una verdadera acción popular».